Por Marcelo Riol – En estos tiempos de topadoras devorando monte, de incertidumbre generalizada, de pandemias y de guerras, gozar se convierte casi en una obligación. Cada acto que nos liga con el arte, con la música y el baile, nos aleja de esa incertidumbre neblinosa y nos devuelve algunas certezas.
En Paravachasca hay una banda que desde su nombre toma al disfrute como bandera. Para ser más precisos no es una banda, es una orquesta. Pero para ser más precisos aún La Gozadera es una orquesta latina de mujeres, tal como sus integrantes la definen.
La salsa, el son y el bolero se entrelazan con la cumbia y el cuarteto. Con esta combinación desprejuiciada La Gozadera invita a entregarse sin reparos al baile, a que el cuerpo se incendie al calor del ritmo, en definitiva a perder la chaveta y gozar.
Hace un año empezaron a darle forma al proyecto, siempre con el objetivo de conformar una orquesta, todo un desafío. En el proceso que implicó esta búsqueda, La Gozadera fue mutando y creciendo. Aún frente a la dificultad de encontrar instrumentistas femeninas que pudieran incorporarse a la banda.
Pese a esa dificultad, hace cinco meses consolidaron la formación con la que ya han realizado diez shows. A La Gozadera la integran Flor Guevara en bajo y coros, Virginia Risco en congas, Cata Dinoto en saxo, Nati Bennun en trompeta, Laura Volando en timbas, Lexa en bongó y accesorios, Silvina Martino en guitarra, Meli Plascencia en guitarra y coros, y Fania, cuyo seudónimo artístico es un guiño directo al estilo, la Fania All Star, famosa orquesta de salsa que en los setenta provocó la explosión de la música latina, primero en Nueva York y luego en todo el mundo.
En La Gozadera conviven y son parte de su esencia, dos formas de militancia que de algún modo están vinculadas. Por un lado la militancia del goce, “nosotrxs no hacemos rock progresivo, que te sentas y es un viaje. Con nosotrxs hay que poner el cuerpo”, afirman. Por otro el compromiso feminista, que no descansa, que se piensa y se trabaja aún en cada ensayo y que se abre paso frente a cada desafío.
Disputar el cupo en la programación de festivales o que el pago por su espectáculo sea igual a cualquier otra orquesta, es tan importante para La Gozadera como apoyarse hacia adentro. Reconocerse, contenerse y organizarse son parte indispensable de ese compromiso, cuyo resultado se ve en cada presentación.
En su repertorio La Gozadera propone versiones de clásicos de la música latina y algunas composiciones propias. De ese modo elijen el mensaje preciso que desean transmitir y sin prejuicios navegan y entrelazan distintos géneros. Los arreglos y adaptaciones de estas versiones las llevan adelante en forma colectiva, logrando interpretaciones que les son absolutamente propias.
Sin embargo la mirada que la orquesta tiene de sí misma es más amplia que la sola elección de canciones, consideran a La Gozadera como un espacio de estudio, de perfeccionamiento del estilo. Para las presentaciones en vivo tienen una postura integral frente a la puesta de sus espectáculos, donde la música a está integrada al vestuario, a la escenografía y a otros lenguajes que nutren el show.
Los espacios para que una orquesta de estas características pueda sonar, son acotados aquí en el valle y en general no abundan tampoco para otros formatos, sin embargo La Gozadera aprovechó cada oportunidad que se le ofreció un escenario, tanto en Paravachasca, como en Calamuchita, donde fueron muy bien recibidas. De esta manera, en su corto recorrido, su nombre va ganando presencia en la escena local.
En estos tiempos de desencuentros y de grietas, de crisis interminables, de virtualidad opaca, La Gozadera le pone sabor a la fiesta, al compromiso y a la lucha, y esa es una buena noticia.