En barrio Observatorio de la ciudad de Córdoba, el sábado 23 de julio próximo se reconocerá como espacio de memoria a la ex imprenta del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) que durante más de dos años resistió a la dictadura, difundiendo ideas revolucionarias, hasta su caída en 1976, cuando fue convertida en un centro clandestino de detención y torturas.
El Ejército mantuvo como sitio del terror a esta vivienda de Fructuoso Rivera 1035 hasta 1979. 40 años después y tras una década y media de forcejeos judiciales, la casa fue recuperada por la militancia. Desde el 8 de marzo de 2019, se ha convertido en la «Casa de la Memoria Imprenta del Pueblo Roberto Matthews», que reparte sus horas entre obras de mantenimiento y recuperación, cuidadas visitas guiadas y encuentros con las militancias actuales.
Carlos «Vasco» Orzaocoa es un reconocido abogado y militante de izquierda cordobés, que supo formar parte del PRT en los años ’70 y en la actualidad forma parte del equipo que sostiene este flamante espacio de memoria. En una entrevista con «Que No Se Te Escape», reconoce que la señalización que hará la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, con Horacio Pietragalla Corti a la cabeza, implica un reconocimiento de que «cómo se construyó la imprenta y las ideas que difundía, son patrimonio del pueblo argentino».
Una tarea faraónica
«En la década del ’70 vivíamos los argentinos una situación muy difícil entre dictaduras militares. Bajo esos gobiernos no se podía editar revistas, diarios o folletos que apoyaran la lucha de resistencia antidictatorial del pueblo y de los trabajadores. Entonces, la única forma era mantener el aparato de impresión y propaganda en clandestinidad. Para eso se hizo esta imprenta clandestina, que está diez metros bajo tierra en una bóveda de 16 metros de largo por 4 de ancho y donde funcionaban impresoras muy actualizadas en su tecnología para esa época. Allí se imprimía el periódico del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), que se llamaba El Combatiente, y se imprimía también la prensa del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), que se llamaba Estrella Roja. A través de un aparato de distribución, el material se llevaba a todo el norte y oeste del país: Santiago del Estero, Jujuy, Salta, Catamarca, Tucumán, La Rioja, Mendoza y Córdoba. Se llegaron a imprimir 120 mil periódicos en un mes. Se distribuía en las fábricas, en las universidades, en los ingenios azucareros, en todos los sectores donde había gente interesada en conocer una visión más popular, más de izquierda, más socialista como una alternativa a los gobiernos».
En el breve relato, Orzaocoa erige una postal de época, en la que permite dimensionar la importancia que tuvo la imprenta, tanto para la resistencia como para los gobiernos dictatoriales.
La imprenta funcionó entre 1974 y 1976. «Para hacerla, se requirió un año y medio, en el que un equipo de 13 a 14 compañeros, con pala y pico, hicieron todo el túnel y la bóveda, sacando como 200 toneladas de tierra», repasa Orzaocoa. «Era una clandestinidad muy estricta, porque además de la complejidad de trabajar diez metros bajo tierra, había que lograr que los vecinos no se enteraran», completa.
«El 12 de julio de 1976 el Ejército ocupó la casa y aquello que había sido un lugar de propaganda, difusión e impresión de ideas, se convirtió en un centro clandestino de detención y torturas, al que fueron llevadas personas detenidas por su militancia política. Allí eran torturadas y desde allí se las trasladaba a otro centro de detención, como La Perla, donde directamente desaparecían, o Campo La Ribera, donde la mayoría era blanqueada después en las cárceles.
RADIO TORTUGA (RT): ¿Cómo se entera la dictadura de que funcionaba ahí la imprenta?
CARLOS «VASCO» ORZAOCOA (CVO): Durante dos años y pico, el Gobierno sabía de esta actividad de prensa, porque los periódicos circulaban por todos lados. Para ellos era muy complicado que se difundieran esas ideas. La búsqueda de esta imprenta por parte del Ejército era muy intensa. Hacían allanamientos masivos y uno de los objetivos era encontrar esta imprenta. Por diversas situaciones, en julio efectivamente encontraron el lugar. Por suerte, los compañeros alcanzaron a salir, anoticiados de que iba a ser intervenida la imprenta. Fueron a Buenos Aires, pero en 1977 los desaparecieron. El Ejército los llevó a Campo de Mayo y desde allí a los vuelos de la muerte.
Sitio de memoria
RT: ¿Cómo fue volver a esa imprenta que funcionó como espacio de resistencia y que fue convertida durante los años del terrorismo de Estado en un lugar del horror?
CVO: Después de un largo juicio, que duró como 15 años, se pudo recuperar esta casa el 8 de marzo de 2019. Hace tres años estamos con la casa recuperada. Estaba colapsada, porque durante cuarenta y pico de años hicieron que estuviera desaparecida. La bóveda estaba muy deteriorada, inundada de agua. En estos tres años, se están recuperando los techos, se secó la bóveda y se trabaja en una restauración de su estructura. Las máquinas de la imprenta fueron llevadas por los militares y estimamos que están en algún museo de la subversión, que tiene el tercer cuerpo del ejército.
RT: Quien visite la casa, ¿qué puede ver allí?
CVO: Estamos implementando un plan de visitas guiadas los viernes, a partir de las 15, en las que a quienes vienen, les explicamos la historia de la casa, de quienes vivían, de los militantes que hicieron la bóveda, los militantes que imprimían los materiales. Y hemos confeccionado una escalera con resguardos. Se puede bajar de a pocas personas. y ver directamente cómo eran las estructuras, que asombran a ingenieros y arquitectos por la capacidad que hubo que tener para construirla.
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FOTOS: FACEBOOK CASA DE LA MEMORIA IMPRENTA DEL PUEBLO ROBERTO MATTHEWS