En esta edición de su columna literaria para DiarioTortuga.com, el escritor Germán Masgoret reflexiona sobre los acontecimientos sucedidos el 12 de octubre de 1492, y nos comparte diferentes escritos al respecto.
Los acontecimientos que detonaron el 12 de octubre, mal llamado descubrimiento de América, no deberían ser analizados ni enseñados como una cuestión romántica de un inocente intercambio cultural. El ser humano es un animal de costumbre; me acuerdo cuando, yo aun estando en el secundario, se comenzó a utilizar el termino etnias en lugar de razas, y “Día del Respeto a la Diversidad Cultural” en vez de “Día de la Raza”. En ese entonces las redes sociales no copaban nuestras vidas, pero aún así no faltó escuchar quejas indignadas por el cambio de paradigmas que representan el lenguaje, lo escrito como un productor de realidades. Detractores hacía aquellos nuevos términos que visibilizaban la existencia de los movimientos indigenistas y la pluralidad de culturas en nuestra América.
Hoy más que nunca, es tiempo de extirpar aquel velo euro-centrista que esconden esos discursos repetidos y no pensados en la educación primaria y secundaria, principalmente. Porque de allí, nacen los brotes de una educación mal enseñada o quedada en el tiempo, y corremos el riesgo de llegar a cosechar generaciones de odio cuando no se atienden algunos asuntos tan vitales como las palabras que usamos contra otros y otras.
Se trata, por lo tanto, de promover el análisis y el revisionismo histórico de los múltiples factores que desencadenaron todos los sucesos atroces que han amalgamado la historia de nuestro continente y cuyos efectos continúan condenando a las sociedades de América Latina en la actualidad.
A todo esto, podemos adherir que el encuentro no ha sido de un grupo de nativos y un par de hombres armados con espadas y cruces, sino, de un conglomerado de pueblos y cosmovisiones devenidas en guerras, masacre, dominio, exterminio, colonización de la economía, de los pueblos y de sus ideas religiosas y políticas. De la siempre presente visión imperialista que desarrollan las potencias de turno.
Entonces, sin explayarme más sobre un asunto tan delicado para su análisis correspondiente y responsable, es que justamente desde una austera propuesta, mi intención en esta columna, es integrar algunos escritos históricos de la literatura que nos haga referencia, como siempre, a la expresión escrita como un arma de lucha, resistencia y memoria.
Les dejo acá, tres poderosos poemas que me llenaron de energía:
1. “Cómo ser un buen salvaje”
Escrito originalmente en zoque por: Mikeas Sánchez
Mi abuelo Simón quiso ser un buen salvaje,
aprendió castilla
y el nombre de todos los santos.
Danzó frente al templo
y recibió el bautismo con una sonrisa.
Mi abuelo tenía la fuerza del Rayo Rojo
y su nagual era un tigre.
Mi abuelo era un poeta
que curaba con las palabras.
Pero él quiso ser un buen salvaje,
aprendió a usar la cuchara,
y admiró la electricidad.
Mi abuelo era un chamán poderoso
que conocía el lenguaje de los dioses.
Pero él quiso ser un buen salvaje,
aunque nunca lo consiguió.
2. “Ensueño”
Escrito originalmente en chontal por: Auldárico Hernández
Niño
hermanito Jaguar
casta
espíritu
de mística indomable
tu fuerza será de la tierra
el sol
el agua
el aire
y el fuego emergen de tu pecho
de tus ojos y de tus manos
El poderío de tu alma
viene de las estrellas
donde habita la fábula
de tus primeros sueños
duerme
duerme
duerme con el vuelo de las garzas
con el silencio de la selva
con el arrullo que nos dan los ríos
eleva tu sueño en las nubes
y desde los picachos de las cumbres
detente y mira a tus hermanos
Niño
hermanito Jaguar
ya es hora que despiertes
aquí los tambores y tuncules
están llamando
ven con el colibrí
viajarás en los pueblos
y hallarás en cada hermano
una mirada de tristeza
sumido en el insomnio
de una derrota ancestral
Tú ya no bajes la mirada
despierta?
despierta?
únete a las olas
únete al viento
elévate con las águilas
habla con otros jaguares
toma el hacha
el machete
haz con ellos la libertad
de tus hermanos
pide con ello
tu Justicia
mi Justicia
nuestra Justicia?
3. “Nos suspendieron”
Escrito originalmente en tsotsil por: Andrés López Díaz
Nos suspendieron en el tiempo,
suspendieron el ciclo de nuestra vida,
nos crecieron la noche, tétrica y fría,
nos cubrieron de polvo los ojos y el alma,
nos cortaron los diez dedos de las manos,
y los diez dedos de los pies.
Nos suspendimos en el vacío,
en las cuevas ocultas,
en los escombros de la guerra,
en las piedras edificadas.
Nos suspendimos en el salvajismo,
en las oraciones a los santos,
en los ojos de los sacerdotes,
en el discurso de los gobernantes,
en las armas de la esclavitud.
Nos suspendieron en la historia.
Sin materia, sin deseo, sin alivio.
Suspendidos estamos en las hojas del sueño,
en el aroma de flores que muerden corazones,
en la esencia de la oscuridad silenciosa.
Nos suspendieron en el día olvidado del amor:
una tormenta de dioses extraños
invadió nuestra viva visión del universo,
un veneno invadió nuestra sustancia.
Nos suspendieron
como polvo en el espacio:
diminutos y separados volamos en el vacío
como humo sin cuerpo,
insignificantes, fríos y callados.
¿Unirán su estrella al jaguar
con el fuego de nuestra sangre
o seguirán muertos nuestros ojos en esta tierra?
¿O seguiremos suspendidos sin más tiempo
que el pasado sin presencia?
FOTO: Primer encuentro de Malinalli con Hernán Cortés. Códice de Diego Durán. Siglo XVI. Biblioteca Nacional, Madrid.