Sobre calle San Martín, a media cuadra de España, las paredes del Club Central de barrio Sur guardan el sonido de las guitarras de buena parte del pasado reciente de la escena under altagraciense. Ni los bailes de fin de semana de cuarteto familiar, ni una ausencia medida en años puede borrar la mística rockera «del Central», algo que quedó claramente demostrado el pasado sábado 6 de diciembre cuando un centenar de personas dijo presente en el festival «Under resiste».
Tres bandas de Río Cuarto (Capucha de Barrio, Los Gilipollas, Blasfemia), dos de la capital cordobesa (Fuerza de Kaos y Los Poxi) y los locales de No Fun eran los anfitriones que preaunciaban una noche poderosa de punk, hardcore y hip hop.
Al margen de la buena calidad de los shows ofrecidos, del calor insoportable dentro del local, de la buena onda reinante entre los asistentes o de un sonido que dejó un poco que desear, «Under Resiste» era por sobre todas las cosas una fecha necesaria en un espacio mítico de una ciudad que solía tener clubes que rockeaban sin miedo.
Sin embargo, y cuando todavía faltaban bandas por tocar, (los locales entre ellos), inspectores de la Municipalidad de Alta Gracia irrumpieron en el evento y decidieron clausurarlo por superar la emisión sonora permitida, pese a que los niveles de audio no superaban la media de todas las semanas del lugar.
«Estamos cansados, hay eventos culturales en todos lados y no damos abasto, así que no molesten, están clausurados», espetó uno de los inspectores municipales.
Tras la decisión de no permitir continuar el espectáculo quedó toda la organización de un festival alternativo de los que Alta Gracia extraña, hecho a pulmón por jóvenes que además de ser músicos tienen la valentía de autogestionarse, gritando guitarra en mano contra todos los males de este mundo que el Under Resiste.
