Crónicas de Aldea: ¡Don Manuel, tiene teléfono!

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*Por Hugo De Pascuale

El aviso era portado habitualmente por una niña que vivía con sus papás, españoles ellos, que habitaban la casa contigua al chalet Los Espinillos donde Manuel de Falla residía con su hermana para los años de 1940.

El compositor estaba encantado de tener vecinos españoles que oficiaban como caseros de esa propiedad de la familia Peña, pues cuando lo llamaban de España la niña Susana Cali trepaba la pirca divisoria, golpeaba con sus nudillos y acezando le decía…. ¡que van a llamarle de nuevo en una hora Don Manuel!

El gran músico se tomaba tiempo entonces para acicalarse, vestirse y caminar lentamente por los jardines de ambas casas para aguardar la llamada del laudista Paco Aguilar o cualquiera otra de músicos y amigos de la península. Había llegado a esta casa hoy museo poniendo distancia de la Europa implicada en el desastre de la guerra.

Entre las dos guerras, Falla había pasado en París etapas de gran creatividad y acaso por esos tiempos esté lo más excelso e importante de su obra musical, pródiga en belleza pero limitada en su número, acaso por una obsesiva búsqueda de una armadura técnicamente perfecta, casi como un arte sonoro cuidadosamente cincelado. Si hubiese un parangón, diría que como un escultor corregía su obra hasta el hartazgo para pulirla y embellecerla.

Pasaría asimismo en el París de entonces grandes necesidades y carencias, pero en ese ir y venir a su patria habría de conectarse con Dukas, maravillarse con Stravinsky y también encontrar un lenguaje españolísimo como jamás haya sido compuesto. Allí está El amor brujo, El sombrero de tres picos, Siete canciones populares españolas, Noches en los jardines de España y una obra que no me cansaré jamás de escuchar: La Vida Breve.

Decíamos más arriba que puso distancia –huyó es la palabra, de las guerras hay que huir- y primero aterrizó en Villa del Lago, de bruma y clima no propicio para Falla, consiguiendo después por gestión de amigos alquilar este chalet Los Espinillos cuyo monto abonaba en dos tercios Guillermo Cambó, acaudalado español que residía en el Sierras Hotel.

Manuel María de los Dolores Falla y Matheu, que con ese nombre vino al mundo – el agregado de para que su apellido así compuesto sonara mejor vino mucho después – falleció en la Ciudad de Alta Gracia el 14 de Noviembre de 1946 apenas 9 días antes de cumplir los setenta, temido séptimo decenio así expresado a todos quienes le conocían, pues Falla creía firmemente en leyendas de su patria de origen gitano.

Nunca sabremos cuanta influencia tuvo en su vida aquella niñera morisca que dicen le cantaba suavemente al niño para acunarlo.

manuel de falla(1)

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