«Los estereotipos funcionan por recompensa», dice una «artivista» de «Mujeres que no fueron tapa»

0

Por Agencia Télam. La fundadora del blog y proyecto educativo «Mujeres que no fueron tapa» (Mqnft), Lala Pasquinelli, aseguró que «la rebeldía» de las mujeres frente al modelo que les imponen los medios y la publicidad «no es gratuito» ya que los estereotipos «funcionan por recompensa», pero plegarse acríticamente a estos mandatos «a la larga, es mucho más costoso».

En diálogo con Télam la fundadora del blog y proyecto educativo analizó el modelo que los medios y la publicidad imponen a las mujeres.

En vísperas del Día de la Imagen de la Mujer en los Medios de Comunicación, la artista visual, «artivista» y coordinadora del equipo de Mqnft que integran también dos comunicadoras sociales y una programadora de sistemas, conversó con Télam sobre éste y otros temas

Télam: ¿Por qué es importante analizar críticamente la imagen de la mujer que construyen los medios masivos de comunicación?

Lala Pasquinelli: Porque los medios tienen un rol muy importante en la construcción de sentidos sobre qué es ser mujer y cómo es el modelo su éxito o visibilidad, que es lo mismo.

Y los consumidores de medios y publicidad -que somos todos-, vamos incorporando, a través de imagen y los relatos, ideas sobre cómo lucen esas mujeres, de qué hablan, qué características físicas tienen y qué roles desempeñan en la sociedad.

Hay que tener en cuenta que el género y la identidad se construyen colectivamente. Nos vienen en el ADN las tareas que después se nos van a asignar por ser mujeres, como tener que limpiar el baño o salir corriendo a teñirnos las canas cada vez que crecen.

Y es importante ver cómo nos afecta ese modelo a las personas que no encajamos y a quienes se nos impone una mutilación identitaria y hasta física, en ocasiones, para encajar en él.

T: ¿Cómo operan estas imágenes en la autoestima de las mujeres?

LP: No nos gusta hablar de autoestima porque la estima, como la identidad, se construye colectivamente: vivimos en relación, afectamos y somos afectados por la cultura, los otros y las otras.

¿Cómo puedo tener estima por mí misma si vivo en una sociedad que todo el tiempo me está mostrando imágenes de mujeres jóvenes, rubias, blancas, delgadas, heterosexuales, con el pelo lacio y largo, que hablan de la maternidad, del cuidado de su cuerpo y del amor romántico si no encajamos en ese modelo? ¿Cómo podemos sentir que nuestros cuerpos e identidades está bien si no me encuentro en las representaciones, si por un lado soy invisible y, por otro, recibo una mirada discriminatoria? ¿De qué modo puedo yo estimarme si lo que me devuelve el contexto no es estima, sino desprecio y a veces odio cuando se trata de cuerpos e identidades disidentes y por lo mismo, consideradas erróneas o falladas?

Hablar de autoestima implica que el problema lo tenemos que resolver individualmente, es volver a poner en nosotras la responsabilidad y la culpa, y no es así.

T: ¿Y cuál es el precio para las mujeres que no se acoplan a ese modelo que se les impone?

LP: Se suele decir «yo me depilo, me tiño o hago dieta porque me gusta». En realidad lo que gusta no es eso sino encajar, porque ¿qué posibilidad de elegir tenemos si, en caso de no encajar, vamos a tener una sanción social? Si yo me dejo los pelos o las canas, por más intencionalidad política que tenga, cuando salga a buscar un trabajo estándar, como un banco, no me van a tomar.

Cuando hay un modelo que nos propone una única forma de ser y habitar nuestros cuerpos y crecemos sin ver cuerpos gordos, con canas, cicatrices o manchas en los medios y la publicidad, es muy difícil que elijamos ser eso que es señalado como lo feo y lo no deseable.

Estos estereotipos y modelos funcionan por recompensa; si encajás, esa obediencia va a ser bien pagada posicionándote mejor en el mercado del deseo, permitiéndote el acceso a un determinado trabajo porque cumplís con el requisito de buena presencia…En cambio, la disidencia tiene un costo que muchas veces implica quedarse afuera de estos circuitos que tienen estas lógicas.

Pero no podemos ser quienes no somos sin que eso tenga un costo muy grande: nos mutila no sólo el cuerpo sino nuestra diversidad humana, la posibilidad de experimentarnos y experimentar la vida en sus múltiples posibilidades. Hay un bisturí psíquico, espiritual o identitario que nos recorta esa posibilidad y eso se paga en angustia y otras reacciones propias de un cuerpo que hay que acallar patologizándolo, como la bulimia y la anorexia. La rebeldía también duele, no es gratuita, pero encajar es mucho más costoso, a la larga.

T: ¿Cuáles dirías que son las principales diferencias en la forma de representar a hombres y mujeres en las tapas de revistas?

LP: El valor de las mujeres en los medios está dado por su capital erótico y estético, porque su función es aportar belleza, y el lugar que ocupemos tendrá que ver con ese capital.

Pero en el caso de los varones, no es su capital estético o erótico lo que los hace visibles, sino el rol social que cumplen y si son exitosos en el cumplimiento de ese rol. Esto se ve muy bien en los noticieros, donde hay periodistas de diferentes edades, pelados, gordos o viejos porque no importa su apariencia sino lo que están haciendo y diciendo; mientras las mujeres son todas jóvenes y delgadas

Y lo mismo pasa con las noticias que tratan de varones: la mayoría son imágenes de hombres que están haciendo lo que hacen y no se trata de posar para decir si está más gordo o flaco, por ejemplo, porque no hay un señalamiento del cuerpo como en el caso de las mujeres, incluso de aquellas que se dedican a la política o a la ciencia.

Los medios están llenos de noticias de «fulanita posó en tanga e incendió las redes», pero no hay noticias de este estilo sobre varones.

T: ¿Qué es Mujeres que no fueron tapa?

LP: Es un proyecto que surge en 2015 queriendo hablar de cómo la moda disciplina los cuerpos de las mujeres; pero me terminé encontrando con las tapas de las revistas y vi que allí había data para hablar más en general. Hice una muestra, empecé a trabajar con las redes y todo fue mutando a lo que es hoy, un proyecto de arte con tres objetivos: mostrar estereotipos en los medios, desnaturalizarlo y hacer visibles a las mujeres que hacen.

Nosotras hace tres años hacemos el festival de hackeo de estereotipos en espacios de educativos de todos los niveles del que ya participaron cerca de dos mil docentes y 57 mil estudiantes.

La idea del hackeo es tomar esta información homogénea que recibimos generada por las grandes usinas de información, decodificarla, tener una mirada crítica sobre eso, analizar qué construye o escribe en estas biografías y cuerpos, y con eso producir otra cosa.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí