Por Diego Heredia (*). Si bien es cierto que el problema de tránsito necesita soluciones urgentes para Alta Gracia y el Valle de Paravachasca, es cierto también que la Autovía, como está planteada y de la manera que se encaró, más que una solución trae varios problemas que quedan tapados por el cemento.
Desde hace años, dentro de los espacios políticos y sociales que integro, venimos debatiendo sobre el destino de nuestra región, para la que un pequeño grupo de dirigentes políticos y de representantes de los sectores concentrados de la economía cordobesa, ya tienen un plan.
Ese plan, que no es novedoso, ya lo llevaron adelante en regiones de nuestra Provincia como el caso de Sierras Chicas, donde las consecuencias están claras. Las demandas por la falta de servicios, por las inundaciones y por la disminución de la calidad de vida de las y los vecinos de esta zona, crecieron exponencialmente.
Ese gran conurbano cordobés que buscan construir, tiene falencias por donde se lo vea. Los sectores que quieren decidir sobre nuestros destinos, ya le pifiaron. Lo peor, es que esa pifia es una consecuencia calculada, de un accionar movilizado por el lucro y el aumento de rentabilidad que, obviamente, sólo alcanza a unos pocos.
Hoy la prioridad para estos sectores es construir una autovía, por donde sea, para desarrollar negocios inmobiliarios que no traen soluciones, sino problemas debido a la voracidad con la que se mueven. Pero en esa voracidad, no escuchan las alternativas propuestas ni el deseo de la población.
Los argumentos
Algunos aseguran que la autovía posibilitará la llegada de ambulancias a Córdoba capital, pero no hablan de la grave falencia en la inversión en salud pública de calidad en nuestras localidades. Lo único que vislumbra este argumento, es la falta de descentralización que propone este modelo político y económico.
Hablar de seguridad vial es real y necesario, pero la discusión sobre si la seguridad vial es prioritaria frente a todo lo que implica la continuidad del desmonte en una Provincia que está en una crisis ambiental gigante, es falaz.
Hay que ponerle fin al modelo de devastación ambiental que llevan adelante los gobiernos cordobeses de los últimos años. No sólo por el ambiente, sino por la ciudadanía. Estas políticas no sólo nos ponen en riesgo, sino que nos empobrecen y aumentan la desigualdad.
A estos dirigentes políticos y a los sectores del poder económico concentrado: Si quieren ser representativos, debatan en serio sobre las opciones. No se puede hablar de legitimidad cuando, en escasísimos casos, se pregunta con mucho apuro si autovía sí o autovía no, con una liviandad y superficialidad que asusta. Simulan participación, pero no están dispuestos a discernir.
Hay que hablar de qué modelo de localidad y región queremos, con profundidad y sin miedo al intercambio. La autovía sí o la autovía no, entonces, sólo debe ser una conclusión de un debate serio.
Desde hace décadas nos gobiernan con los negocios como norte. Nada puede salir bien con esa lógica. Sólo saldremos adelante y creceremos como sociedad, si se pone en el centro el bienestar colectivo.
(*) Diego Heredia es periodista y vecino de Alta Gracia, candidato a Intendente en 2019.