Un camino para recorrer, «El huerto en casa» por Eche Pearson

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Ezequiel Pearson, mas conocido por sus vecinxs y amigxs como «Eche» vive junto a su compañera en Anisacate, hace años que trabaja la huerta en su casa. En un momento donde nos toca estar en nuestros hogares, a través de esta columna Eche nos invita a animarnos a recorrer este camino juntxs. ¿Vamos?

Soy Eche, vivo en Anisacate, y vengo a compartirles mis andares huertunos.

Entiendo el huerto como un camino por recorrer porque, más allá de que me resultan importantes las consultas bibliográficas, el leer experiencias y ver videos de otrxs huerterxs, o hacer cursos y talleres de formación en temas específicos, considero que cada huerto y cada huerterx conforman una situación particular y dinámica.

¿Por qué?

Porque en cada huerto la tierra es diferente, porque cada espacio tiene un sol y sombra particulares, porque en algunos lugares el agua es escasa, porque en otros los inviernos son muy fríos, y así otros factores que hacen al espacio-tiempo.

Y porque cada huerterx dispone de un tiempo determinado, tiene un cuerpo que le permite o no hacer algunas tareas, dispone de más o menos recursos y herramientas, transita diferentes momentos personales, trabaja solx o colectivamente, y otros muchos elementos que originan un camino que es único y cambiante.

En lo personal, mis huertos, que han ido mutando en los diferentes lugares en los que viví, son una herramienta con la que intento -aunque solo a veces logro- armonizar con los ritmos de la naturaleza, un espacio personal donde me propongo conectar con el presente, y lo entiendo también como esa trinchera desde la que intento aportar a la construcción de nuestra soberanía alimentaria[1].

Los invito a caminar su huerto –o empezar a pensarlo y soñarlo los que todavía no lo tengan, con la certeza de que la tierra les va a devolver en forma de alimento, de flores, de olores, y también de aprendizajes muy variados, cada segundo dedicado.

Comencemos

La primera decisión que tenemos que tomar es dónde ubicarlo. Algunas cuestiones, que dependen del clima de cada zona, pero que de modo general es bueno tener en cuenta para la elección del lugar son:

– el tamaño: es recomendable comenzar con unos pocos metros cuadrados hasta que la práctica nos permita identificar el tiempo que nos demandan las labores para el cultivo de las especies que queremos cultivar;

– el agua: este factor es determinante. El agua para el riego es de uso frecuente, por lo que es clave tener una canilla cerca del huerto;

– sol y sombra: si se puede, es conveniente tener un espacio que tenga sol pleno en invierno pero con algo de sombra en verano (un árbol que tire las hojas en otoño permite esto). Si esto no es posible, es preferible un lugar soleado en todas las estaciones, y en verano generamos sombra para los cultivos que lo requieran (artificialmente o con otros cultivos);

– la tierra: el sustrato es de vital importancia para un desarrollo sano de los cultivos. Un lugar con “buena” tierra es aquel en el que ésta no es demasiado arcillosa ni excesivamente arenosa, donde no hay piedras ni está compactada. Pero esta es una variable que se puede resolver aplicando trabajo y materiales externos (que van a depender de qué deficiencias tenga ese sustrato) por lo que es preferible priorizar el sol y el agua en caso de tener que elegir.

Para cerrar les quiero compartir algo que aprendí hoy.

Cuando me senté a escribir y utilicé en el título la palabra “huerta”, que es la que utilizo habitualmente para referirme al espacio donde cultivo en casa. Pero se me vino a la mente que en varios textos utilizan la palabra “huerto” y me surgió la duda de si se trata de una cuestión regional (muchos libros son traducciones), o una consecuencia del lenguaje patriarcal, asique le pregunté a google. Y resulta que no es ni la una ni la otra: el huerto es, según la RAE, un terreno de corta extensión, generalmente cercado, en que se cultivan verduras, legumbres y árboles frutales. En la huerta, la tierra se utiliza también para el cultivo de verduras, legumbres y árboles frutales, pero tiene mayor superficie.

Nuestra casa es entonces un huerto: con un espacio para hortalizas y legumbres, un zapallar,  varios frutales y la compostera.

¡Hasta la próxima semana!

Eche

“Un viaje de mil millas comienza con un primer paso” (Lao Tsé)

[1]el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo” (Vía Campesina).

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