Mi Girondo; tu Girondo por German Masgoret

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En esta edición de su columna literaria para Diariotortuga.com, el escritor Germán Masgoret describe su encuentro con la obra del poeta Girondo y lo que eso significó en relación a su mirada sobre la poesía en si. ¿Conocés a Girondo?

En esta décima columna, empiezo directo con un imperioso deseo. Quiero hablar de un poeta y nada más. Es una de esas deudas pendientes que a veces nos rascan desde dentro de la cabeza, y es un picor que se hará notar hasta que uno resuelve por fin hablar de ello. Escribo, entonces, sobre Oliverio Girondo.

Para contextualizar el asunto, busqué un linda y concisa biografía que nos cuenta sobre que “Oliverio Girondo nació el 17 de agosto de 1891 en Buenos Aires, en el seno de una familia acomodada, lo que les permitió enviar al joven Oliverio a estudiar en Europa: en el colegio Epsom de Londres y en la Escuela «Albert le Grand» de Arcueil, cerca de París. Regresó a Buenos Aires y comenzó la carrera de Derecho, aunque en vacaciones siguió volviendo a Europa, lo que le permitió introducirse en los diversos círculos de las nuevas corrientes estéticas. Empezó en esa época sus colaboraciones con diferentes revistas porteñas: Plus Ultra y la Imagen conocida Caras y caretas. En Madrid, Gómez de la Serna lo recibió en la tertulia de Pombo. Publicó su primer libro Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, en una pequeña población francesa en 1922.” [i]

Mi encuentro con el autor fue el puntapié inicial para meterme al mundo poético con otra visión distinta a la que nos han enseñado en la escuela primaria. Era una noche de calor, en la casa de la cultura de Alta Gracia; la verdad que no lo tengo demasiado registrado. Me habían citado para una mención literaria. La cosa es que esa noche estaba presente junto a mi padre para conocer a otros ganadores de las distintas categorías. Para mi sorpresa, en el momento que me llamaron también, a parte de un diploma recordatorio, obtuve un ejemplar para mí en ese entonces, de un desconocido. Ni más ni menos que Oliverio Girondo, con su obra: La persuasión de los días. Qué podríamos recriminar de nuestros hallazgos en la literatura; cada cosa a su momento. ¡Y vaya que fue una sorpresa haber recibido un libro aquella noche!

Este autor, tiene una poesía que deja de lado lo monótono, romántico y clásico. sin que ello signifique desmerecer aquello; a lo que voy es que no es lo único que existe en el mundo poético. Entonces, como tantos y tantas poetas, Girondo, llega a mis manos en forma de librito anaranjado para dar una patada y romper en pedazos el tablero impuesto sobre el que se construyó mi idea de lo escrito en verso. En Persuasión de los días, encontramos entonces un poeta descarnado que busca lo experimental. Y no es menor agregar el detalle que esta obra corresponde a un Girondo maduro y experimentado (1942) En esta obra, escribe literalmente desde la entraña, lo corporal, lo vomitivo, estomacal; versos libres y salidos de sus líneas. Hubo un poema de esta colección que tuve la suerte de recitar en una clase de teatro dictada por Horacio D’ambra. Creo que ahí fue el segundo gran golpe interno que me hizo admirador de la palabra de este poeta. Incluso, con lo que me cuesta, la memoricé en su momento para una obra final. Esto lo cuento también con el pretexto (si es que hace falta) para dejarles una muestra de esta colección de poesías; en este caso uno de los que más me gusta, se llama Espera:

Espera

Esperaba,
esperaba
y todavía
y siempre
esperando,
esperando
con todas las arterias,
con el sacro,
el cansancio,
la esperanza,
la médula;
distendido,
exaltado,
apurando la espera,
por vocación,
por vicio,
sin desmayo,
ni tregua.

¿Para qué extenuarme en alumbrar recuerdos
que son pura ceniza?
Por muy lejos que mire:
la espera ya es conmigo,
y yo estoy con la espera…
escuchando sus ecos,
asomado al paisaje de sus falsas ventanas,
descendiendo sus huecas escaleras de herrumbre,
ante sus chimeneas,
sus muros desolados,
sus rítmicas goteras,
esperando,
esperando,
entregado a esa espera
interminable,
absurda,
voraz,
desesperada.

Sólo yo…
¡Sí!
Yo sólo
sé hasta dónde he esperado,
qué ráfagas de espera arrasaron mis nervios;
con qué ardor,
y qué fiebre
esperé
esperaba,
cada vez con más ansias
de esperar y de espera.

¡Ah! el hartazgo y el hambre de seguir esperando,
de no apartar un gesto de esa espera insaciable,
de vivirla en mis venas,
y respirar en ella la realidad,
el sueño,
el olvido,
el recuerdo;
sin importarme nada,
no saber qué esperaba:
¡siempre haberlo ignorado!;
cada vez más resuelto a prolongar la espera,
y a esperar,
y esperar,
y seguir esperando
con tal de no acercarme
a la aridez inerte,
a la desesperanza
de no esperar ya nada;
de no poder, siquiera,
continuar esperando.

Con el pasar de los meses, descubrí el peso verdadero de esta obra tremenda en su conjunto más allá del poema expuesto anteriormente. Así fue que conocí al poeta Oliverio Girondo a través de su trabajo. Entonces fue mi Oliverio Girondo, como podría pasarle a cualquiera. Uno se apropia de la obra, de la impronta, del autor, le das una figura, una voz propia, que es nuestra voz en realidad, la verdad que las explicaciones o interpretaciones precisas y colectivas que concuerden en todo es claramente una mentira. A todo le damos una interpretación distinta porque nuestra historial social-individual es distinta. De ahí en más, luego de este poeta, fui dando con hallazgos que rompieron mis preconceptos de lo que es poesía, hasta darme cuenta lo nocivo o tóxico que había sido tratar de encasillar al acto poético.

No es que Girondo descubra eso, pero sí que mi Girondo me quitó el velo de lo establecido en el acto poético. En esta serie de poemas hay decepción cruda; una visión pesimista de las circunstancias y del mundo. El pesimismo pienso que sirve para equilibrar ese exceso de entusiasmo cruel que se nos inyecta con una esperanza exacerbada y moralista. Todo eso que dicen que está allá afuera, en el mundo; y no es del todo así. Un cierto equilibrio en estas cosas al menos nos permite pisar tierra. Y esto es lo que me brindó mi Girondo. Tu Girondo tiene algo diferente para decirte seguramente.

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