Por Marcelo Riol – Que la poética sea convertida en canción. Que las palabras precisas se ajusten a la métrica. Que se asocien a la melodía de las historias necesarias. Las historias de otrxs, que en muchos sentidos construyen la propia. Historias, duras y silenciadas, de doñas que se adueñan del presente, homenajeadas en la voz de Romina Cannistraro.
“Doñas Dueñas” se titula el primer trabajo de estudio de la compositora y cantora nacida en Anisacate. Este último dato es de profunda relevancia, puesto que en todas las formas posibles este disco lleva adn, no solo serrano, sino claramente anisacatense.
Las cinco canciones que componen “Doñas Dueñas” son, además de una reivindicación y el rescate de algunas voces, decires y cantares, una forma de autobiografía. Romina Cannistraro escribe y canta sobre mujeres que son sus vecinas, sobre sus historias sencillas que el tiempo conduce al olvido. Doñas que también son sus abuelas, y que de un modo ineludible son parte de ella.
Romina llegó al estudio en parte empujada por la necesidad de tener material para mostrar y que la ayudara a la difusión de su música. Sin embargo quienes fueron sembrando la semilla y la impulsaron fueron, sobre todo, lxs amigxs músicxs que la rodean. En especial Santiago Pozo, músico con quien egresó del profesorado de música en el Instituto de Culturas Aborígenes (ICA). Con Él empezó a trabajar los arreglos de las canciones que hoy son parte de este trabajo.
“Empecé a pensar: quiero que mis canciones sean más escuchadas, quiero que mis canciones sean cantadas por otras personas. Allí es donde me tengo que hacer cargo de ser artista. Si no quiero quedarme encerrada, cantando para un circuito que en cierto momento se agota, tenía que grabar un disco”
Así en plena pandemia, como un impulso y sin mayores expectativas, aplicó su proyecto en una convocatoria del INAMU (Instituto Nacional de la Música), que luego para su sorpresa, fue seleccionado.
“La convocatoria me ayudó en muchos aspectos, me ordenó. Allí tuve que explicar por qué lo que hago es diferente o qué lo distingue. Tuve que explicarle a otrxs que lo mío era distinto, porque mujeres cantoras que cantan folclore está lleno. Tuve que mirarme para adentro y descubrir qué busco con estas canciones”, asegura la compositora.
Como todx artista independiente Romina grabó estas cinco canciones con muchísimo esfuerzo. Tuvo sobre sus hombros tanto la libertad para hacer lo que las canciones pedían, de cambiar las cosas que no le resonaban, como también toda la responsabilidad de la producción y la logística que ella implica.
Auténtica, amena y simpática en la charla, fue construyéndose como artista más desde la poesía que desde la música. Durante su infancia el lugar donde la música estaba siempre presente era en la casa de su abuela Margarita. Allí presenciaba los habituales ensayos que su tío Darío Carri —poeta y cantante altagraciense— llevaba adelante con sus distintos proyectos.
“Yo aprendí música de oído. En los ensayos de mi tío me harté de mirar cómo tocaban el bombo. Yo hoy toco el bombo por haber transitado por allí. No tocaba pero sí cantaba. Incluso en las fiestas familiares siempre me pedían que cantara”, afirma la cantora.
En su trayectoria hay —en su música, en su poesía, en sus coplas, o en el trabajo como integrante de la agrupación Una Yunta Marañá— una vinculación, una búsqueda, un aprendizaje casi antropológico con la música de raíz autóctona, esa que abarca a toda la Latinoamérica negra y aborigen.
En el ICA, sin animarse todavía a la música, estudió la tecnicatura de investigación folclórica. Allí se le abrió un nuevo mundo y descubrió que el folclore es más que simples ritmos musicales.
“Entendí que era una ciencia el folclore, que no era únicamente la música o la danza. Si no que son los modos de vivir, de habitar un paisaje, las maneras de decir. Mi primera canción fue sobre las curanderas”.
“En la presentación de un trabajo que teníamos que hacer en el ICA, a mí se me ocurre terminar la presentación con “La Curandera”, una chacarera que compuse a partir de testimonios, de mi mamá, de mi papá, de vecinas, como Doña Nely”.
“Ahí descubrí que a mí me gusta esto. Que quiero hacer esto. La investigación, meterme, buscar un saber popular y en base a eso encontrar mi inspiración”, afirma Romina, mientras ceba mate.
“Doñas Dueñas” no es simplemente el primer trabajo fonográfico de la cantante, también fue un largo aprendizaje que incluyó apoderarse de su voz, empoderarse como interprete y productora, y saber sabiamente, que este disco no tiene que ser perfecto, que para eso está el tiempo.
En “Doñas Dueñas”, Romina Cannistraro logró que la poética sea convertida en canción. Que las palabras precisas se ajusten a la métrica de sus sentimientos. Que se asocien a la melodía de las historias necesarias. Las historias de otras y que en todos los sentidos construyen la suya propia.
«Doñas Dueñas» se puede encontrar en todas la plataformas digitales y en YouTube.