Emilia Villares, mejor conocida como Emi D’Ambra, fue una figura incansable de la lucha por los derechos humanos en nuestro país. Madre de dos hijxs arrebatadxs por la dictadura, Emi fue una de esas mujeres acusadas de “locas” por su reclamo de justicia, por salir a las calles en lugar de quedarse en su casa, por alejarse del modelo de señorita delicada y de carácter sumiso. Mujer de cuero durísimo, un carácter inquebrantable y una convicción absoluta en sus principios, cualidades que no siempre son bien valoradas en una mujer.
En la antesala del 8M, día de lucha, de movilización y de Paro Internacional de Mujeres, desde Radio Tortuga 92.9 recordamos a esta luchadora que con su perseverancia y temperamento se convirtió en una de las responsables de que el reclamo de “Memoria, Verdad y Justicia” se hiciera realidad en nuestro país, en las palabras de Susana Salas, investigadora y autora de Alta Gracia, en representación del Colectivo Paravachasca por la Memoria:
«Las palabras sacan a las cosas del olvido y las ponen en el tiempo»
Daniel Moyano.
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«Ha bajado del colectivo en la misma esquina que lleva el nombre de sus hijos amados. Arrebatados. Desaparecidos. Ha bajado del colectivo y recorre paso a paso los 200 metros que la llevan a su hogar.
Ha sido un día largo. Ha estado todo el día en Córdoba con hijos que buscan a sus padres y padres que buscan a sus hijos y abuelos que buscan a sus nietos y nietos que buscan a sus abuelos… La calle es una larga ceremonia oscura. Colgada a miles de años luz, la estrella Canopus la sigue desde su eterno viaje…
‘Va sola’ … piensa uno…. Sola y a estas horas y con este frio. Sola y con este viento…. Pero qué más puede temer la Emi? Si ya ha caminado por décadas y a pleno sol la oscuridad de la ciudad dormida, de la ciudad amordazada. De la ciudad rendida. Avanza y se yergue resuelta en medio de la noche. Y la noche se orilla entre su vereda y el arroyo hasta que ella abre el portón, cruza el jardín y sube la breve escalinata hasta la puerta.
Cuando les robaron a sus hijos Charo y Emi iban del brazo por todas las esquinas, preguntando por ellos. Preguntaron en las iglesias y en las oficinas. En las estaciones y en los hospitales. Fue entonces cuando la ciudad enmudeció y muchos miraron para otro lado y otros se cruzaron de vereda para ocultar su cobardía, o vaya a saber qué. Cuando Charo ya no estuvo, Emi no paró. Emi siguió sola. Ella buscaba y la ciudad callaba. Y el cura y el obispo callaban. Y el comisario y el intendente callaban. Y el panadero y el maestro y los vecinos de la esquina, todos callaron.
Ha llegado a la sala de audiencias y está frente a los jueces para “sacar las palabras del olvido y ponerlas en el tiempo”. “Los que nos persiguen desde siempre saben que nuestra memoria vale mucho. Dice el poeta. “La única manera de que esto no vuelva a pasar es que quede sellado”, decía la Emi.. A un costado están los genocidas. Al frente, siempre al frente, está ella con las otras madres y las abuelas. Y afuera los abrazos y la algarabía y las banderas que las esperan.
En la ciudad dormida la memoria seguía amenazada. Había que rescatar nombres, voces, fechas, rostros, historias. Había que sacarlas a la luz. Fueron los jóvenes los que buscaron a Emi.. Emi los abrazó y ellos abrazaron su lucha. En la ciudad dormida la palabra “Familiares, Organismos, Hijos, Justicia…” ya no fueron tan ajenas. El “Colectivo Jóvenes por la memoria” hoy “Paravachasca por la memoria” y Emi fueron uno desde entonces. Confiaba en los chicos y los chicos en ella, Y ninguno se equivocó.
El día en que se nos fue. La calle y la plaza se llenaron de pañuelos. Toda una noche los pañuelos blancos bailaron desorientados entre un árbol y otro. Nadie se atrevió a tocarlos hasta el amamcer. Los pañuelos bailaron frente a la iglesia y la Municipalidad, frente al banco y frente a las escuelas…
Ayer era el dolor, el miedo, el hueco de la herida. Hoy, en medio de una Patria que se hunde en manos de gobiernos que la despojan día a día de sus derechos, nuestra Emi ha venido y se ha sentado otra vez en una de estas gradas. Nos ha dejado el camino abierto, el puño en alto y buena parte del silencio derrotado.»
Susana Salas.
FOTOS: Colectivo Paravachasca por la Memoria, Archivo Diario Tortuga.