Norita Maidana vive en Villa Los Aromos, es docente jubilada y miembro de la comunidad Diaguita. Actualmente se dedica a la búsqueda, recolección, preparación y puesta en común de los usos medicinales de los yuyos. En esta nota nos cuenta sobre las propiedades de los yuyos, el giro hacia medicinas no convencionales, y la importancia de la sanación del cuerpo y el alma.
“Para mi la medicina hoy es totalmente distinta al concepto que tenía hace algunos años. Si bien este camino de los yuyos, es un camino recorro hace varios años, durante mucho tiempo estuve mucho más cerca de la medicina alopática para tratar de curar cualquier dolencia”, cuenta Norita.

Hace ya un tiempo que ve la medicina desde otro lado, desde una visión donde no se trata de curar solo un síntoma, sino de curar integralmente lo que nos está pasando, partiendo desde una cosmovisión Andina donde cuerpo y espíritu son una sola cosa: “este cuerpo que vemos, tocamos y sentimos, es solo una parte de lo que somos”, expresa.
“Si pudiéramos ver lo que no está pasando, podríamos ver que cuando nos enfermamos del aparato respiratorio en realidad nos hemos enfermado de tristeza; cuando nos enfermamos del hígado, en realidad nos hemos enfermado de enojo. Este cuerpo físico hace un síntoma para advertirnos qué está pasando en nuestro cuerpo energético; los yuyos hacen ese camino de sanar no solo lo físico, sino también la energía”, asegura Maidana.
Por fortuna, y lejos de los costosos precios de la farmacia, muchos de los yuyos que se utilizan están al alcance la mano si une se predispone a su encuentro. Algunos son más frecuentes que otros, Norita enumera algunos, por poner un ejemplo.
«La corteza del árbol de chañar (que no es un yuyo, pero para mi es de cabecera) sirve para el aparato respiratorio, para curar y limpiar los pulmones; nos ayuda a sacar la tristeza de adentro que se nos ha pegado en forma de moco. Otro yuyo es el romero, para curar el corazón y fortalecer el amor propio. La carqueja para curar el hígado y los enojos. La ortiga para hacer fluir la sangre y hacer fluir en lo cotidiano nuestra relación con el afuera», cuenta.
Si bien podría estar gran parte del día nombrando yuyos, para Norita lo más importante es que “cada yuyo nos trae medicina y nos aporta sanación”.
El giro espiritual
Si en la edad media el dolor físico y moral se consideraban la vía óptima para el espíritu, con el tiempo la medicina occidental moderna daría un giro quitando lo espiritual del centro. Sin embargo, hoy en día parece advertirse un retorno en torno a lo espiritual, donde las personas buscan alternativas a los fármacos y la mirada institucional de los síntomas.
Norita cree que la gente está teniendo “un despertar espiritual”. Si bien mucha gente les llama medicina alternativa, ella prefiere la palabra tradicional: “es la medicina de nuestros ancestros que muchas veces se ha ocultado, o dejado de lado, pero la gente se está acercando a este tipo de medicina”.
