Por Marcelo Riol (*). En la tarde del 5 de octubre se llevó a cabo la octava edición del Festival de Bibliotecas Populares en la biblioteca popular La Urdimbre de Villa Los Aromos. En tiempos difíciles, el sentir comunitario fortalece las propuestas culturales.
Cuando en 1870 Domingo Faustino Sarmiento promulgó la Ley N° 419 con la que creó la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), no imaginó la fiesta que la Biblioteca Popular La Urdimbre de Villa Los Aromos armaría para celebrar su día 154 años más tarde.
Diverso quizás sea un lugar común para describirlo, pero es la mejor definición para un festival que, año a año, es capaz de reunir a niños con ancianos, a los vecinos y vecinas del pueblo, pero también a los que llegaron de otros valles a disfrutar de una tarde plena de música. A los afrodescendientes y a los criollos, a los que abandonaron las ciudades y encontraron refugio en las sierras, y también a las familias de sangre originaria, bajo la simple consigna de festejar, de obsequiar un momento de música, de baile, de darle vida y latido al arte.
Siempre las crisis económicas y el péndulo político de nuestro país —de progresismos fallidos a neoliberalismos salvajes, y la historia se repite en un bucle eterno—, afectan de modo insoslayable a las organizaciones populares. Las debilitan.
Sin embargo, cuando la cultura está realmente amenazada, se activa la organización, crece el pulso desde abajo, como el diente de león que vive y hecha flor en el espacio imposible entre dos baldosas. Y la comunidad se reúne, ya no como resistencia, que de eso tiene experiencia de sobra, sino más bien como la afirmación de que no hay tecno crueldad que venza a decenas de pies sacudiendo la tierra al ritmo de un seis por ocho ancestral.
(*) LEÉ LA NOTA COMPLETA EN LA EDICIÓN 214 DE OCTUBRE DEL PAPEL TORTUGA.
Si querés que todos los meses llegue Papel Tortuga a la puerta de tu casa, entrá al enlace de acá abajo:
