El diario La Mañana de Córdoba, en una nota realizada por Betina Marengo, publicó el testimonio del vecino altagraciense Mario López, sobre su participación en el rescate de los cuerpos de la familia Pujadas de un pozo cercano al Monumento Myriam Steford en 1975. El caso forma parte de la Megacausa La Perla y por esta razón, llamaran a López para que preste testimonio. Antes, conversó con PAPEL TORTUGA.
Mario López es bombero de la ciudad de Alta Gracia (en la actualidad aún forma parte de la reserva), vecino de barrio La Perla (curiosa ironía) y empleado municipal. Fue quien, hace 37 años, sacó a la familia Pujadas del pozo en donde habían sido arrojados los cuerpos por parte de uno de los grupos del Comando Libertadores de América en un campo cerca del Monumento a Myriam Stefford en 1975.
Sacó a todos muertos menos a una mujer, que aún respiraba. Esa mujer era Mirta Yolanda Bustos, la esposa de José María Pujadas, uno de los hijos que también asesinaron y tiraron al pozo.
Esto sucedió en el año 1975, tres años después de la Masacre de Trelew, matanza en donde fue asesinado Mariano Pujadas, el hijo mayor de la familia, que estaba detenido en ese penal y había sido uno de los fundadores de Montoneros en Córdoba. La familia fue secuestrada de su granja que quedaba cerca de Jesús María, un 14 de agosto de 1975 por el grupo (patota) parapolicial llamado Comando Libertadores de América (formada por militares, policías y civiles que operaban bajo las órdenes de el militar retirado del Ejército llamado Héctor Vergez, alias “Capitán Vargas”, y un suboficial de la Aeronáutica, Pedro Raúl Telleldín, quien se hizo cargo del Departamento de Informaciones de la Policía). Esta matanza fue parte de los crímenes y desapariciones previos al golpe del 76’. Esta masacre se encuentra enmarcada en la Megacausa La Perla.
MASACRE
Lo que Mario y el grupo de bomberos que asistió a ese lugar se encontraron ese 14 de agosto de 1975 fue tremendo. Cinco cuerpos tirados en un pozo de 12 metros aproximadamente, que había sido dinamitado y que se estaba derrumbando. Para ubicarse, el lugar queda (yendo de Alta Gracia para Córdoba) metros antes de llegar al Monumento a mano izquierda camino a la Estancia La Lagunilla. Mario recuerda que debieron hacer como unos cuatro kilómetros y llegaron al lugar del pozo en donde había una tapera vieja, y estaba todo como abandonado. “El otro día fui de nuevo, pero no pude reconocer muy bien el lugar”, dijo a PAPEL TORTUGA.
López relató que llegaron allí cerca de las 10 de la mañana, por el llamado del jefe que en ese momento era Pablo Larizzatti. El grupo de bomberos estaba yendo a cubrir una carrera de autos hacia Falda del Carmen, cuando tuvieron que volver hacia la ruta 5.
-¿Cómo se enteraron que tenían que ir a sacar gente de ese pozo?
– Un lechero que pasaba de madrugada de camino a la ruta, vio movimiento, luces, autos y hasta tiros. Al volver vio los manchones de sangre y se asomó al pozo, allí vio el pantalón y una pierna. Entonces llamó a la policía y ellos nos avisaron a nosotros.
-¿Cuál fue el escenario con el que se encontraron al llegar?
– Y me tocó meterme a mí al pozo porque en ese tiempo era mi especialidad. Estaba a punto de derrumbarse. Sacamos primero dos muertos, dos mujeres, después sacamos la mujer viva y después a los otros dos, eran cinco. Llegamos tipo 10 de la mañana y habremos terminado tipo tres de la tarde, estaba muy incómodo para sacarlos, estaban tapados con tierra. En el pozo no se podía confiar porque en cualquier momento te tapaba.
Mario fue el encargado de detectar con vida y sacar a Mirta Bustos del lugar. Según su relato estaba debajo de dos cuerpos y “podía respirar por debajo del brazo de otra chica jovencita (María José de 18 años, su cuñada)”. “La sacamos a ella con soga, y cuando yo salí ya no estaba más, se la había llevado la ambulancia. Yo no vi cuando se la llevaron porque iba y venía en el pozo, me descomponía porque había una mujer que tenía las tripas afuera”, se trataría de Josefa, la madre de la familia. “Otro muchacho más, que era de la zona, de ahí del campo se metió conmigo, porque solo no podía”, agregó.
“Después que los sacamos, revisamos de nuevo para asegurarnos de que un hubiera más nadie y encontramos un paquete como de un kilo. Todos pensaban que era una bomba, entonces la policía lo desarmó, lo rompieron y resulta que era los documentos de ellos, o por lo menos eso nos dijeron”, destacó. “Cuando salí de ahí abajo, había policías por todos lados y de todo tipo”, recordó.
CONTARLO
López no se mostraba muy afectado cuando realizaba el relato, y aclaraba que por su deber, por su experiencia como bombero, estaba acostumbrado a escenas difíciles. De todas maneras reconoció que le costó mucho recuperarse después de haber sacado a la familia del pozo. Sin querer se encontraba siendo protagonista del rescate de una chica víctima de uno de los asesinatos y terribles crímenes (pero especialmente espeluznante) del Comando.
-¿Qué sabía del caso de la familia Pujadas?
-Lo que se decía por la radio, por el mismo cuartel que nos juntábamos los sábados a la tarde a las prácticas y se comentaba una cosa y la otra. Al poco tiempo me trajeron una medalla que después la busqué y no la encontré, la había guardado mi mamá y ella falleció. Era una medalla por mérito extraordinario, del departamento policial, más que eso no tuve más contacto con el caso.
“Nunca me dijeron que no dijera nada, al contrario. Yo no sabía quién había sido, ni cómo había sido quién los tiró y mató. Yo fui a cumplir mi trabajo como bombero voluntario. A mi nadie me ha citado a nada. Nunca lo divulgamos de todas maneras, pero ellos nunca me citaron para que contara esto”, agregó López, a la vez que aseguró que contó esta historia por primera vez en una nota que brindó al diario La Mañana de Córdoba a inicios de esta semana. “Es la segunda vez que la cuento. A la chica y del diario y ahora a ustedes”, dijo.
PUBLICADO ORIGINALMENTE EN PAPEL TORTUGA #101
FUENTE INFORMATIVA: LA MAÑANA DE CÓRDOBA