“El Cordobazo es la expresión militante, del más alto nivel cuantitativo y cualitativo de la toma de conciencia de un pueblo, en relación a que se encuentra oprimido y a que quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla y se lo impiden quienes especulan y se benefician con su postergación y su frustración de todos los días”. La definición le pertenece al histórico dirigente de Luz y Fuerza Córdoba, Agustín Tosco; referencia insoslayable de la lucha obrera en la Provincia, junto a Atilio López y Elpidio Torres.
Tosco respondió así, con una carta, desde el penal de Devoto en junio de 1970, a un pedido que le hicieran sobre el significado del Cordobazo, ocurrido apenas un año antes, el 29 de mayo de 1969, que significó la caída de la dictadura de Onganía y que marcó para siempre la historia del movimiento obrero y estudiantil de la provincia y el país.
Unidad en la resistencia
En la mencionada misiva, textualmente, Tosco cronica de la siguiente manera aquella jornada trascendental para la unidad obrero estudiantil en la lucha por la Justicia Social:
«El día 29 de Mayo amanece tenso. Algunos sindicatos comienzan a abandonar las fábricas antes de las 11 horas. A esa hora, el Gobierno dispone que el transporte abandone el casco céntrico. Los trabajadores de Luz y Fuerza de la Administración Central, pretenden organizar un acto a la altura de Rioja y General Paz y son atacados con bombas de gases. Es una vez más la represión en marcha. La represión indiscriminada. La prohibición violenta del derecho de reunión, de expresión, de protesta.
Mientras tanto, las columnas de los trabajadores de las fábricas de la industria automotriz van llegando a la ciudad.
Son todas atacadas y se intenta dispersarlas.
El comercio cierra sus puertas y las calles se van llenando de gente. Corre la noticia de la muerte de un compañero, era Máximo Mena del Sindicato de Mecánicos. Se produce el estallido popular, la rebeldía contra tantas injusticias, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policía retrocede. Nadie controla la situación. Es el Pueblo. Son las bases sindicales y estudiantiles, que luchan enardecidas. Todos ayudan. El apoyo total de toda la población se da tanto en el centro como en los barrios.
«Se produce el estallido popular, la rebeldía contra tantas injusticias, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policía retrocede. Nadie controla la situación. Es el Pueblo. Son las bases sindicales y estudiantiles, que luchan enardecidas. Todos ayudan. El apoyo total de toda la población se da tanto en el centro como en los barrios».
Es la toma de conciencia de todos evidenciándose en las calles contra tantas prohibiciones que se plantearon. Nada de tutelas, ni de los usurpadores del poder, ni de los cómplices participacionistas. El saldo de la batalla de Córdoba -El Cordobazo- es trágico. Decenas de muertos, cientos de heridos. Pero la dignidad y el coraje de un Pueblo florecen y marcan una página en la historia Argentina y latinoamericana que no se borrará jamás.
En las fogatas callejeras arde el entreguismo, con la luz, el calor y la fuerza del trabajo y de la juventud, de jóvenes y viejos, de hombres y mujeres. Ese fuego que es del espíritu, de los principios, de las grandes aspiraciones populares ya no se apagará jamás».
Compañeros y hermanos
Repasar estas líneas hoy, 29 de mayo de 2017, 48 años después del Cordobazo, puede ayudarnos a revisar nuestro ADN trabajador, nuestra memoria de luchas, para hallar allí estas huellas que distan de la apatía, el abatimiento, el desinterés y la falta de humanidad que ofrece el sistema capitalista a través de las ofertas de turno que tiene preparadas el capital concentrado para nosotros, las mayorías.
Las movilizaciones de esos días arremetían contra la derogación del sábado inglés, el congelamiento de sueldos, la paralización de la comisión del salario mínimo, vital y móvil y el aumento de la edad jubilatoria, todas medidas para “disminuir el costo laboral”. Medidas que hemos visto repetirse, a veces con la misma cáscara, a veces con alguna otra máscara, en las décadas siguientes. Hasta hoy mismo, con un ataque al Derecho a la Protesta que nos retrotrae a los momentos más oscuros de nuestra historia reciente.
Finaliza la citada carta, Agustín Tosco: «Todos juntos, trabajadores, estudiantes, hombres de todas las ideologías, de todas las religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su Compañero y su Hermano”.