Raúl Rodolfo Cortéz tiene 82 años de edad y hace 68 que está en el rubro, razón que lo destaca como el peluquero más antiguo de Alta Gracia.
Sobre calle Urquiza a unas cuadras del centro está ubicada la “Peluquería Raúl”, acondicionada con sillones añejos de color verde y un inmenso espejo con marcos colorados. Casado con Tita hace 56 años, padre de dos hijos y con un admirable sentido del humor, recibió en su casa a Papel Tortuga y entre mate y mate nos contó su historia.
«Me acuerdo como si hoy fuese el primer día. Antonio, mi padre, era cliente de la peluquería La Porteña, que estaba en la calle San Martín, donde hoy está el Club Central. Su dueño era Fernando Pugliese a quien un día le preguntó si podía enseñarme. Don Fernando no tenía aprendiz porque el chico que sabía ir no cumplía horarios ni días. Entonces mi padre le dijo que yo era un chico mansito”, aclara Raúl entre risas. Tenía trece años, estaba cursando tercer grado y cuando su padre le preguntó si le gustaría aprender le respondió que sí y el 21 de septiembre de 1945 empezó a cortar el pelo.
“Mi padre aclaró que antes de ser buen peluquero primero debía ser buena persona. Entonces todos los días, diez minutos antes de que abriera la peluquería yo estaba en la puerta. Para ser comerciante primero había que ser responsable”, confesó. Su maestro siempre estaba encima de su trabajo, corrigiendo cada detalle y aconsejándolo.
Mostrando su lado más romántico, Raúl, aún recuerda cuando conoció a Tita hace más de medio siglo: “Cómo me voy a olvidar cuando vi esa paloma que no me estaba esperando, porque no me conocía. Le tiré un flechazo que la dejó herida de muerte porque eso tenía veneno”, contó entre risas, mientras a Tita se le caían unas lágrimas. Ella tenía 15 años y él 23, y “aún no nos hemos peleado” aclaró pícaro.
Leé la nota completa en la edición impresa de PAPEL TORTUGA.
Texto: Melisa Antunez
Fotos: Sebastián Gualda