Por Agus Moreno. El director surcoreano Bong Joon-Ho nos trae el mejor thriller del año pasado: dos familias conviviendo bajo el mismo techo, ¿que puede malir sal? En «Parasite» nos cuentan cómo una familia pobre y desocupada, mediante engaños y artimañas, logra infiltrarse en la casa de una familia rica.
Al principio nos presentan la familia Kim, compuesta por padre, madre y dos hijos adolescentes, todos desocupados; subsisten a duras penas armando cajas de pizzas para un local de deliverys de vez en cuando. Por mas entusiasmo que le ponen ni siquiera logran armarlas bien.Viven asesinados en un subsuelo con vista a un callejón donde los borrachos van a orinar y su mayor logro como familia es conseguir una señal de wifi sin contraseña para «robar».
«Es tan metafórico» repite siempre el hijo mayor, cuando alguna situación poco sutil se nos presenta, acá el director es claro: ya sabe que todos los paralelismos los hicimos en la cabeza y no va a subestimar al espectador haciendo de cuenta que no lo sabe; la idea es ser obvio con sutilezas, así nadie se queda afuera.
Luego conocemos a los Park, quienes viven en una mansión moderna, diseñada por un exitoso arquitecto: una casa limpia y minimalista, casi artificial. Son también una «Familia tipo» compuesta también por padre, madre, un niño y una adolescente, pero todos mas jóvenes que los Kim, dato importante que nos contrasta su juventud e ingenuidad con los modos de la familia «parásito».
A partir de que empiezan a convivir, comienza la tensión para que no se descubra la verdadera identidad e intenciones de los Kim.
Desde esa dinámica nos plantean ideas muy interesantes como la idea del «olor familiar», algo muy particular que nunca vimos retratado en una película; ese aroma que identificamos en una nueva casa que vistamos y asociamos a una familia. Como todo en «Parasite» es llevado a la lucha de clases, donde la familia rica de forma despectiva y casi instintiva sospecha de las verdaderas intenciones de los protagonistas a través de su olor. Casi como si de diferentes especies se tratara, hay algo que no encaja: Su verdadera naturaleza.
El paralelismo entre las dos familias y las dos coreas (del norte y del sur) atraviesa toda la película: la pobreza del comunismo contra el despilfarro y vacío emocional capitalista.
Llegado el momento nos enteramos que en el refugio antibombas de la mansión vive el marido de la ex ama de llaves, un lugar construido para esconderse en caso de un ataque de corea del norte. Este hombre se escabullía por la noches para robar comida, cruzando la «frontera» que dividía el sótano de la casa, sembrando el miedo en el niño que una vez logró verlo, también reflejando el miedo constante que genera este choque de realidades en la población.
En la dirección, Bong Joon-Ho nos regala secuencias impecables como la noche de la tormenta (presagiando el final que se avecina), en planos precisos, nos muestran un descenso escalera tras escalera hasta el hogar original de los Kim que va a sufrir una inundación; los ricos en sus barrios altos y con sus alcantarillas ( esto se muestra al inicio de la secuencia) derraman el agua hacia la pobreza que pierde lo poco que tiene.
Luego del climax, nos proponen el ascenso social para resolver el conflicto final.La pelicula se plantea la meritocracia como posibilidad concreta, sin tomar parte real sobre esto, solo se queda en el planteo. Personalmente me hubiera gustado una decisión mas clara en el guion, que «se la jugué». Porque en este final abierto ( no sabemos si el plan del hijo mayor de los Kim funciona o es pura especulación) se pierde la posibilidad de cerrar de forma concreta la idea del autor, a mi parecer, una oportunidad perdida.
Esto último es quizás lo que aleja a «Parasite» de una obra perfecta, la trascendencia de su historia queda incompleta… Algunos dirán que en la vida no hay moralejas y no siempre aprendemos algo. Estoy de acuerdo.¿Pero qué pasa cuando la moraleja es que no hay moraleja?
