Falleció Oscar Salas, un querido contador de historias, dibujante y baterista

0

El inquieto artista supo dibujar a «Inodoro Pereyra» cuando Roberto Fontanarrosa ya no podía sostener la tira, trabajó en la mítica «Hortensia», acompañó a varias generaciones de niñas, niños y jóvenes con «El desenredador de estrellas» y «El día en que las abuelas perdieron la memoria»; y supo construir un dúo fascinante de música, dibujos e historias junto al fallecido bajista Santi Ortiz.

En una entrevista de 2021 con la Radio Tortuga 92.9, al consultársele si como baterista, escritor e ilustrador, ordenaba de alguna manera sus oficios al presentarse, respondió: «Me considero un imaginador. Doy rienda suelta a cualquiera de esas actividades cuando el trabajo lo amerita o las ganas llaman».

Según narró aquella vez, el estímulo familiar acompañó sus primeros años en el arte: «Mi viejo era un dibujante tremendo, era escritor, era muralista. Mi vieja pintaba y cantaba hermoso. Yo crecí rodeado de eso. Mi viejo escuchaba folklore, música clásica». María Elena Walsh lo motivó a elegir la literatura que, definió aquella vez, «es ritmo, es matemática, es rima; es tiempo perfecto». Y ligando las palabras con los sonidos, introdujo otra de sus pasiones para completar la definición: «Como si un batero mete un palo fuera de tiempo, lo mismo pasa con la métrica de la poesía«.

Respecto de la música, puntualmente, conceptualizó: «Cuando alguien toca, si el resto, quienes lo escuchan, mueven los pies al ritmo… ¡está todo bien! Porque por ahí pueden ser muy virtuosos, pero si la audiencia no se mueve, hay algo que no está pasando. Esos fueron mis inicios, mis primeros contactos con la música. Después siempre estuvo incorporada en mi laburo. Yo no puedo trabajar sin música. Cuando estoy en la computadora, tengo música y atrás mío está la bata. Por ahí llega un tema, entonces dejo la compu, voy, toco el tema y vuelvo a la compu. Son estímulos que empezaron muy temprano».

Sobre su pasión por el trabajo artístico, dijo entonces: “Soy como un perro que no suelta un hueso hasta que no le sacó la última gotita de jugo”. En medio de su respuesta, incorporó una breve fábula para seguir definiéndose: “Una vez le preguntaron a un ciempiés cómo hacía para caminar tan rapidito, coordinando las cien patitas sin tropezar… Dicen que el ciempiés se puso a pensarlo y no pudo seguir nunca más”. Entonces concluyó: “Yo no me lo pregunto, mi vida ha sido ir para adelante con puertas que abrieron otras y otras y otras…”.

¡Hasta siempre «Flaco! ¡La Tortuga te despide con mucho amor, respeto y admiración!

LEER LA ENTREVISTA COMPLETA: UN IMAGINADOR TENAZ DE LAS HISTORIAS, LOS DIBUJOS Y LOS SONIDOS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí