El viernes 13 de diciembre, a las 18, la docente Cristina Verra presentará en el Museo del Che su primer libro «La valentía de Samuel», pensado para las infancias e ilustrado por Romina Gargano. En una entrevista con la Radio Tortuga 92.9, la autora anticipó que la actividad contará con música en vivo y la exposición de algunos de los dibujos del libro.
«Estoy muy agradecida y contenta, tenemos casi todos los libros vendidos», expresó Verra, respecto a la primera edición de 70 ejemplares, cuyo éxito obligó a empezar a proyectar una nueva edición para presentar en los próximos meses.
Respecto al origen de este trabajo, repasó Cristina Verra que en el marco de un trabajo práctico de una formación de crianza para niños, surgió «La valentía de Samuel«, aunque con una versión diferente que la autora fue trabajando con diversos acompañamientos. «Mi prima Cecilia Griffa le dio una primera lectura y me ayudó a trabajar con flora y fauna de nuestra zona, para que el libro se volviera más cotidiano y menos solemne», recordó.
A partir de allí, convocó a la ilustradora y también a la diseñadora, para empezar a proyectar el libro final. «Ninguna de las tres había trabajado en un libro infantil; creíamos que en seis meses lo íbamos a sacar y nos llevó dos años. Mucha gente nos ayudó a editarlo, a corregirlo, a sacarnos dudas», detalló.
En su caso, si bien como escritora no tiene mayor trayectoria, sí trabajó muchos años en la escuela Waldorf Luces del Valle, que funciona en Anisacate, y se está formando como maestra Waldorf. Asimismo, brinda talleres para niños y se encuentra experimentando con la narración. «Estoy en el mundo de los niños y las infancias, pero no en la literatura infantil más que como un hobby», reconoció.
En cuanto a la historia de «La valentía de Samuel», indicó Verra que con el propósito de ayudar a atravesar y superar miedos, impotencias, soledades de un niño introvertido y tímido.
«Me gustó escribirlo, pero fue también una excusa para conectar con los niños a través de historias. Cualquiera puede hacerlo. A mí me contaba los cuentos mi abuela, que no tenía ninguna formación de nada y me contaba historias reales de su vida en el campo y era la mejor narradora», subrayó.
«Yo cuento cuentos en la escuela Waldorf y también en la escuela común. Cuando contás con presencia, los niños se entregan y los cuentos les llegan. La narración oral tiene una fuerza muy potente. Ellos tienen todo y sólo hay que facilitar espacios para que puedan expresarse», agregó.
Y concluyó: «A partir de las historias orales, se pueden tender puentes con las infancias para actuar y explorar a través del arte lo que tienen para ofrecernos«.
