En tardecita del martes 19 de agosto, la explanada del Museo de la Estancia lució una postal conmovedora: cientos de velas encendidas quisieron llenar de luz el reclamo del colectivo de la discapacidad para que diputados y senadores rechacen el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia para el sector. Con micrófono abierto, proyección de vídeos y un documento único contundente, personas con discapacidad y sus familias, profesionales, transportistas, instituciones y miembros de la comunidad altagraciense sellaron un compromiso con la defensa de estos derechos. Este miércoles 20, a las 11.30, en simultáneo, previo al inicio de la sesión de Diputados, vuelven a convocarse en la Plaza Solares para amplificar la demanda.
Puntual a las 19 y con un clima adverso, frío y con persistente amenaza de lluvia, se empezó a poblar la explanada, entre abrazos, sonrisas tibias y comentarios alusivos a la difícil situación que atraviesa el sector.
Se proyectaron vídeos en los que se pudo observar con claridad el esfuerzo diario que llevan adelante instituciones de la ciudad y cómo los recursos invertidos en el sector repercuten en una sostenida labor en favor de la dignidad de las personas con discapacidad y sus familias.

Acto seguido, Verónica Antunez, de Fundación Espacios, leyó un contundente documento que puso el acento en aquello que une a este colectivo que se moviliza: “Nos une la angustia de ver cómo los logros que tantos años nos costó construir hoy se ponen en duda y se cuestionan. Nos une el enojo ante la indiferencia, la falta de empatía y las puertas cerradas. Pero también nos une el orgullo: el orgullo de haber construido sistemas de apoyo que cambiaron vidas, que abrieron caminos, que hicieron posible lo que parecía imposible. Nos une la esperanza, porque sabemos que cada niño que logra comunicarse, cada adulto que conquista un espacio de inclusión laboral, cada familia que respira al sentirse acompañada, cada escuela que aprende otras formas de enseñar, nos recuerdan que nada de lo que hacemos es en vano”.
Y en ese marco, planteó a la vigilia como un “encuentro de luz”, de visibilización de logros compartidos y también una oportunidad de invocar la memoria de quienes marcaron el camino del trabajo y el compromiso: “En este afán de recordar a personas que fueron íconos de trabajo desinteresado, me viene a la memoria lo que el doctor René Favaloro nos enseñó por lo que, también esta vigilia es una invitación a que resuenen con fuerza y se repliquen sus palabras cuando decía que ‘el nosotros está por encima del yo’. Y en ese ‘nosotros’ estamos todos: las personas en situación de discapacidad, sus familias, los profesionales que dejan el alma en cada jornada, las instituciones que resisten incluso en la adversidad, pero también están las autoridades y la comunidad en general. Favaloro también decía que ‘la solidaridad es el único camino hacia una sociedad mejor’. Y esa solidaridad no es un discurso: es el trabajo cotidiano, silencioso, inmenso, que, en ocasiones, el poder político corre el riesgo de ignorar”.

Para finalizar, se abrió el micrófono para que tomara la palabra quien lo deseara. Y allí la emoción volvió a brotar entre los presentes, con cada intervención de personas con discapacidad, familiares, transportistas, profesionales, que desde cada óptica particular, exponía el esfuerzo cotidiano que implica sostener cada tarea diaria en el campo de la discapacidad y el riesgo y el impacto que estas amenazas de desfinanciamiento generan; y por qué es importante el compromiso colectivo con la defensa de los derechos.
Documento completo
Cuando pensaba en esta jornada, pensaba en cómo elegir cada palabra para transmitir el sentir profundo de quienes conformamos el colectivo de la discapacidad: Personas en situación de discapacidad, familias, profesionales, instituciones: todas y todos somos parte de esta trama. Y frente a la enorme responsabilidad de ponerle voz a este maravilloso colectivo, entendí que la mejor manera de hacerlo era buscar el hilo que hoy nos une.
Nos une la angustia de ver cómo los logros que tantos años nos costó construir hoy se ponen en duda y se cuestionan. Nos une el enojo ante la indiferencia, la falta de empatía y las puertas cerradas. Pero también nos une el orgullo: el orgullo de haber construido sistemas de apoyo que cambiaron vidas, que abrieron caminos, que hicieron posible lo que parecía imposible. Nos une la esperanza, porque sabemos que cada niño que logra comunicarse, cada adulto que conquista un espacio de inclusión laboral, cada familia que respira al sentirse acompañada, cada escuela que aprende otras formas de enseñar, nos recuerdan que nada de lo que hacemos es en vano.

Y esta es una vigilia, un encuentro de luz, un espacio de visibilización de logros compartidos, y también una oportunidad de invocar la memoria de quienes nos marcaron el camino del trabajo y el compromiso. Y en este afán de recordar a personas que fueron íconos de trabajo desinteresado, me viene a la memoria lo que el doctor René Favaloro nos enseñó por lo que, también esta vigilia es una invitación a que resuenen con fuerza y se repliquen sus palabras cuando decía que “el nosotros está por encima del yo”. Y en ese “nosotros” estamos todos: las personas en situación de discapacidad, sus familias, los profesionales que dejan el alma en cada jornada, las instituciones que resisten incluso en la adversidad, pero también están las autoridades y la comunidad en general. Favaloro también decía que “la solidaridad es el único camino hacia una sociedad mejor”. Y esa solidaridad no es un discurso: es el trabajo cotidiano, silencioso, inmenso, que, en ocasiones, el poder político corre el riesgo de ignorar.
Esta noche encendemos nuestras velas no solo como símbolo de esperanza, sino como luz que guía e ilumina lo que, para nosotros, es testimonio de que seguimos y seguiremos de pie, aun cuando intenten apagar nuestra voz. Mañana, en el Congreso, se pondrá a prueba la conciencia de cada diputada y cada diputado: decidirán si la dignidad de las personas en situación de discapacidad se sostiene como un derecho irrenunciable o si se degrada en privilegio de unos pocos. Pero hoy, aquí, ya estamos dando nuestra respuesta: la dignidad no se negocia.
Invito a que cada vela encendida ilumine también los logros que tantas veces quedan invisibles: la sonrisa de un niño al pronunciar su primera palabra, la emoción de una madre al ver a su hijo dar un paso que parecía imposible, el orgullo de un joven que consigue un trabajo o del niño que aprende a leer y demuestra que las barreras no están en él sino en la sociedad.
Quiero agradecer profundamente a las y los profesionales que sostienen con pasión y compromiso esta lucha diaria. Quiero abrazar a las familias que cargan con incertidumbre y a veces con cansancio, pero nunca dejan de pelear. Y sobre todo quiero honrar a las personas en situación de discapacidad, que son quienes, con su perseverancia y su fuerza, nos enseñan todos los días el verdadero significado de la resiliencia y la dignidad.
Que esta vigilia nos recuerde algo esencial: lo que conquistamos juntos no nos lo regaló nadie. Fue fruto de la lucha, del trabajo y de la organización. Y por eso mismo, nadie podrá arrebatárnoslo.
Para ir cerrando, quiero recordar una frase de Eduardo Galeano que resonaba días pasados, para darnos fuerza, entre quienes hoy hicieron posible esta vigilia. Y es una frase que creo refleja donde está nuestro poder: “Mucha gente pequeña en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo», y así fue, a través de pequeños grupos de personas que a lo largo de la historia, se derribaron algunas barreras, y así fue que se minimizaron otras y así es que hoy nos encontramos haciendo esta pequeña vigilia que puede movilizar grandes cambios.
Mañana habrá votos. Habrá discursos. Pero hoy hay un pueblo unido que dice: la dignidad no se posterga, la justicia social no se negocia y el nosotros es más fuerte que cualquier intento de dividirnos. Hoy hay un grupo que muestra su potencial y sus logros y su infinita capacidad de trabajar en y con la adversidad.
Y hoy hay velas que iluminan y en su luz nos recuerdan que: Gobierne quien gobierne, la discapacidad se defiende.
Producción y fotos: Quimey Bareiro