Crisis hídrica del Anisacate: «Ningún parásito mata a su presa»

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Por Marcelo Riol. En lo más alto del vado de la calle Liniers en Alta Gracia, un camión quedó cruzado por no poder trepar la cuesta con su carga. El chofer otea el tránsito en busca de un colega que lo asista. Por la otra pendiente, antes de cruzar el exiguo arroyo Chicamtoltina, empieza a descender un camión, quizás este lo pueda ayudar. De inmediato se desilusiona cuando se da cuenta que lo que transporta es una pileta de fibra de vidrio. Antes del puente, lento, el camión y el largo tráiler que soporta la pileta dobla a la derecha para internarse dentro del barrio. La escena, seguramente menor y cotidiana, guarda una enorme contradicción.

En los últimos tres años, el Estado Municipal, declaró la emergencia hídrica. A decir verdad, toda la cuenca del río Anisacate —en la que obviamente están incluidas las poblaciones dentro de su valle—, está bajo un estrés ambiental significativo. El caudal del río se ha visto sensiblemente reducido, tanto que hace un año el pequeño dique de La Toma, desde donde se alimenta de agua la ciudad, apenas si retenía el mínimo de agua. 

El diagnóstico es grave, y no tiene nada alarmista concluir que la situación es crítica. Esta evaluación está determinada por un déficit hídrico significativo y por la degradación acelerada de la capacidad productiva de las cuencas. Esto ocasiona que la tendencia sea, sin exageraciones, a la desertificación.

Los motivos son tan conocidos y notorios, como desdeñados por parte de quienes deben proteger este recurso que es indispensable para la vida. Los sucesivos incendios forestales, el desarrollo inmobiliario sin planificación, la ampliación de las fronteras agropecuarias y las obras de infraestructura pensadas con lógica extractiva, y justificadas bajo una idea —como mínimo desactualizada— del progreso, son las razones principales para explicar cómo hemos llegado a esta crisis hídrica.

La mirada de una especialista

Para abordar de manera certera esta problemática entrevistamos a Alicia Barchuk, Dra. en Ciencias Agropecuarias, docente e investigadora, quien realizó un profundo estudio sobre cómo está siendo afectada la cuenca del río Anisacate. Para profundizar en las causas de dicho daño, señala de modo sintético y didáctico que se debe a que “ha mermado considerablemente la capacidad de producción de agua en las cuencas por el creciente deterioro de la cobertura vegetal de bosque nativo. La vegetación es el principal regulador del sistema hídrico y ejerce un fuerte control sobre las variables hidrológicas. La pérdida de la cobertura de bosques nativos y otras vegetaciones nativas es una causa fundamental de desertificación y degradación”.

Solo como un simple ejemplo asegura que “en el caso de la sub cuenca del Arroyo Chicamtoltina (parte de la cuenca del Anisacate), solo queda un 22% de cobertura de pastizales, matorrales y escasas zonas con bosque nativo, cuando se requiere al menos un 40% para asegurar el ciclo del agua y la vida de los arroyos y ríos, y la recarga de los acuíferos (principal fuente de agua en épocas de sequía). Esta situación genera consecuencias impredecibles como la pérdida de biodiversidad, la destrucción de suelos, el aumento de la escorrentía superficial y la fuga de agua del sistema.”

Barchuk señala también que un problema importante y que no se aborda con seriedad es el consumo de agua en todo el Valle, pero sobre todo en la ciudad de Alta Gracia. “En los meses de estación seca (julio, agosto y septiembre), la demanda hídrica ya es superior a la oferta del río Anisacate, incluso sin considerar el caudal ecológico necesario para mantener el ecosistema. La cuenca ha experimentado una explosión demográfica en los últimos veinte años, con un aumento de más del 50% de la población en el Departamento Santa María (que incluye la cuenca del Anisacate) entre 2010 y 2022. Esta rápida urbanización, impulsada por la especulación inmobiliaria y políticas desarrollistas, ha llevado a la ocupación del suelo por una excesiva urbanización, incluso en zonas de alta pendiente y sobre áreas inundables, afectando gravemente la recarga de acuíferos y potenciando el escurrimiento superficial y las inundaciones.”, describe la agrónoma.

Y agrega: “Existe un consumo excesivo de agua por grandes usuarios como lo es el caso en canchas de golf, como la de Potrerillos de Larreta, que utiliza alrededor de 87 millones de litros al año, equivalente al consumo de 600 familias todo el año. Además, se han realizado nuevos proyectos de acueductos para emprendimientos privados tipo country lo que ha generado desabastecimiento adicional para las poblaciones de la cuenca del Anisacate. La infraestructura es por demás limitada en el dique La Toma para distribución del agua direccionada hacia Alta Gracia, esto genera desigualdad en el acceso para diferentes poblaciones, comunas pequeñas, y cada vez existe menos posibilidad de acceso al agua para sectores de la población con escasos recursos.”

La contaminación de los recursos hídricos también es cada vez más alarmante. “El arroyo Chicamtoltina, por ejemplo, presenta graves problemas de calidad de agua debido a las descargas de la Planta Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Alta Gracia, que elevan significativamente la concentración de materia orgánica, nutrientes y bacterias peligrosas como Escherichia coli, afectando la salud pública y el uso recreativo. En el trayecto del arroyo hacia el río Anisacate, existen descargas de aguas residuales, escorrentía urbana, uso de fertilizantes y agroquímicos. Por otro lado existe una escasa implementación de sistemas de almacenamiento y reutilización de aguas grises a escala doméstica, industrial y turística, lo que agrava la presión sobre el recurso hídrico y la gestión de aguas residuales. También existe una escasa implementación de sistemas de reutilización de desechos orgánicos de la cocina y de podas que son fuente de compostajes y de fertilidad para el suelo”, describe la investigadora.

Por último Barchuk apunta que “la construcción de la autovía RP 5 ha implicado una destrucción ambiental fenomenal en subcuencas como la del arroyo El Parral, limitando su capacidad natural de almacenamiento y liberación gradual de agua, lo que ha llevado a que el arroyo permanezca seco por varias temporadas. Estas infraestructuras viales funcionan como columnas vertebrales para el desarrollo de más urbanización y por ende dan mayor continuidad a la destrucción del funcionamiento de una cuenca.” Y agrega: “La agricultura extensiva que se realiza en zonas de pendientes, contribuye a la degradación de la cuenca inferior del Anisacate, además de los riesgos de inundación, desertificación y contaminación con agrotóxicos. Zonas donde debería ser factible y con urgencia la aplicación de la ley agroforestal junto con el diseño de sistemas de producción agroecológica.”

“En resumen, el diagnóstico actual muestra un sistema hídrico en extremo estrés, donde la producción natural de agua está gravemente comprometida por una combinación de factores ambientales (sequías recurrentes, pérdida de bosques) y antrópicos (urbanización descontrolada, consumo excesivo, contaminación, grandes obras de infraestructura). La resiliencia del ecosistema se ve mermada, acercándonos a puntos de no retorno donde la capacidad de la cuenca para abastecer de agua de manera sostenible a la población y a los ecosistemas es cada vez más incierta.”, finaliza categórica Alicia Barchuk.

Respuestas en la superficie

Para tener una idea más acertada de esta crisis es importante identificar y conocer el rol de todos los actores, sobre todo las responsabilidades de las autoridades gubernamentales de los distintos niveles. Las investigaciones y relevamientos que Alicia Barchuk realizó, derivaron en un pormenorizado informe que fue presentado por el Consejo Ambiental Cuenca del Anisacate, tanto al Ministerio de Ambiente y Economía Circular, del Gobierno Provincial el 7 de mayo de 2024, como así también a las autoridades de la Secretaría de Ambiente, de la Municipalidad de Alta Gracia, en una reunión presencial, el 10 de julio del mismo año.

Marcelo Riol: ¿Además del gobierno provincial, el informe también fue compartido con las autoridades municipales tanto de Alta Gracia, cuál fue la respuesta?

Alicia Barchuk: El Consejo Ambiental Cuenca del Anisacate elevó el informe detallado al Ministerio de Ambiente y Economía Circular del Gobierno de la Provincia de Córdoba, solicitando un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) urgente para prevenir crisis hídricas. Nuestra intención es, precisamente, fortalecer y complementar la capacidad de gestión de todas las autoridades provinciales, municipales y comunales, incluyendo a Alta Gracia y Anisacate, mediante la participación y el consenso de medidas remediadoras. Sobre la interacción con las autoridades municipales de Alta Gracia, la situación ha sido desalentadora.

En una reunión, hemos expuesto la gravedad del estado de la cuenca y la necesidad urgente de recuperar su funcionamiento hídrico, que se ve afectado por la alteración extrema del ciclo hidrológico y el consumo excesivo de agua. Subrayamos que la Municipalidad de Alta Gracia, al ser el mayor centro urbano con 65.000 habitantes, es responsable del mayor consumo de agua en la región. Este consumo desmedido, que incluye la alta demanda de zonas como las canchas de golf de Potrerillos de Larreta, contribuye directamente al desabastecimiento de agua para las demás poblaciones de la cuenca en épocas de bajante del río.

Lamentablemente, la respuesta municipal se ha quedado en la superficie. Hemos notado que creen que la solución para asegurar el agua a futuro radica únicamente en instalar medidores. No hemos recibido una respuesta formal y certera para abordar el meollo principal, que es la recuperación integral del funcionamiento de la cuenca. Si bien ha habido algunas expresiones públicas de apoyo por parte de funcionarios de ordenamiento territorial provincial, estas no se han traducido en un compromiso articulado.

Es imperativo que el municipio de Alta Gracia asuma un rol primordial en la responsabilidad del ordenamiento territorial, ya que su gestión y consumo impactan de forma crítica en toda la cuenca. La planificación futura debe ser integral e incluir a todas las comunas (La Serranita, Anisacate, La Paisanita, etc.) para planificar el uso del agua y de fuentes alternativas.

Una postura propositiva

MR: ¿Cuáles cree que son las medidas más importantes que pueden tomarse en el corto plazo?

AB: Las medidas a corto plazo deben ser inmediatas, enfocándose en detener la degradación y prevenir las crisis hídricas.

Las acciones más importantes, vistas desde una perspectiva propositiva, son:

Primero la protección urgente de áreas ribereñas (Categoría I): Se debe clasificar de manera inmediata los bosques nativos existentes en las márgenes de arroyos y del Río Anisacate en Categoría I (rojo). Esto es vital para aplicar el criterio de Potencial de conservación de cuencas y asegurar la provisión de agua. Dicha categorización prohíbe el desmonte y protege legalmente una franja de cien metros (100 m) de bosque nativo a ambos lados de la línea de ribera.

Segundo la restricción y planificación del consumo: Es fundamental restringir el gasto excesivo del agua, sobre todo en la estación seca. El crecimiento poblacional y el consumo continuo demandan un diagnóstico adecuado que permita planificar el uso del agua del río y de fuentes alternativas para mitigar la escasez y satisfacer la demanda con equidad.

Tercero el control de urbanización en zonas de recarga: Se deben limitar los cambios de uso del suelo hacia áreas con pendientes superiores al 5%, ya que estas zonas tienen un valor estratégico para la provisión de agua y la recarga de acuíferos. Además, se deben promover zonas perimetrales de bosque nativo bajo la figura de Áreas Naturales Protegidas para limitar el avance de la urbanización.

Por último el saneamiento y reciclado conjunto: Promover de manera urgente el tratamiento de aguas grises residuales a todas las escalas (doméstico, comunal, ciudad, industrias). La colaboración interjurisdiccional de los municipios y comunas es esencial para implementar el saneamiento y el reciclado de aguas grises.

MR: ¿Cree que este diagnóstico pueda revertirse a mediano plazo?

AB: Sí, es posible revertir el diagnóstico negativo a mediano plazo, pero esto no ocurrirá por inercia; requerirá una intervención estatal y comunitaria constante y decidida, basada en la restauración ecológica y el ordenamiento territorial.

Se debe abordar la restauración del funcionamiento hídrico. El objetivo central del ordenamiento territorial es restablecer el funcionamiento hídrico de la cuenca, lo que pasa por aumentar la cobertura de bosques nativos hasta alcanzar entre un 20% y 40% del paisaje. La conservación y el incremento de los bosques nativos son medidas de mitigación y adaptación al cambio climático, ya que mejoran la infiltración y la recarga de acuíferos, y regulan los extremos ambientales.

También debemos dar uso a los instrumentos legales y financieros vigentes. La Ley N° 9814 promueve la recuperación y restauración de bosques degradados por incendios y establece el Fondo para el Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (FOTBN). El 70% de este fondo se destina a compensar a los titulares que conserven bosques en Categorías I y II. La implementación efectiva de Planes de Conservación financiados por el FOTBN garantiza la conservación y permite el compromiso efectivo de los titulares de bosque nativo prediales junto a las comunidades locales ser custodios del bosque nativo y contribuir a la resiliencia del paisaje serrano.

Podemos ayudar a mejorar la resiliencia del ecosistema. Aunque la deforestación y la pérdida de bosque nativo pueden ser una pérdida sustancial y parcialmente irreversible, los bosques del Chaco Serrano presentan una enorme resiliencia. La implementación de medidas en el mediano plazo (que la ley prevé para la mitigación de problemas) puede frenar el avance de la desertificación y asegurar que la cuenca se dirija a un estado de mayor resiliencia y funcionalidad hídrica, evitando cruzar los umbrales de colapso.

Es muy claro que la responsable de esta crisis ambiental es la acción humana y no cabe duda que dicha intervención sin planificación es la que profundiza el riesgo de llegar al punto de no retorno. Sin embargo, definitivamente, allí se puede encontrar la solución. Quizás Alicia Barchuk tenga razón cuando, en una comparación dura pero contundente señala que “en el mundo de la naturaleza ningún parásito mata a su presa”.

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