No importa cuando leas esto

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AG Cultura Viva* Por Sebastián Gualda. Era el año 2005. La primera entrevista que me tocó realizar en mi primer trabajo de periodista fue al entonces Director de Cultura de la Municipalidad de Alta Gracia, Guido Faoro.

La nota giró en torno a la falta de espacios físicos y políticas que incentiven el desarrollo artístico de la ciudad. Recuerdo sus respuestas entre evasivas y resignadas con la falta de dinero como argumento central.

Si adelantamos el reloj tres gestiones podríamos decir que la situación es muy parecida.

Los artistas de Alta Gracia que decidan trabajar y prosperar haciendo base en su ciudad no tienen muchas posibilidades de desarrollar su potencial artístico y mucho menos vivir de ello.

La enorme carencia de lugares públicos y privados para exponer en nuestra ciudad transforma al nuevo slogan de la ciudad, Cultura Viva (con la que el intendente Torres busca instalarse según versiones periodísticas), en casi una burla maliciosa para quienes, desde hace décadas pugnan por encontrar un mínimo acompañamiento del Estado Municipal.

El esperado re estreno del mítico Cine Monumental en el que se invirtieron millones será una buena noticia que sin embargo, puesta en contexto de una gestión que no tiene una política cultural comunitaria definida, probablemente termine convirtiéndose en otro espacio restringido a propuestas comerciales o culturales de amigos del gobierno de turno.

Lo mismo ocurre con otros espacios “ganados” por los artistas locales como la apertura del escenario mayor Colectividades para su participación, que sería buena cosa si esta acción fuera acompañada por criterios transparentes de selección, pagos de cachet acordes, respeto por las condiciones pautadas y una serie de etcéteras que podrían hilvanar acciones aisladas para transformarlas en una apuesta integral y consciente al desarrollo de los artistas de la ciudad y no de relleno o cumplimiento de mera formalidad políticamente correcta.

En el plano privado el Estado Municipal no sólo no fomenta la apertura o el acogimiento de espacios para la música en vivo u otras artes, sino que en muchos casos dificulta o directamente censura producciones llevadas adelante pese al contexto desfavorable por los propios artistas.

Tal vez sea tiempo de que los artistas de la ciudad volvamos a intentar organizarnos para volver a visibilizar esta problemática que de costumbre ya casi naturalizamos.

Demandas que en su momento enunció el SIMAG (Sindicato de músicos de Alta Gracia), que más adelante expresó el colectivo La Salita tantas veces en las calles de la ciudad y que hoy una incipiente organización bajo el nombre de ASOMA (Asociación de músicos de Alta Gracia) pretende volver a visibilizar.

Vivimos en una ciudad cuya gestión no tiene una política cultural comunitaria, inclusiva ni participativa, más allá de algunas “acciones piolas” aisladas entre sí que, así aisladas, sirven mucho para lavarle la cara a un gobierno pero poco para el desarrollo cultural de la ciudad.

No importa cuando leas esto.

* Periodista | Músico

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