Distribuir la riqueza para dignificar el trabajo

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Por Pablo Rodríguez. Este nuevo 1° de Mayo, Día de las / los / les trabajadores, invita a reflexionar sobre los desafíos sociales que conlleva alcanzar el tan trillado y manipulado mantra que indica que «el trabajo dignifica».

Al cierre de 2022, el índice de desocupación que mide el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), a partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), indicó que la tasa de empleo subió al 44,6% y la desocupación bajó al 6,3%.

Datos positivos que pierden peso en un escenario de crisis, en el que el contexto apremiante de pandemia, guerra y sequía compone un escenario que hace reinar la incertidumbre.

Ante esto, el mercado se retrae y los Estados están obligados a tomar decisiones de peso para que los cimbronazos generen el menor daño posible.

La informalidad, la precarización e incluso la trata (la esclavitud del Siglo XXI); la inflación que deprecia el salario real; la injusta distribución de la riqueza; y las reivindicaciones por mejoras de las condiciones laborales, que en tiempos de crisis quedan postergadas frente a las demandas por los sueldos; ponen a la cuestión del trabajo en el centro de las preocupaciones.

Redistribuir es la tarea

«Trabajar menos, trabajar todos, producir lo necesario, redistribuir todo«. La frase que cobra vigor en estos días remite a la reducción de las horas de trabajo sin pérdida de salario, a la búsqueda de una producción sustentable y con menos desperdicio, y a la cada vez más evidente injusta distribución de la riqueza en el mundo, que a nivel global expresa lo que se evidencia en cada país, región, localidad.

«No se trata del dinero / sino más bien del trabajo, / con los tomates de abajo / se llena el cajón entero», cantaba el poeta uruguayo Alfredo Zitarrosa.

La organización Oxfam Internacional reveló que «el 1% más rico ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde 2020 a nivel global (valorada en 42 billones de dólares), casi el doble que el 99 % restante de la humanidad».

Agrega incluso que «durante la última década, el 1% más rico ha capturado alrededor del 50% de la nueva riqueza».

Analiza la organización que «mientras la gente corriente hace sacrificios diarios en lo esencial como los alimentos, los súper ricos han superado incluso sus sueños más osados».

Incluso en este contexto de conflictos globales, donde pareciera que la humanidad toda sufre embates que no puede controlar, Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam, da cuenta a fines de 2022 que «tras solo dos años, la presente década ya se perfila como la mejor hasta la fecha para los milmillonarios: una década dorada de bonanza económica para los más ricos del mundo».

En ese marco, afirma que «aplicar mayores impuestos a los súper ricos y a las grandes empresas es una puerta de salida a las múltiples crisis a las que nos enfrentamos actualmente» y apela a «derribar el mito de que los recortes fiscales para los más ricos terminarán de alguna manera beneficiando al resto» al asegurar que «40 años de rebajas fiscales para los súper ricos han demostrado que las oleadas de privilegios solo terminan por beneficiarles a ellos».

La solidaridad como alternativa

A fines de los años ’90, cuando la fantasía neoliberal que en la Argentina había impuesto el gobierno de Carlos Menem empezaba a resquebrajarse a la vista de todo el mundo, las mayorías de los barrios populares más postergados encontraron en asambleas, movimientos de desocupados, ollas populares, instancias de educación popular, bolsas de trabajo y cooperativas (con más o menos formalidad) herramientas no sólo para dar respuesta a la urgencia, sino también para generar un nuevo horizonte de expectativas posible.

A nivel internacional, estudios dan cuenta de que en la actualidad el cooperativismo da trabajo al 10% de la población ocupada en el mundo.

En nuestro país, «el cooperativismo es un generador de trabajo decente, tanto para personas en situación de riesgo social como para jóvenes profesionales», supo decir Ariel Guarco, presidente de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) y presidente de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar), en una entrevista con Télam.

Guarco aseguró que en el cooperativismo «hay unos 400.000 trabajadores», que representan el 10% del PBI (Producto Bruto Interno), aunque advirtió que se trata de un número que podria ser mayor, con estimaciones más precisas por parte del Indec.

El cooperativismo no es sólo un nicho posible para la generación de trabajo; es también una alternativa a la que ofrece el capitalismo con su oferta apatronada.

El cooperativismo sienta sus bases en una serie de valores (autoayuda, autorresponsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad) y principios: Membresía voluntaria y abierta; Control democrático de los miembros; Participación económica de los miembros; Autonomía e independencia; Educación, formación e información; Cooperación entre cooperativas; Preocupación por la comunidad.

Que la dignidad se haga costumbre

Las frases «ganarás el pan con el sudor de tu frente» y «el trabajo dignifica» han justificado y justifican las más atroces y las más sutiles injusticias en el campo laboral.

La dignidad la da el encontrarse con la cosa producida, en un ámbito en el que las personas trabajadoras son parte de la discusión sobre el rumbo que el mundo del trabajo debe tomar.

En tiempos en los que vuelven a cobrar fuerza las ideas de la flexibilización laboral y previsional, como falso diamante que derivaría en mejores condiciones de vida, paralelo al debate abierto sobre el avance de la inteligencia artificial; urge comprometernos con pensar modelos que no dejen a nadie afuera.

Hubo, hay y habrá alternativas para que el trabajo sea un real ordenador de la vida social.

Pero para que lo sea de manera justa, debe haber oportunidades para todas las personas, una distribución justa de la riqueza y una educación formada en relaciones solidarias en torno del trabajo; para lograr aquella prédica que expresaba el cantautor Atahualpa Yupanqui de manera tan contundente: «Que naide escupa sangre pa’ que otro viva mejor».

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