Por Pablo Rodríguez. En la madrugada de este miércoles 2 de agosto, la Selección Argentina de fútbol femenino se despidió del Mundial que se está jugando en Nueva Zelanda y Australia, tras caer 2 a 0 con Suecia, la tercera potencia mundial de la categoría. Tras dos tercios de partido con un enfrentamiento de igual a igual, las europeas impusieron su jerarquía táctica y física para definir el partido y cerrar su participación en fase de grupos con puntaje ideal.
De esta manera, el combinado albiceleste, dirigido técnicamente por Germán Portanova, quedó último en el Grupo G con sólo un punto, consecuencia de la derrota sobre la hora en primera fecha con Italia 0-1; el aguerrido empate 2-2 de la segunda con Sudáfrica; y esta derrota 0-2 con Suecia.
Sudáfrica, precisamente, se impuso en la tercera jornada ante Italia por 3 a 2 y además de conseguir el primer triunfo de su historia en una copa mundial de fútbol femenino, también consiguió su primera clasificación a octavos de final, dejando sin esa chance a la escuadra «azzurra».
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— 🇦🇷 Selección Argentina ⭐⭐⭐ (@Argentina) August 2, 2023
⚽ @Argentina 🇦🇷 0 🆚 #Suecia 🇸🇪 2 (Rebecka Blomqvist y Elin Rubensson)
👉 Final del partido pic.twitter.com/d7TsXtwcUO
Bisagra
Para la Argentina, fue un mundial especial, ya que como nunca antes, se generó en el país un inédito entusiasmo por la participación de la selección de fútbol femenino: probablemente, estimulado por el semiprofesionalismo en marcha que logró imponer la lucha de años de muchas jugadoras y la estela entusiasta que dejó el mundial de fútbol masculino ganado en diciembre de 2022 (La imagen de Lionel Messi vistiendo la remera de la Selección de fútbol femenino recorrió el mundo como una importante señal de apoyo y visibilización).
Pese a los horarios incómodos (dos partidos por la madrugada argentina), los encuentros contaron con mucha atención generada en el público, incluso con récord de audiencia para un juego de fútbol femenino en la Argentina el día del cruce con Sudáfrica (que fue a las 21 horas).
Decididamente, esta Selección Argentina marcó un quiebre histórico al salir a jugar todos los partidos de igual a igual con sus rivales, con una visión táctica frontal y ofensiva (a diferencia de la propuesta conservadora que supo tener años atrás).
Errores defensivos a corregir, un desgaste físico irregular y la falta de contundencia en el área rival condicionaron sus posibilidades de alcanzar los grandes objetivos planteados inicialmente para este Mundial: ganar el primer partido de la historia de Argentina en los mundiales y consecuentemente llegar a los octavos de final.
Empero, en el grupo humano se conjugaron la experiencia de dos tótems, como la arquera Vanina Correa (que jugó los cuatro mundiales disputados por Argentina: 2003, 2007, 2019 y 2023) y la creativa volante ofensiva Estefanía Banini, que anunció su despedida del plantel albiceleste; con el desequilibrio ofensivo de la cordobesa Florencia Bonsegundo, el liderazgo en defensa de Aldana Cometti y la frescura entusiasta de una camada de jóvenes jugadoras que ya tienen nombres propios a quienes admirar y un presente con menor desigualdad para soñar con grandes cosas.
Los desafíos hacia adelante pasan por pisar el acelerador en el proceso de profesionalización del fútbol femenino, federalizarlo y extenderlo a las categorías de ascenso y potenciarlo en las selecciones, mayor y juveniles; con el apoyo del Estado, los sponsors y los medios de comunicación.
«Hay que trabajar desde las inferiores, que nuestras bases sean fuertes», asestó la delantera Mariana Larroquette, al término del partido contra Suecia. «Sabemos que hay muchísima gente que nos siguió hasta hoy y que no se va a ir nunca más. Eso es lo que el fútbol femenino necesita en la Argentina», concluyó.