El martes 10 de marzo, la referente de la Asociación Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora, Nora Cortiñas, participó de la jornada «Guardianes de la Memoria – Guardianes de la Vida» que arrancó en la ciudad de Córdoba y culminó en el «Refugio Libertad», espacio recuperado que funciona en el ex Grupo de Artillería 141 de José de La Quintana. Allí compartió una charla abierta en la que habló de los Derechos Humanos de ayer y de hoy.
Cortiñas estuvo acompañada en la mesa por el periodista Adrián Camerano; Martín Hissa, de la organización La Creciente y miembro de la comitiva que en noviembre de 2019 viajó a Bolivia para recibir testimonios de víctimas del golpe de Estado en el vecino país; y también Pablo Pimentel, referente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de La Matanza, Buenos Aires.
Entre los presentes, estuvieron Silvia Quevedo (Coordinadora Provincial de Barrios de Pie), Pablo Nori Montes (Secretario General de CTEP-Cba), Gildo Onorato (Dirigente del Movimiento Evita), integrantes del Encuentro de Organizaciones (EO), como también del Movimiento Campesino de Córdoba, y militantes del Colectivo Pravachasca por la Memoria y el Nodo Paravachasca de la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos, entre otras organizaciones. Completaron el nutrido auditorio, en pleno espacio recuperado al olvido, vecinas y vecinos de La Quintana y de localidades vecinas.
Palabra(s) de Norita
Cortiñas arrancó su charla recordando a su hijo Carlos Gustavo, detenido desaparecido desde 1977. «Argentina es un país con gente llena de ilusiones», dijo Norita, respecto de las desaparecidas y desaparecidos y las generaciones luchadoras del país.
«No pensábamos hace 40 años que el terrorismo de Estado que vivíamos era tan tremendo, que algún día íbamos a tener un poco de Justicia», manifestó la histórica referente de Derechos Humanos. «El éxito hubiera sido abrazarnos con nuestros hijos e hijas, todo lo demás que tuvimos fueron logros de la lucha, de salir a la calle», reconoció. «En ese caminar vivimos todos los avatares, pero sin bajar los brazos nunca», completó.
Respecto a la recuperación del 141 para convertirlo en el proyecto de economía popular que llevan adelante las organizaciones, bajo el nombre «Refugio Libertad», dijo Norita Cortiñas: «Hoy estoy acá en este espacio que me conmueve de pensar qué pasó por acá, cuánta gente pasó por acá, a cuánta gente le mataron los ideales y sus sueños». Allí recuerda que antes no estaba muy convencida de recuperar para la vida lugares por donde había transitado la muerte y la crueldad. «Cada espacio que recuperamos y que le podemos vida con los niños que van y vienen y juegan, le robamos al terror la parte dramática para hacerlo esto para vivir», concluye.
Norita también se refirió con dureza a la represión en Chile y a la dictadura en Bolivia. «Hay que cambiar el mundo», desafió entonces. «Nadie en este país puede bajar los brazos nunca, nadie puede ni debe decir ‘hoy no voy a esta marcha porque estoy cansado'», propuso con firmeza, apuntando a jóvenes y adultos a que no haya cese en la movilización. Y se ganó el aplauso generalizado al mencionar que tiene casi 90 años y no piensa dejar de manifestarse por las causas vinculadas a los Derechos Humanos.
«Yo no me puedo quedar en mi casa el día que hay una marcha», señaló esta mujer de estatura pequeña y de imponente figura, que durante toda la jornada, en su lento caminar concedió infinitos y amorosos abrazos a cada quien se acercó a saludarla, sacarse una foto con ella, compartirle una emoción y agradecerle el compromiso inclaudicable.