En una entrevista con el programa «Tarde para Tirar la Toalla» de la Radio Tortuga 92.9, la cantante Paula Ferreyra, nacida en la capital cordobesa en 1978 y residente en Anisacate, contó su historia como cantante. Su formación académica, el descubrimiento de la guitarra y la compra del primer sonido; sus canciones recorriendo escenarios de los más diversos y la reciente iniciativa de regalar serenatas para el Día de la Madre. En esta nota, se puede leer y escuchar su testimonio.

«Mis padres se conocieron en un coro, cantar era natural en mi familia», cuenta Paula Ferreyra, indagando en su biografía para buscar los primeros indicios de la que es actualmente su vocación y su medio de vida. Su paso por la escuela de niños cantores «Domingo Zípoli» la acompañó en una infancia en que las canciones siempre estuvieron presentes y marcaron sus primeros pasos. «Para mí era muy divertido ir a la escuela. Si me enfermaba, le pedía a mi mamá que me mandara. Necesitaba cantar como algo natural para expresarme», repasa
Su primera guitarra llegó a los 16 años. «No tenía idea de cómo tocarla. Había un cancionero y no lo entendía. Veía los puntitos y no sabía que indicaban dónde poner los dedos», repasa con ternura. Fue un momento de rebeldía lo que la llevó a encerrarse en su pieza y tomar esa guitarra que le era esquiva. «Descubrí una nota: La mayor. Empecé a cantar con esa sola nota y eso me llevó a otras y agarré el cancionero que venía con la guitarra y me puse a probar», relata, precisando que «What’s up» de 4 Non Blondes fue la primera canción que pudo interpretar.
En el secundario empezó a frecuentar a los «rebeldes» en las horas libres del almuerzo. Así surgió un proyecto musical de covers. Al terminar la secundaria, allá por fines de los años ’90, se le cruzó un cartel en la Facultad de Agricultura con el que se buscaba «vocalista onda Cranberries», aludiendo a la afamada banda irlandesa. «Una amiga me dijo: ‘es para vos'». Entonces llamó por teléfono, concertó una prueba y con su padre esperándola afuera, alertado por el estigmatizado vínculo entre la música y la droga, ese día su carrera musical inauguró un nuevo capítulo: «Ahí empecé a agarrarle el gustito y a sentir la necesidad espiritual de ir a ensayar, por más que tuviera que hacer dos horas en bicicleta».
Varios sueldos adeudados cobrados todos en un solo pago la llevaron a una definición que apuntalaría su carrera: comprarse un auto o un equipo de sonido. «Sigo utilizando ese sonido para trabajar. Fue una decisión que tomé a los 19 años y marcó mi camino», apunta y completa: «Siempre tuve claro que tenía ganas de hacer lo que me hacía feliz».
En 2007 le llegó la noticia de un loteo en Anisacate, que la llevó a sacar un crédito para al año siguiente empezar la construcción de su hogar en barrio Los Chañaritos; incluso durmiendo en carpa mientras edificaba. «No conocía mucho de Anisacate, lo fui descubriendo cuando empecé a acampar en el terreno. Todos los días iba a una parte del río diferente», recuerda.
Actualmente ejerce la docencia y también trabaja llevando sus canciones propias e interpretaciones por los escenarios más diversos. «Me gusta llevar la canción a los lugares menos pensados», afirma, refiriendo que haciéndolo en los colectivos se sacó tabúes y aprendió mucho: «Cada colectivo es un escenario diferente, se generan un montón de reacciones diferentes, casi todas son hermosas. Disfruto de subir, la predisposición y la transformación de los cuerpos, cómo se metamorfosean las caras con las canciones».
También ha llevado su canto a geriátricos y salas cuna: «Sentir que sirve una canción para generar algo lindo, no es una tarea remunerada, pero sirve como una contribución al alma». En este sentido, para el Día de la Madre y en un contexto de pandemia que ha afectado fuertemente la labor de las y los trabajadorxs de la Cultura, se postuló para cantar serenatas dedicadas. «Hijas emocionadas se comunicaron a partir de la propuesta de hacer serenatas por el Día de la Madre, conjugando mi necesidad de trabajar de algo que amo y que sé que genera satisfacciones».
Escuchá la nota completa en el siguiente audio:
FOTO: GENTILEZA MUNICIPALIDAD DE ANISACATE