Soledad Cuello es docente y desde 2009 es también «María Zamba», una cantora que amasa sus repertorios con delicada paciencia y teje la trama de sus discos con sensible dedicación. En esta charla con el programa #TTT «Tarde para Tirar la Toalla» de la Radio Tortuga 92.9, repasó la manera en que la música la viene atravesando desde antes de nacer, y adelantó canciones de su flamante trabajo, «Pan y Libertad».
“Soy ‘María Zamba’ porque después de una larga búsqueda y haber integrado algunos grupos de folklore con amigos, decidí que tenía cosas para decir de forma personal. Allí decidí empezar mi carrera solista. Como estábamos en los albores de la Sole de Arequito, mi nombre Soledad Cuello quedaba asociado a ella. Quería que mi nombre artístico pudiera resumir las raíces indias y negras de nuestra América Latina. Pensé en ‘Zamba’ porque así se le decía a la descendiente de india y negro. Y la danza que conocemos con ese nombre, se diseñó para conquistar y seducir a las mujeres zambas. Y María porque fue un nombre que me quiso poner mi abuela”.
RADIO TORTUGA (RT): ¿Cómo fue esto de presentarte con esta otra identidad? ¿Empezaste a construir otra voz?
MARÍA ZAMBA (MZ): Todavía estoy en ese proceso y me siento rara. Cuando me preguntan si ponen Soledad Cuello o María Zamba en las gacetillas, empiezo a dudar y pensar en eso. Por mucho tiempo lo vine llevando con una dualidad, porque creo que una identidad de “María Zamba” tiene un peso super importante en mi ser y siento que todavía tengo que diseñar esa conexión y hacerme una. Viene siendo toda una construcción. Me he encontrado con personas con las que he compartido cosas y me dicen “ah, vos sos ‘María Zamba’, porque no me tienen en esa identidad. Quizás han escuchado la música, pero compartimos espacio de trabajo como docentes.
RT: ¿Qué buscabas cuando apareció “María Zamba”? ¿En qué se diferenciaba con lo que venías haciendo?
MZ: Tenía que ver con algo personal, con relacionarme más con alguna música o con decires que pudieran describir más lo paisajístico, personajes de ambientes escondidos. Y traer el sentir o el pensar de esos nadies que están sueltitos por los pueblos. Por ejemplo, la música y la poesía del “Cuchi” (Gustavo) Leguizamón y (Manuel) Castilla, que están describiendo personajes de pueblitos. Compartir estas cosas con otros compañeros y ponerse de acuerdo, era producto de hacer cosas que a lo mejor ellos no tenían ganas.
RT: Y el armado de este repertorio propio, ¿terminó siendo lo que pensabas? ¿Qué tipo de responsabilidades te empezó a cargar?
MZ: Mi amigo Héctor Tortosa, productor de mi primer disco, me dijo que lo que hay que buscar siempre es un hilo conductor y ese hilo conductor tiene que ser coherente con nuestro andar, con nuestro decir y con nuestro sentir. Yo me apropié de eso. Y así me aventuré a hacer mi primer y mi segundo disco. El hilo conductor del último tiene que ver con el trabajo que las personas realizamos en nuestro devenir diario y la búsqueda de que ese trabajo que uno hace para satisfacer las necesidades físicas, pueda ser resignificado. Por ejemplo, la tarea que desempeñan los artesanos. Ese conectarse con la materia prima desde un principio. Conozco gente que le sigue todos los pasos a lo que produce y hasta se conecta con quien lo recibe. Para mí, eso es maravilloso.
RT: De alguna manera, ¿tratás de tener esa conexión con tus canciones?
MZ: A las canciones que canto, les busco cómo fueron inspiradas. Intento conectarme. Hago muchas redes mientras armo mi repertorio. En muchos de los casos, he podido conversar con los hacedores de las canciones. Me pasó esto con una zamba que grabé en 2013, que es de Leguizamón y Castilla, y que se llama “Lavanderas de Río Chico”. Una vez voy entrando al Rincón Criollo (en Anisacate) y empiezo a escuchar los primeros acordes de esa zamba, en la versión de “María Zamba”, y entonces empiezo a apurar el paso y fue muy emocionante… Me encontré con una estampa de niñas y niños bailando con esa zamba, sintiéndola y conectados con lo que yo había sentido… Siempre les deseo vuelo a mis canciones. Siempre sueño con a dónde llegará cada canción.
DESDE EL VIENTRE MATERNO
Soledad Cuello nació hace 48 años en Alta Gracia. Dice que la música la acunó desde el vientre materno, ya que de sus padres y de los progenitores de sus padres, le llegó una tradición de canto y guitarra. “Yo digo que la música estaba esperándome y me habita desde siempre”, sintetiza.
RT: ¿Sentiste esa conexión desde chica?
MZ: Siempre he cantado. Desde muy chica, en reuniones familiares, me subía a un balde de 20 litros de pintura y cantaba. Mi papá decía que tenía mucha voluntad. Mi hermano también es músico y hemos conformado con él, grupos de música, y hubo mucho de andar con amigos y amigas en peñas. Después, una búsqueda más personal donde ha tomado más preponderancia la poesía, siempre en el género del folklore.
RT: ¿Se definió desde temprano que la música iba a tener un lugar central en tu vida?
MZ: Empecé a los 19 a cantar en escenario. Fue porque un vecino que era presidente del centro vecinal, dijo que ya que cantábamos con mi hermano, que nos pusiésemos un nombre porque iban a hacer una fiesta para recaudar un dinero para alguna obra. Él nos advirtió de la posibilidad de ocupar un escenario. Porque antes veníamos tocando sólo en la familia. Pero cuando subimos al escenario, fue muy fuerte lo que me pasó. Yo trabajaba en una cafetería. Ni siquiera estudiaba, pero siempre quise enseñar. La docencia es una cosa hermosa que también vivo con mucha pasión.
En 2013, “María Zamba” editó “Tramando sueños”, su primer disco solista, con 12 canciones y la producción musical del profesor de La Colmena, Héctor Tortosa. Recuerda la artista que el nombre del álbum refería a “las tramas de vida que vamos armando los seres mientras transitamos nuestra vida (…) Con nudos, con enmiendas, con roturas, con rusticidades y suavidades mientras vamos construyendo nuestros sueños”.
Ese disco la llevó por algunos escenarios, aunque reconoce que le costó producir sus propios shows para mostrarlo más. “Hay amigos que me dicen que con esta propuesta no podría ir a peñas bulliciosas porque no es una música que invitaría a bailar”, apunta, en este sentido, y se sincera: “Me siento más cómoda en lugares más pequeños como centros culturales. Me siento muy cómoda en esos lugares donde hay una cercanía con el que escucha. Siento que lo que ofrezco, es digno de ser escuchado; porque he trabajado mucho en eso. Poniéndome en contacto con quien parió el tema y con lo que llega cuando estoy seleccionando el repertorio. Así lo vivo. Así lo siento y es lo que espero”.
RT: ¿Cuándo te metiste a trabajar en “Pan y libertad”, tu segundo álbum?
MZ: En 2018 empecé con este trabajo de encontrarme con repertorio y la idea de para dónde va a ir mi disco y qué quiero decir. Fue un trabajo que me llevó un año porque fue el 2 de enero de 2019 que empecé en Huerta Grande a trabajar con Horacio Burgos, que es el productor del disco.
“Pan y libertad” ya está listo para salir al ruedo, pero todavía no ha definido la artista si se lanzará sólo de manera virtual o si también tendrá una tirada física. Reconoce que esto último demanda una inversión económica importante.
RT: ¿Te sentís cómoda con esos tiempos de trabajo?
MZ: Sí. Es más, para el trabajo de 2013 me sentí con una sobrecarga de trabajo porque me exigía tiempos. Para este trabajo que inicié en 2018, me impuse darme el tiempo que mi espíritu necesitara y que la expresión que me pedía el disco se mereciera.
Soledad Cuello destaca que le transmite serenidad la necesidad de sentirse a gusto con lo que hace, “más allá de las exigencias foráneas”. Y atribuye a esta tranquilidad también, el hecho de que su sustento económico no depende tanto de su actividad artística como de su labor docente. “Siempre estoy invirtiendo”, alude y entre risas, concluye: “Trabajo de maestra para alimentar a ‘María Zamba’”.