Bulliciosa, nutrida y diversa, la movilización de más de dos cuadras de largo, caminó entre el Reloj Público y la Plaza Mitre, tomando Avenida Belgrano. Convocadas por el Colectivo Paravachasca por la Memoria, numerosas vecinas y vecinos, junto a organizaciones sociales y agrupaciones políticas, repudiaron el terrorismo de Estado, a 45 años del inicio de la última dictadura cívico, militar y eclesiástica que azotó a nuestro país. En esta nota, encontrás una crónica, una galería de fotos y el documento único completo.
A las 17.30, la explanada del Reloj Público, la Calle del Molino y el frente del Museo de la Estancia estaban poblados de colores y batucadas, pancartas con los rostros de las desaparecidas y desaparecidos del Valle de Paravachasca, y carteles con inscripciones vinculadas a la lucha por Memoria, Verdad y Justicia y las demandas actuales de Derechos Humanos.
Pasadas las 18, detrás de la bandera del Colectivo Paravachasca por la Memoria, se encolumnó la diversa participación para empezar a caminar. A las arengas y cánticos habituales, se sumaron recomendaciones por megáfono para mantener la distancia social y no olvidar los barbijos, en virtud del contexto sanitario y habida cuenta de que la marcha de 2020 no se pudo realizar precisamente porque estaba recién iniciado el período de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio.
En el camino, se conjugaron canciones más nuevas con algunas tradicionales como la que dice «Como a los nazis, les va a pasar… adonde vayan los iremos a buscar» o «Cárcel común, perpetua y efectiva… ni un solo genocida por las calles de Argentina». Se encendió cierta juventud que participaba en la marcha cuando la arenga que manifiesta «…estamos en la calle, los hijos del Cordobazo», cambió por «¡estamos en la calle, los nietos del Cordobazo», dando cuenta de la renovación generacional que se vive en la lucha por los Derechos Humanos.
Ya en la Plaza Mitre, los concurrentes se ubicaron en las gradas y en el piso, de frente y también de costado al escenario del Anfiteatro de la Memoria para escuchar el Documento Único, elaborado por el Colectivo convocante (y que se puede leer completo al pie de esta nota). Acto seguido, se sembraron árboles nativos con los que se homenajeó a las desaparecidas y desaparecidos del Valle de Paravachasca (Carlos y Alicia D’Ambra, Hugo Pavón, Luis Agustín Carnevale, Elba Rosa Navarro Iriarte, Carlos Castagna y Viviana Real Meiners), y a Emilia Villares y Santiago D’Ambra, dos luchadores por los Derechos Humanos, muy reconocidos en la Provincia y el país.
La punzante llovizna que amenazó en algún momento con volverse tormenta, brindó una tregua para que la desconcentración se realizara de manera ordenada y no se generaran amontonamientos. Desde el grupo organizador, se mostraron muy satisfechos y emocionados con la participación; de la que se tenían muchas dudas, merced al contexto sanitario y a que el año pasado no se pudo marchar.
A continuación, se reproduce completo el Documento Único:
DOCUMENTO 24 DE MARZO DE 2021 /
COLECTIVO PARAVACHASCA POR LA MEMORIA
Un nuevo 24 de marzo nos reencuentra volviendo a las calles, al espacio público, a este anfiteatro que dejó de estar en un blanco mudo para recibirnos habitado nuevamente por los infinitos colores de la vida y la memoria.
Hace 45 años nuestro país era presa de un golpe de estado cívico militar eclesiástico y genocida, que de un solo puño nos robó la vida de 30 mil compañeros y compañeras; que nos quitó la libertad, y amordazó nuestras voces.
No fue al azar, no vinieron a restaurar el orden como decían. Por el contrario, llegaron para imponer por la fuerza un modelo económico, social y político de exclusión, hambre y dependencia.
Fueron el brazo ejecutor de grupos de poder hegemónicos y del Departamento de Estado de los Estados Unidos, que operó como promotor de todos los golpes de estado en Latinoamérica e impulsor del “Plan Cóndor”: esa acción criminal conjunta de las dictaduras de Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia y Paraguay, para la persecución y aniquilamiento de cualquier resistencia.
En un plan sistemático, mientras diezmaban nuestro sistema productivo, fueron arrasando con quienes llamaban a resistir desde los gremios, partidos políticos, parroquias, organizaciones sociales y estudiantiles.
Quienes querían imponer la paz de los cementerios, se valieron del Estado para regar por todo el país, más de 700 centros clandestinos de detención, tortura y exterminio.
Desde allí, persiguieron, secuestraron, torturaron y asesinaron a toda una generación. Robaron bebés y suprimieron sus identidades. Desde esos sitios del terror, desaparecieron los cuerpos de nuestros compañeros y compañeras; y quemaron en una pira, el acervo cultural de nuestro pueblo.
Pero el fuego de la memoria fue tan grande, que no pudieron apagarlo; y por cada cuerpo enterrado en una fosa común, florecieron mil resistencias.
Porque las banderas de solidaridad, inclusión, libertad y justicia social de nuestros compañeros y compañeras nunca se bajaron. Justo ahí estaban las Madres y las Abuelas, enarbolándolas, enseñándonos a luchar, iluminando nuestro camino, mostrándonos que por cada historia de horror, existen cientos de historias de amor y solidaridad.
A 45 años del golpe genocida, esta siembra amorosa de los organismos de Derechos Humanos sigue germinando en cada uno de nosotros y nosotras.
En los procesos de Justicia que desde hace 13 años se llevan a cabo en nuestra provincia, con 14 sentencias en causas por crímenes de lesa humanidad, cientos de condenas a genocidas son fruto de aquella siembra tenaz de nuestras madres y abuelas.
Pero es necesario seguir luchando por la continuidad los juicios, por la celeridad de un Poder Judicial que tardó más de 40 años en juzgar a los responsables y hoy no parece entender la urgencia de continuar con la tramitación de las causas para que ningún genocida muera impune y para comenzar a juzgar enérgicamente y sin dilaciones, las complicidades civiles, eclesiásticas, empresariales y políticas de las que poco se habla.
Asimismo, es necesario seguir exigiendo la continuidad de los procesos que juzgan violaciones de derechos humanos a soldados en el marco de la guerra de Malvinas.
El lugar para los genocidas es la cárcel común, no la prisión domiciliaria, beneficio que en los últimos tiempos otorga sistemáticamente a estos asesinos, la Justicia Federal.
En la Provincia de Córdoba, el terrorismo de Estado comenzó mucho antes del golpe del 76. Como en un macabro ensayo, el 28 de febrero de 1974, el gobierno democráticamente elegido fue destituido en un golpe institucional a cargo del Jefe de la Policía Antonio Navarro. Este proceso agudizó su accionar ilegal y terrorista, al instaurarse la triple A en la intervención criminal del Brigadier Lacabanne, y el infame Comando Libertadores de América a partir de septiembre del 75. Estos grupos parapoliciales son responsables ambos de una gran cantidad de bombas, secuestros y asesinatos que pretendían reproducir el terror y ejemplificar, mediante la pedagogía de la crueldad.
Alta Gracia no fue ajena al terrorismo de Estado que dejó 30 mil personas desaparecidas y asesinadas, más de 10 mil presos por razones políticas y miles de personas arrojadas a un exilio forzoso.
En esta ciudad se destituyó a los representantes votados democráticamente por el pueblo, dejándonos a merced de los designios del Tercer Cuerpo del Ejército, que con su intervención militar de turno, militarizó y vistió de silencio nuestras calles, y con el miedo como cómplice, persiguió, allanó y secuestró a muchos de nuestros vecinos, algunos de los cuales, continúan desaparecidos.
Alta Gracia comienza de a poco a despertar de esta amnesia general que por muchos años enterró bajo mil capas de silencio, la memoria de nuestro pasado reciente en la ciudad.
Pero esto no hubiese sido posible sin el valiente testimonio de sobrevivientes y familiares, en cada juicio, en cada plaza, batallando contra el negacionismo y desgarrando para siempre el olvido.
A 45 años del golpe genocida de 1976, el siniestro pacto de silencio de los genocidas, nos ha privado la posibilidades de enterrar a nuestros muertos, nos sigue robando la posibilidad de recuperar a los casi 400 nietos apropiados que aún no conocen su verdadera identidad y que no han podido abrazar a sus abuelas, que en muchos casos han muerto esperando ese abrazo que nunca llegó.
Por eso les exigimos que acaben con ese silencio cobarde y nos digan DONDE ESTÁN LOS QUE HOY NOS ESTÁN FALTANDO.
Dónde están los cuerpos de Hugo Pavón, de Alicia y Carlos Alberto D’Ambra, de Luis Agustín Carnevale, de Elba Rosa Navarro Iriarte, de Carlos Castagna y Viviana Real.
Queremos que nos digan dónde están los bebés que esperaban nacer al ser secuestradas Alicia, Elba y Viviana.
Nos quedan muchas deudas pendientes en relación a derechos humanos. Nuestra provincia, y en general toda la Argentina, cada año deja una larga lista de asesinatos por parte de las fuerzas represivas.
La continuidad de la represión estatal sobre la población mayoritariamente joven y de extracción humilde y excluida, se reproduce cotidianamente y no hay protocolo o directivas que puedan cambiar la situación, mientras no existan desde el Estado, políticas de verdadera inclusión y una formación humanista en las fuerzas de seguridad, que ponga la vida, como valor supremo a resguardar.
Es necesario que renovemos cotidianamente nuestro compromiso con la memoria y los Derechos Humanos, exigiendo al Estado su sostenimiento y plena vigencia, plasmada en políticas públicas.
Porque cada vez que somos indiferentes ante un niño que duerme en la calle o un joven que muere por una bala policial, faltamos a la memoria de Hugo, Agustín, Alicia, Carlos, la Negra, Carlitos, la Peco y los 30 mil.
Este 24 es atípico, porque marchamos con barbijo y sin abrazos físicos. Hay quienes desde sus casas, marchan colgando pañuelos blancos, portando claveles rojos, vistiendo sus hogares de símbolos, plantando memoria en sus jardines y en sus patios, tocando la bocina desde el auto, aplaudiendo desde el balcón.
Todas y todos estamos acá, acompañándonos este 24 de marzo. Y cuidándonos en este contexto tan complejo.
Este 24 de marzo, en momentos sensibles y difíciles para nuestro país, renovamos nuestro compromiso y en esta plaza recordamos y homenajeamos a nuestros 30 mil compañeros y compañeras.
A nuestros valiosos sobrevivientes y también a nuestras viejas y viejos queridos de la plaza, que se nos van yendo en silencio, dejándonos su ejemplo de lucha, y la solidaridad y amor como herramientas colectiva para seguir construyendo memoria y defender los derechos humanos con el pañuelo como bandera.
Por todos ellos… ¡Nunca más terrorismo de estado en Argentina!
Carlos D’Ambra
PRESENTE
Ahora y siempre
Alicia D’Ambra
PRESENTE
Ahora y siempre
Hugo Pavón
PRESENTE
Ahora y siempre
Luis Agustín Carnevale
PRESENTE
Ahora y siempre
Elba Rosa «La Negra» Navarro Iriarte
PRESENTE
Ahora y siempre
«Carlitos» Castagna
PRESENTE
Ahora y siempre
Viviana «La Peco» Real Meiners
PRESENTE
Ahora y siempre
Emi y Charo D’Ambra
PRESENTE
Ahora y siempre
30 mil compañeras y compañeros desaparecidos
PRESENTE
Ahora y siempre