En este barrio del sur de Anisacate, funciona una biblioteca en una vieja y colorida heladera reciclada que está ubicada en la vereda de una casa. La comunidad se suma donando libros y niñas y niños suelen asistir para elegir los que les gustan, llevarlos para leer y devolverlos. En esta nota, un poco más de esta interesante experiencia cultural y comunitaria.
Una heladera reciclada con libros en su interior. De esto se trata, básicamente. En estos días se halla en el frente de una vivienda y pasó previamente por la plaza del barrio. La idea se empezó a compartir entre unas vecinas que se interesaron por la idea y decidieron ponerla en práctica.
«Y bué… rápido llegó la heladera y la activamos, primero en la Plaza de Los Chañaritos, donde compartimos lectura de cuentos», recuerda Constanza Pérez, una de las vecinas que lleva adelante la iniciativa. «Pero no tuvimos buenos resultados porque había muchos niños solitos en la plaza y se desbandó. De a poco se fue rompiendo la ‘bibliodera’ y fueron desapareciendo los libros», lamenta.
Fue entonces que para no abandonar la idea, decidieron mudar el proyecto a la vereda en el frente de su casa. Una nueva heladera, pintada con muchos colores y con la inscripción «Biblioteca Abierta, libros para leer y compartir», entonces empezó a resignificarse con la llegada de numerosos libros donados por vecinas y vecinos de la zona e incluso con un estante de libros para adultos.
Alrededor de una decena de niñas y niños del barrio participan activamente del proyecto. La idea es que se vayan sumando más, pero Constanza destaca que se va cumpliendo el primer objetivo de funcionar como biblioteca abierta y que se puedan llevar y devolver los libros.
La «Bibliodera» no tiene horarios: «funciona todo el día, no se cierra, los libros están siempre a disposición», remarca Constanza. Y además, entre las propuestas anexas, en las paradas de colectivos, sobre la ruta, se pueden encontrar reciclados canastos con libros para disfrutar en la espera.
En un futuro cercano, se proyecta retomar las actividades de cuentacuentos en la Plaza del barrio, de las que ya se hicieron tres con invitados especiales y varios encuentros similares más espontáneos, en los primeros tiempos de la «Bibliodera», cuando funcionaba en la plaza.
Por ahora no se plantea la idea de abrir nuevas biblioderas, aunque inevitablemente la iniciativa sorprende y contagia, por lo que vecinas y vecinos de otros barrios vienen observando la posibilidad de «copiar» el proyecto.
Si bien Constanza tiene la «Bibliodera» en la puerta de su casa, destaca que cuenta con muchas gente que colabora y se pone el proyecto al hombro.