Opinión: La tentación de los Personalismos

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Bonfigli MartinezLuego de la derrota sufrida en las internas radicales del pasado domingo, con la fórmula en la que el socialista Rodrigo Martínez era candidato a vice del radical Mario Bonfigli, el primero confirmó que su partido presentará una “propuesta propia en las próximas elecciones” argumentando ser “la única alternativa progresista en la ciudad” y embanderando una presunta identidad política “de centro-izquierda”.

Las fuertes declaraciones del referente socialista tienden, como mínimo, un manto de preocupación sobre aquellos que ejercemos el derecho cívico y somos llamados a hacerlo con responsabilidad y coherencia: los ciudadanos, los votantes, el pueblo al que representan.

Acierta Martínez al decir que sus banderas han sabido consolidar el voto  progresista en nuestra ciudad; no podemos olvidarnos que hace unos años atrás,  el Partido Socialista se legitimaba como tercera fuerza política frente a la tradición bipartidista local. En esa oportunidad, alrededor de 2800 ciudadanos depositamos nuestra confianza y nuestra convicción en esta alternativa que surgía y se fortalecía como actor político, dando el debate de igual a igual frente a los grandes aparatos partidarios.

Sin embargo, tampoco se puede perder de vista, y sorprende que -dada su trayectoria política- el pre candidato Rodrigo Martínez subestime el hecho de que la fuerza política que representa decidió jugar a nivel electoral, como la fracción dentro de una fracción en la interna radical. Todo esto con un costo y un peso político implícito, que se potencia y se agudiza cuando ante la derrota, el socialismo reniega también de esa alianza y se propone a las elecciones municipales por fuera de sus propios acuerdos.

Esta incoherencia ideológica deja entrever la que parece ser una debilidad constante hacia adentro de su estructura partidaria: resignar lo construido en manos de la tentación de los personalismos, y caminar en la delgada línea que divide la debilidad del oportunismo político-electoral, pagando el precio que haya que pagar.

Por Maia Nomikarios*

*Periodista

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