Ignacia Etcheverry, una voz cantante que busca «Armas nuevas» para «Darlo vuelta todo»

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Ignacia Etcheverry es una guitarrista, cantante y compositora bonaerense que arribó por Alta Gracia para colaborar con la banda Surikata Ki en la realización de su nuevo material y el domingo pasado coordinó una charla en la Biblioteca Sarmiento. Con su más reciente trabajo discográfico, «Darlo vuelta todo», fue nominada a los Premios Gardel 2020 en la categoría «Mejor Álbum Pop Alternativo». En diálogo con el programa «Tarde para Tirar la Toalla», repasó su biografía artística y brindó testimonio sobre feminismo y música emergente.

«Empecé como guitarrista, me desenvolví como cantante y compositora; me autopercibo como cantante, guitarrista, productora y nerd de las perillitas y los sintetizadores», introdujo Ignacia Etcheverry la conversación al solicitársele una autodefinición. En rigor, tiene 41 años, proviene del Oeste del Conurbano bonaerense y lleva editados cuatro discos solistas, en los que la canción se mece entre sonidos analógicos y digitales: “Mis manos” (2008), “Salta” (2012), “Alud” (2016) y el citado “Darlo Vuelta Todo” (2019).

Al bucear en sus orígenes con la música, cita su encuentro con la guitarra a los once años, «sacando temas de la radio, que fue el acceso a la música»; en un contexto doméstico en el que, recuerda, había cassettes, con su padre que escuchaba Paco de Lucía y su madre que era profesora de piano y tocaba «cosas más populares». Ignacia estudió guitarra clásica en el Conservatorio Municipal Antonio Ginastera de Morón, en el mismo Oeste del Gran Buenos Aires. «Ahí se me abrió un mundo, me empecé a vincular con otras personas músicas», recuerda.

Paralelamente, su interés por la producción musical se fue forjando rústicamente: «Lo de hacer canciones fue algo espontáneo. Me empecé a grabar con un minicomponente doble cassettera que tenía una falla». Ignacia grababa en una de las cassetteras e iba mezclando, usando la otra: «En el miniplug para el mic, usaba un auricular viejo, de los de almohadillas. En un momento me copé a grabar muchas voces y la cinta empezó a perder lo primero que había grabado y se escuchaba más bajo. Siempre estuve experimentando con la tecnología que tenía a mano».

RADIO TORTUGA (RT): ¿Cuándo empezaste a salir a los escenarios a tocar?

IGNACIA ETCHEVERRY (IE): Surgió todo desde lo trovadoresco, de juntarnos con amigues a zapar. Y yendo al Conservatorio. Salíamos y nos encontrábamos en un barcito con un escenario. Me costó mucho al principio. Tocaba de guitarrista en bandas y hacía coros. La cuestión de plantarme yo con mis canciones vino muchísimo después, cuando estudié canto.

RT: ¿Había apertura para tocar para las chicas?

IE: Siempre fue más raro ver pibas con la guitarra. Ahora cada vez menos, por suerte. De hecho, en el Conservatorio las clases, que eran grupales, eran todos chabones y yo la única piba; y me tuve que fumar un montón de situaciones horribles re machirulas que por suerte hoy no están naturalizadas. Hoy una chica a los 18 no se banca una y hasta hay un protocolo con perspectiva de género. El despertar del feminismo, en mi caso a partir de la campaña por la despenalización del aborto, nos agrupó a todas las pibas y pibix y ahí arrancó un cuestionamiento que empieza por el presente, pero te lleva a otras situaciones de antes.

RT: ¿Cuándo y cómo encarás el escenario solista?

IE: Empecé mucho desde la producción. Las herramientas del ciclo básico del Conservatorio están buenas, ayudan a ordenar la información que manejás por ser un ser cultural que escucha un montón de cosas. Empecé a jugar con el programa Fuity Loops. El juego fue armarme las bases que yo quería, porque me crié en un ámbito muy rockero, con la bata, el bajo, la guitarra. Ahora estoy volviendo a eso, pero en ese momento me gustaba Chemical Brothers, Björk, Radiohead; entonces me armaba las bases con baterías electrónicas y sintetizadores que emulaba el programa; y ahí surgió la identidad que se empezó a armar.

LOS DESAFÍOS EMERGENTES

Frente al debate en torno de la utilización de insumos digitales para componer, Ignacia Etcheverry manifestó que se trata de herramientas que democratizan el acceso a la producción: «A veces no tenés los recursos para pagar una sala de ensayo, pagar a los sesionistas; y vos tenés una idea y una búsqueda. Hay programas que permiten que con poco, puedas armar una canción. Es un acceso importante, que cada quien pueda acceder a que lo que tiene en la cabeza, pueda plasmarse. Es un derecho hacer música, no tiene que ser un privilegio sólo de quienes pueden estudiar tantos años o quienes tienen tantos equipamientos».

Respecto de la circulación de los contenidos, en particular de la música, y de las formas de relacionarse que salen a la luz con el movimiento de artistas independientes o emergentes, Ignacia se mostró entusiasta: «Las nuevas generaciones traen una renovación de caminos no tan agarrados a los mandatos que tenemos las que venimos de antes». En ese marco, acerca del mito acerca de que se pueden robar las canciones si les artistas las comparten, destacó Ignacia que, por el contrario, para les artistas independientes, compartir es una manera de relacionarse y de generar redes de circulación alternativa a las que impone el mercado. «Toda mi música tiene creative commons; se puede descargar, se puede usar, me tienen que avisar nomás», graficó.

También se expresó respecto de la calidad de los contenidos que este circuito tiene para ofrecer. «Si el under viene a contar otra cosa, hagámoslo bien», inquirió. «Siempre lo que es mainstream tiene más visibilidad porque es un monstruo. Pero si queremos meter la cosa ahí, hay que hacerlo mejor. Tenemos que ocuparnos de que los eventos que organizamos sean en lugares que estén habilitados y en condiciones. Si no, es un autoboycott terrible. Wos es independiente y mirá dónde está. Hay que poner el foco en lo que hacemos; cómo mejorar el show, cómo cuidar a las personas que trabajan conmigo, cómo mejoro las redes», concluyó.

Ignacia Etcheverry definió su presente musical como una producción de canciones de pop rock, en las que se escuchan elementos electrónicos y guitarras. «Me han dicho que en mi voz hay algo tanguero; hago música del corazón», deslizó. Sobre la nominación a los Premios Gardel de su álbum «Darlo vuelta todo» de 2019, se mostró muy contenta, no sólo en lo personal, sino también al advertir que «hubieron una bocha de proyectos independientes en las nominaciones; estuvo buenísimo porque me encontré que estaban nominades y recibieron premios colegas con quienes vengo compartiendo escenario como Paula Maffía y Luci Patané».

LA INFLUENCIA TRANSFEMINISTA

RT: ¿Qué importancia tiene para este momento de la música independiente y el lugar de las mujeres en ese movimiento, la nueva oleada feminista que venimos atravesando y nos viene interpelando?

IE: Me parece muy necesaria y muy nutritiva. No solamente por de mujeres, sino también de pibix trans y no binaries. Viene a aportar diversidad y nueva data que nos siga ayudando a rompernos y a salir de todos esos moldes que nos han metido. Sobre todo a quienes venimos de los ’80, para quienes el amor era lo que nos enseñó Spielberg. Hay mucha data para cuestionar. Yo me considero en cuestionamiento dentro del transfeminismo. Todo el tiempo estoy encontrándome en situaciones que sigo cuestionando de mi propia vida y mis propios hábitos. Es una revelación constante. El mayor cuestionamiento que me atraviesa es que hay que aprender, desarmarnos y seguir aprendiendo. Y en la música, obvio que la Ley de Cupo fue algo que trajo mucho debate, que puso en agenda el tema del feminismo y la visibilidad de mujeres y personas trans y no binaries en los escenarios; pero hay que seguir. De todos lados me parece importante. No sólo las leyes, sino también en el día a día. Las mujeres tenemos más urgencias porque nos están matando, pero los varones tienen que charlarlo.

Si bien advirtió que «sigue siendo muy machista el mundo» y «se sigue vanagloriando a bandas y proyectos donde ha habido violadores y abusadores»; Ignacia se posicionó desde un optimismo activo: «Eso se tiene que ir cayendo. Es tarea de todes». Desde su faceta de productora y más ligada al trabajo técnico, recordó una anécdota para visibilizar los desafíos que también emergen en este ámbito: «En una convención se dijo que a las pibas no les gustan mucho los cables, que no se acercan mucho a la técnica. Y no es así. Es que cada vez que vamos, son todos pibes, y si queremos tocar la consola, muchas veces está el prejuicio o te mansplainean«.

Y concluyó: «Es crucial que se generen nuevos espacios como la ‘Red Multisonora’, que es un colectivo de productoras y técniques en la música, que da cursos online de producción, mezcla y técnica de sonido. Y que son espacios cuidados. Está re importante generar estos nuevos espacios, mientras se van transformando los viejos espacios y se crean nuevas redes».

Escuchá la entrevista completa: https://radiocut.fm/audiocut/ignacia-etcheverry-en-tarde-para-tirar-toalla/

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