Tras el temporal y la crecida de los ríos en las Sierras Chicas, recorrimos Villa Allende y Unquillo para realizar un relevamiento de lo ocurrido. Vecinos y vecinas esperaban que la lluvia cesara para comenzar a limpiar y sacar el barro de sus viviendas.
Miércoles 18 de febrero a la mañana. La lluvia del sábado provocó un desastre en Sierras Chicas. El panorama era casi desolador. El barro era parte de la escena. Su intenso olor nos recordaba que estaba en el lugar desde hace días.
Los vecinos y vecinas levantaban su cabeza y miraban al cielo. Pedían tregua. Sin embargo, nuevamente la lluvia. Una señora miraba para arriba mientras barría. Dejaba de sacar el barro de la vereda y volvía rápidamente al resguardo de su hogar. Nuevamente la lluvia.
“Pensar que siempre pedíamos agua por la sequía. Ahora queremos que se vaya”, comentaba un vecino de Villa Allende consternado.
Una familia dueña de una tienda de ropa sacaba el barro de su local en Unquillo. El padre lavaba la ropa en el río para ver si podía recuperar algo para la venta. Por cierto, el agua del río también venía con barro.
Algunos reponían los vidrios que tuvieron que romper para que saliera el agua de adentro de sus hogares o comercios. Otros buscaban una vivienda porque la suya había quedado inhabitable. Muchas personas se encontraban sacando muebles que no volverán a usar.
También estaban los que discuten si se abrieron o no las compuertas del Dique Las Quebradas. Vecinos reclaman por la situación ambiental, la llegada de los barrios privados y la necesaria discusión de planificar el ordenamiento urbano. Unos agradecen a los gobiernos por la ayuda recibida y otros
cuestionan que la ayuda no llega.
Las ciudades del corredor de Sierras Chicas, después del temporal, esperaban que dejara de llover para empezar la reconstrucción.
Por Diego Heredia FOTOS: Luciano Gualda.![]()
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