Lloro todas las mañanas sobre una hoja en blanco por Germán Masgoret

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Por Germán Masgoret. En una de mis columnas anteriores sobre las musas inspiradoras aparece esto de quedarse esperando a que llegue la magia que nos envuelva la mente y nos haga escribir cosas magnificas, originales, exquisitas. Pero quien ha esperado sabe lo amarga que es esa mentira, un boicot al que uno se hace visitante asiduo.

“Las cosas podían haber sucedido

       de cualquier otra manera y, sin embargo…”

En el taller de escritura creativa que coordino, siempre hablamos sobre que la hoja en blanco cumple con ese proceso de autoengaño en tanto solo nos quedemos sintiendo la languidez blanquecina frente a la hoja digital de Word o sobre un cuaderno prístino sin estrenar. ¿Qué opera en nuestra mente que nos impide empezar por algo?

Bueno, por un lado, está esto de querer escribir algo original. Nos han puesto en la cabeza que hagamos lo que hagamos tiene que ser en base una idea jamás vista en este planeta ni en todo el sistema solar. Que cualquier cosa que hagamos que tenga una pizca de otra cosa será indefectiblemente e imperdonablemente un plagio, y no es tan así, si se sabe dar la impronta propia, lo cual es un gran trabajo que aparece con mucha práctica literaria en el común de los casos.

Esta máxima, la de la originalidad pura, al margen de generarnos un stress y bloqueo, también es un pensamiento que hace aguas desde ya desde su inicio puesto que nuestra mente opera por influencias, por Habitus en tanto prácticas hechas cuerpo. Somos alquimistas o cocineros de la palabra que según lo que hayamos absorbido en nuestra vida literaria y cultural en general serán éstos los elementos disponibles para que, a partir de nuestro talento, sepamos combinarlos o recombinarlos teniendo resultados particulares.

Otro de los motivos que nos genera tirar la lapicera o cerrar el archivo de Word hasta nuevo aviso es el pensamiento que nos hace creer que lo que escribimos sea exquisito y acabado olvidando que lo primero que se escribe es indefectiblemente un borrador y posible basura. Si pensas que lo que acabas de ponerle “fin” es tu obra acabada, estás perdido porque lo más probable es que no sea más que un borrador. Y acá opera otro conflicto: pensar que lo que estamos escribiendo en primer momento tiene que ser algo increíble cuya prosa y narrativa dejen perplejo al mismo Borges (suponiendo que Borges sea una referencia apropiada para calificar la literatura del S.XXI)

Entonces, puede aparecer la desesperación al quedar insatisfechos una y otra vez, intentando que el primer y único párrafo que hemos empezado quede de la mejor forma posible ¡o imposible! Esto lo único que hace es cansar la cabeza y que dejemos todo. El borrador que hagamos luego se corregirá en otra fase. El borrador es eso, un borrador y nada más. (por eso se llama así: borrador)

Otra de las causas es más introspectiva aun, y es cuando nos domina el miedo a escribir un desastre y por ende nos continuamos escribiendo. Eso ocurre mucho cuando hemos comenzado algo con toda la energía, pero llega un momento en que nos apagamos y no sabemos cómo seguir. Es el miedo a arrojar porquería en algo que creemos que vale la pena y que nada de lo que escribamos luego le va a hacer justicia a lo escrito anteriormente. Entonces nos pausamos como mecanismo de defensa. Y así salvamos al texto de nosotros mismos, y lo archivamos y muere de viejo.

Estos ingredientes son los predilectos al bloqueo mental y por ende a convertirnos en talentosos escritores de hojas en blanco. Ahora bien, que hay que tener en cuenta que para salir del bucle que se replica cada mañana, o cada tarde, o cuando tenemos ese momento libre para sentarnos a escribir (asumo que escriben sentados) es relajar estas estructuras mentales, o mejor aún, destruirlas porque no son más que alimentadoras de la procrastinación y rompedoras del habito de escritura.

Uno entonces a la hora de escribir solo tiene que escribir, con alguna idea orientativa o no, pero no más que eso. Todo lo demás, eso que creemos que hará perfecto a nuestro texto, tranquilo/a, vendrá luego en otras etapas posteriores de corrección sino será eso mismo lo que nos embarrará desde un primer momento en un camino muy difícil de transitar.

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