La Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) emitió un comunicado a través del cual alertó que el sector atraviesa uno de los momentos más delicados de las últimas décadas, marcado por transformaciones demográficas profundas, cambios culturales en la forma de jugar y una coyuntura económica y comercial que impacta simultáneamente a la producción nacional, a los importadores y al comercio minorista. A pocas semanas de la Navidad, el titular de la entidad, Matías Furió, afirmó que «la industria tiene seis de cada diez máquinas paradas sin producir».
La crisis descripta por el sector es atribuido a una conjunción de factores.
En principio, aluden que «desde 2015, la tasa de fecundidad descendió de 2,4 a 1,4 hijos por mujer, lo que representa una caída del 42%, reduciendo estructuralmente la población infantil y la demanda potencial de juguetes». En paralelo, plantean que «la creciente exposición a pantallas y dispositivos digitales desde edades cada vez más tempranas compite con el juego físico, creativo y social, desplazando tiempo e interés por el juguete tradicional».
Asimismo, advierten que «el consumo en jugueterías de cercanía, cadenas y supermercados continúa sin mostrar señales de recuperación» y que «el e-commerce crece, pero aún representa solo el 25% de las ventas y plantea desafíos logísticos, financieros y de promoción digital que dificultan su aprovechamiento pleno por parte de las PyMEs».
El sector juguetero (comercios, importadores y fábricas) está en uno de los momentos más críticos en décadas. La baja natalidad, cambios en los hábitos de juego y el ingreso extraordinario de importaciones que están distorsionando el mercado: https://t.co/yP3ibUq9s6
— CAIJ (@CamaraDelJugueT) December 2, 2025
Abrimos
Paralelamente, plantean que fueron detectados juguetes ofrecidos como «compra internacional» en plataformas de comercio electrónico, que registran alertas de retiro (recall) en Estados Unidos, así como productos que se comercializan como «certificados», pero que no cumplen con la normativa vigente tras ser ensayados en laboratorios acreditados.
Mientras tanto, en un contexto de caída de consumo, Furió informó que «en un año pasamos de 199 a 530 importadores de juguetes» y «de nueve millones a 17,5 millones de kilos importados».
Precisaron desde la CAIJ que el «deterioro acelerado» del sector se sintetiza en los siguientes indicadores: ventas estancadas; sobreoferta por el stock acumulado de 2023; ingreso masivo de nuevos importadores; jugueterías con márgenes negativos por incrementos en tarifas de energía y presión del canal online; y fábricas que toman crédito no para invertir, sino para pagar sueldos y aguinaldos.
En ese marco, demandan: «Fortalecer los controles en frontera, especialmente ante el incremento de importaciones y el ingreso de artículos sin certificación. Exigir que todas las publicaciones en plataformas incluyan el marcado de conformidad, incluido el QR con AR y dos tildes, que garantiza trazabilidad y cumplimiento normativo. Asegurar trazabilidad e intensificar la fiscalización en todo el territorio, tanto en comercios físicos como en canales online. Controlar las importaciones de bajo valor y subfacturadas, que ingresan sin certificación, distorsionan los precios y generan evasión fiscal. Garantizar condiciones de competencia equitativas entre la industria nacional y los importadores formales. Cuidar a niños y niñas frente a artículos inseguros que no cumplen con las normas
vigentes de seguridad del juguete.
Finalmente, la CAIJ remarca que «la combinación de mercado saturado, controles insuficientes y productos de bajo valor sin trazabilidad está llevando a la industria a niveles extremos de capacidad ociosa y pone en riesgo tanto a la producción nacional como a los importadores formales que sí cumplen con los estándares requeridos».








