El 33º Encuentro Anual de Colectividades comienza el miércoles 5 de Febrero con una edición «de bolsillo» en cuanto a su extensión y con algunas «novedades» que en realidad intentan recuperar las raíces de la fiesta. Una «prueba piloto» a la que la gestión de Marcos Torres apuesta fuerte.
El Encuentro Anual de Colectividades comenzó como una celebración de Alta Gracia como localidad «multicultural», que pretendía apostar a la diversidad y al encuentro de sus vecinxs a través de la gastronomía y cultura de diversos colectivos de inmigrantes.
Fue a fines de la década del ’80 cuando la «Sub Comisión de Fiestas» del municipio, en ocasión de celebrarse el 400º aniversario de la Estancia de Alta Gracia, convocó a inmigrantes y familiares radicadxs en la ciudad a colaborar con la organización de los festejos. España, Italia, Francia, Grecia, Japón, Siria-Líbano, Alemania, Israel, Perú y México fueron los primeros stands en formar parte del evento. Fue el éxito de esta celebración lo que condujo al municipio a «oficializar» el Encuentro y comenzar a organizarlo periódicamente.
Desde ese momento, el Encuentro comenzaría a asentarse en el sentir de la ciudadanía local y, no sin polémicas varias, a crecer hasta configurarse como una atracción turística que permitió a la ciudad proyectarse hacia otras fronteras.
¿Todo el mundo EN Alta Gracia o todo el mundo DE Alta Gracia?
Con el correr de los años, el Encuentro Anual de Colectividades, que llegado un momento debió ser trasladado del Tajamar por recomendación de la UNESCO, vivió una de las acciones más polémicas por parte de la organización del mismo: El cierre del predio al libre tránsito y el cobro de entrada al mismo, además de entradas a otro precio para las plateas que permitían apreciar los diversos números artísticos desde una ubicación preferencial con respecto al escenario del evento y con un vallado que separaba esta zona del resto del predio.
Con el correr de los años, aún después de haberse trasladado el Encuentro a su actual predio, el vallado y las entradas, cada vez más onerosas, fueron profundizando el desencanto vecinal y la exclusión de los sectores de menor poder adquisitivo que se vieron imposibilitados de participar de la fiesta, generando desde hace años «una fiesta paralela» que permite a quienes no pueden acceder al Encuentro, poder disfrutar igualmente de las noches de verano de mayor movimiento en la ciudad.
A su vez, durante las diversas gestiones de gobierno que tuvo la ciudad, también diversas fueron las polémicas suscitadas con respecto al destino del Encuentro ante la urgencia de retirarlo del Tajamar, llegando incluso a peligrar el monte nativo cuando el ex intendente Facundo Torres propuso trasladar la Fiesta al predio de Potrero de Loyola; o bien ante cuestiones tales como el tratamiento que reciben lxs artistas locales en la fiesta o la polémica elección de la embajadora, a contramano de otros festivales importantes que entendieron dicha acción como un comportamiento cosificador y heteropatriarcal.
Este modelo de «festival turístico», con sus luces y sombras, fue evolucionando de la mano de otros importantes festivales de la Provincia que también priorizaron el ingreso de capitales turísticos más que el encuentro vecinal y, también, descuidando en muchas oportunidades el aporte intercultural que la presencia de las colectividades de inmigrantes suponía en los orígenes de la Fiesta.
¿Cómo se organiza la Fiesta?
Otro de los puntos a tener en cuenta al momento de pensar el Encuentro Anual de Colectividades tiene que ver con el modo en que el mismo es organizado. Si bien históricamente el Encuentro es llevado adelante desde una Comisión (cuya elección es en sí misma, cada año, materia de polémica), es innegable la injerencia del Departamento Ejecutivo en la misma, lo cual ofrece diversos debates acerca de si el encuentro debería dejar de ser autárquico para municipalizarse «oficialmente» o no; y sobre qué posibilidades y problemáticas ofrece la Ordenanza que rige al evento más importante de la ciudad, la cual es sistemáticamente incumplida, fundamentalmente, en cuanto a la conformación de la Comisión y muy especialmente en cuanto a los plazos en los que se deberían presentar los balances de la Fiesta, cosa que permanentemente, y tanto durante gobiernos radicales como justicialistas, no sucede.
Intendente nuevo ¿fiesta nueva?
Marcos Torres se consagró como intendente de la ciudad de Alta Gracia en las últimas elecciones municipales, asumiendo su cargo en el mes de diciembre de 2019 y encontrándose, por lo tanto, con muy poco tiempo para la realización de «sus primeras Colectividades» como jefe del Ejecutivo Municipal.
En un innegable contexto de ajuste, el intendente de la ciudad se vio obligado a repensar el evento y tomar decisiones que han dado a la fiesta de un formato que se anticipa diferente al encarado por su hermano Facundo, ex intendente de Alta Gracia.
Desde un primer momento, Marcos Torres anunció su decisión de generar una fiesta que generara menos gastos, acortando la extensión de la misma (de ocho noches que duró el evento en 2019 a las cinco que tendrá en esta edición), dando de baja incluso a artistas de éxito garantizado como Jorge Rojas, quien decidió armar su propio festival en Anisacate y que incluso llevó a dicho municipio a abrir un registro de alojamientos por la gran expectativa que este evento ha generado. De esta manera, Torres decidió apostar a una grilla más austera cuyo principal «peso pesado» para esta edición será Abel Pintos, quien según diversas fuentes habría aceptado cobrar un caché menor al que acostumbra (que suele ser en dólares), dado su interés particular en seguir siendo parte del Encuentro.
Con relación a la integración vecinal en el Encuentro, el intendente altagraciense brindó en el mes de noviembre de 2019 una extensa entrevista a Radio Tortuga 92.9 en la cual aseguró: «Yo noté fiestas diferentes, una para el artista con una platea cerrada, una para las colectividades y otra afuera. Lo que yo quiero es hacer una integración, que no involucre un gasto significativo para el vecino, que sea una opción ir a comer, dar una vuelta y ver un artista. Que no sea una frustración para un ballet, ensayar todo un año y tener que bailar al frente de 60 metros de sillas, frente a una platea cerrada.» De manera coherente con esta postura, esta nueva edición de Colectividades no contará con un campo separado del escenario por la platea, sino que se ha optado por modificar la distribución de la misma para garantizar que toda persona que ingrese al predio pueda, aunque sea desde el campo, apreciar el espectáculo.
Otra novedad es que en esta edición no habrá elección de Embajadora, como ya lo había anticipado el intendente a Radio Tortuga, haciéndose finalmente eco del reclamo de organizaciones feministas y de derechos de toda la región.
Con todos estos condimentos y con insistentes pronósticos de lluvia para los días del Encuentro que traen más de un dolor de cabeza a la organización del mismo y al propio intendente, la ciudad aguarda el comienzo de su evento más importante en el que se verá en qué medida las decisiones de Torres han sido (o no) acertadas para volver a acercar la fiesta a la ciudadanía sin perder el potencial turístico para los sectores que se benefician de la misma.

FOTO: Archivo DiarioTortuga.com