Opinión: la decadencia del reinado del campo

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Por Arturo Lobos (*). El fin del presente es resaltar qué sucede con el campo; qué rol ocupa; a qué juega y porqué juega como juega. En otro sentido, también tiene que ver con qué es lo que sucederá con las próximas elecciones, o como veremos más abajo también, quizás sea precisamente porque aún no se han materializado.

¿Qué es “el campo”?

Primero: “el campo” es muy genérico y me gustaría hacer una distinción categórica entre “el campo” que sólo produce alimentos y “el campo” como a aquella estructura de terratenientes; productores; comercializadores;  exportadores o actores netamente económicos y financieros que buscan utilidades a través de las divisas de otros países, explotando las excepcionales características de nuestro suelo.

El campo ayer

La historia de América Latina cuenta que al poco tiempo de haber pisado tierra los españoles y los portugueses, se dedicaron entre otras cosas a la extracción de muchas de las riquezas minerales de otros países como Perú o México. En este sentido, nuestro territorio fue ponderado con posterioridad. Así, Argentina fue puesta en valor por una ventaja de la que el resto carece, que es la calidad de nuestra tierra en términos agrícolas y pastoriles, ergo, también ganaderos. Luego de un largo proceso, fue en la conquista del desierto donde se “privatizaron” las últimas tierras para el uso de la producción y entiendo que tuvieron que transcurrir varias décadas hasta que el campo perdiese por primera vez con mayor incidencia el monopolio de la exclusividad del ingreso de dólares a nuestro país.

Es interesante resaltar la división entre los frenos a las exportaciones provocados por factores externos como la crisis mundial del 30 a diferencia de aquellos manejos internos como los direccionados por políticas públicas; tampoco es mi intención debatir cuestiones ideológicas como la de el estado interventor.

Así, desde 1945 y por algunos años el Estado pudo prescindir de la dependencia de dólares para las importaciones dedicadas al consumo. Esto fue logrado gracias proceso de ISI (Industrialización por Sustitución de Importaciones) permitiendo a nuestro país necesitar menos dólares para importar insumos para la producción de bienes y servicios para su consumo interno.

Hubo una segunda bisagra, fue recién desde 2003 con características de proceso similares a las del peronismo, algunos la reducen como “viento de cola” donde el Gobierno de turno sencillamente “tuvo suerte” y pudo acceder a dólares gracias a los productos primarios a precio excepcionalmente en suba, para llevar adelante políticas públicas de redistribución. Esto es ideológico, sin embargo el hecho es que una vez más el campo tuvo un peso menor para el estado, al lograr reactivar nuevamente las ISI.

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El campo hoy

En la actualidad “el campo” se encuentra en una encrucijada, pues a futuro perderá definitivamente su monopolio y su jerarquía de influencia ante el Estado. Ese gran sector de producción alimenticia que involucra diversos actores económicos y financieros, disminuirá su poder. Con otras palabras: se reducirá su peso relativo de ingreso de divisas, con relación a otros actores exportadores. Así los nuevos competidores generarán nuevas divisas obtenidas a partir de los RRNN por un lado. Por el otro de inferior incidencia, se presenta un nuevo actor dentro del rubro servicios. Con relación al primero serían a partir de por ejemplo hidrocarburos o litio; el otro en menor medida pero no menos importante es la industria del conocimiento, pues solamente los ingresos por este último ítem, supera a cualquiera de los ingresos de dólar soja.

Es por lo anterior que el riesgo para “el campo” sea que en algunos meses el actual gobierno podrá prescindir de la obligatoriedad por ejemplo, de ofrecer exportar sin retenciones y así podrá esperar a que realicen las liquidaciones en los tiempos establecidos, o por lo menos tendrá muchos menos condicionamientos, pues sólo dependerá de las políticas públicas buscadas por el gobierno de turno.

Entiendo así en un sentido que “el campo” busca hoy por ejemplo a través de las protestas, la eliminación total de las retenciones porque sencillamente ya lo lograron con soja uno; con soja 2 y van por soja 3, por lo tanto ¿por qué no insistir en su permanencia? En otro sentido podría interpretarse que es porque el momento es ahora, pues hay un gobierno débil o bien porque cuando “el campo” disminuya su jerarquía, tendrá mucho menos oportunidad y poder. Me inclino más por lo último.

El campo siempre

Lo anterior me lleva a concluir en que “el campo” es un actor político y económico de relevancia, que se encuentra en nuestro ADN fundacional argentino y que por lógica siempre ha intentado maximizar sus beneficios. Además, podría tener el derecho a pensar que no es casual que tenga simpatías y conveniencias con determinados gobiernos y rechazos detestables hacia otros. Entiendo que desde esta mirada la prioridad ideológica para el campo sólo es superada por sus intereses de poder. Así mismo, su coyuntura actual le presenta pocas opciones, lo que sería en términos simples: ahora o nunca.

Una pequeña reflexión

Hay una paradoja, y es que este proceso de puesta en valor de estos commodities se está repitiendo a partir de la guerra entre Rusia y Ucrania sin embargo no se reflejan en la redistribución, esto último podría ser tema en otra oportunidad.

(*) Arturo Lobos es politólogo. Este texto fue enviado por el autor.

FOTOS: ARGENTINA.GOB.AR

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