Por Pelado Rodríguez. La serie “Nisman. El fiscal, la presidenta y el espía”, del periodista inglés Justin Webster, consta de seis capítulos de una hora que se pueden ver por Netflix. Con testimonios inéditos y un corpus documental sorprendente, el trabajo expone las hipótesis que se manejan respecto de la manera en que murió el fiscal Alberto Nisman el 18 de enero de 2015 y repasa su labor en la investigación judicial sobre el atentado a la AMIA de 1994 que dejó 85 víctimas fatales.
El resultado es un apasionante material, con calidad de serie policial, que alterna elementos documentales con estrategias de no ficción para reunir en una misma pieza la palabra del hombre más temido de la inteligencia nacional, Antonio “Jaime” Stiuso; con la voz de la fiscal que se hizo cargo inmediatamente de la muerte de Nisman, Viviana Fein; el sospechado asesor informático del fiscal, Diego Lagomarsino; y el fallecido canciller argentino durante el último mandato de Cristina Fernández de Kirchner, Héctor Timermann, acusado por supuesta traición a la Patria.
Del documental forman parte además los periodistas Hernán Capiello (La Nación), Raúl Kollmann (Página/12) y Rodis Recalt (Revista Noticias). También el actual presidente Alberto Fernández (entrevistado en 2017); el ex fiscal de la Corte Penal Internacional Luis Moreno Ocampo; la ex titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso; el agente del FBI, James Bernazzani; y el ex representante de la CIA en Buenos Aires, Ross Newland, entre otras figuras.
El trabajo de Webster, que tomó cuatro años de investigación, indaga sobre la forma en que murió Nisman, la manera en que se investigó su muerte y las hipótesis respecto, no sólo de la manera en que murió sino principalmente de las razones que llevaron a su muerte trágica. Asimismo, inevitablemente hila este trágico desenlace con el atentado a la AMIA de 1994, a través de material documental, registros fílmicos, extractos mediáticos, escuchas de inteligencia y diversos testimonios de protagonistas directos de los hechos narrados y de periodistas que los vienen investigando.
El relato teje su hilo narrativo con imágenes de docuficción que pretenden completar lo que se dice y lo que se sospecha. La pulida estética visual toma elementos de las series policiales más actuales para que el documental no se vuelva tedioso y, en un ritmo cadencioso, invite a quedarse mirando y a seguir cada detalle con atención.
En lo que a contenido refiere, se entrelazan permanentemente documentos con grabaciones de pericias, extractos de análisis periodísticos y entrevistas televisivas, y conversaciones especialmente grabadas para este trabajo. Webster casi no interviene con su voz, excepto cuando se le escucha repreguntarle a “Jaime” Stiuso, para tratar de eludir el habitual silencio (adosado a una risa socarrona) con que el espía dispensa mantos de sospechas sobre sus adversarios, sin proferir ninguna certeza.
La serie cumple, sin ser complaciente. No se apega a ninguna de las hipótesis, pero aporta los documentos, los testimonios y las pruebas que a cada una de ellas le da entidad. Concretamente: al final del documental no se sabe si Nisman se suicidó por razones íntimas, si fue inducido para hacerlo o si lo asesinaron. Tampoco se logra develar quién o quiénes estuvieron detrás del atentado a la AMIA. Hay quienes opinan que Webster termina inclinando la balanza hacia la hipótesis del suicidio y que victimiza a Viviana Fein y a Héctor Timermann. Lo cierto es que el principal aporte que brinda este trabajo audiovisual es un corpus de información que denota un comprometido, objetivo y muy profesional trabajo periodístico, en pos de evidenciar que detrás de los crímenes, hay una diversidad de intereses que ha logrado “embarrar la cancha” para que nunca se llegue a la verdad.
Con este documental en seis capítulos, Webster logra atravesar la grieta que en nuestro país lleva a que no se pueda avanzar en análisis objetivos sobre estas muertes trágicas, para invitar a la audiencia a hacerse preguntas. A cuestionar. Y principalmente a descubrir que, gobierne quien gobierne, hay determinados sectores poderosos que perviven en las sombras, direccionando lo que se dice y hace y principalmente lo que se calla y se esconde.