Por Mateo Ortiz (*). El sociólogo, analista de medios y Director de la AM 530 Somos Radio, de Madres de Plaza de Mayo, Daniel Rosso, habló con Papel Tortuga sobre la batalla cultural y la construcción discursiva del gobierno. Además, se hizo eco de la presentación del presupuesto 2025 por parte del presidente Javier Milei y analizó la última clase magistral de la ex presidenta Cristina Fernández.
PT: Hablás de agendas individuales y del fragmento viral en redes: ¿Cuánto de eso tomó Milei para llegar a ser presidente?
DR: Milei es un personaje de la métrica, me animo a decir que es el primer influencer que se hizo Presidente en la historia de Argentina. Vos pensá que los estudios dicen que en el país las personas pasan un promedio de 11 horas diarias en las redes sociales. Es inevitable que en algún momento del día se crucen con un video o publicación de él.
De todas formas, es un personaje que fluctúa entre los dos tipos de medios. Si bien Argentina al día de hoy cuenta con influencers nativos de las redes sociales, Milei cimentó su carrera en los medios tradicionales, con un modus operandi que mantiene al día de hoy, que es romper todo a donde sea que vaya. No por nada presenta el presupuesto un domingo a la noche, llevando a acciones como pedirle a Susana Giménez que postergue el arranque de su programa en la televisión.
PT: ¿En qué aspecto te basás al momento de analizar la construcción discursiva de Milei y este gobierno?
DR: Cuando era panelista veía mucho dos cosas, su temperamento y su capacidad de esconder detrás de muchos tecnicismos los conceptos que enunciaba. Erigió una imagen de superhéroe que al día de hoy busca sostener en su gobierno desde los aspectos simbólicos, proponiendo una suerte de realidad paralela. Un ejemplo de ello es el posicionamiento de la diputada Lilia Lemoine como uno de sus principales referentes, que antes de dedicarse a la política era conocida por su faceta de cosplayer.
Es un gobierno que pretende exponer defectos de la democracia como sistema. En los ‘80, Alfonsín tomó como consigna de campaña “con la democracia se come, se cura y se educa”.
Hoy, con el veto a la nueva ley de movilidad jubilatoria, y hay que ver qué sucede con el financiamiento universitario, se intenta mostrar lo contrario. También le ha dado una funcionalidad a la mentira ante sus interlocutores. Antes los políticos trataban de esconder la mentira, este gobierno no sólo la expone absurdamente, sino que al momento de confrontar la sostiene. Es un “no me importa que tengas pruebas, es así porque yo lo digo”, y eso de una forma u otra desactiva cualquier tipo de debate. Es una forma de llevar adelante la batalla cultural.
(*) LEÉ LA NOTA COMPLETA EN LA EDICIÓN 213 DE SEPTIEMBRE DEL PAPEL TORTUGA.
Si querés que todos los meses llegue Papel Tortuga a la puerta de tu casa, entrá al enlace de acá abajo: