La educación especial, atravesada por el principio de inclusión, busca que sus estudiantes, logren el derecho a ser parte de la sociedad como uno más, favoreciendo espacios de integración, tanto en el ámbito familiar, como escolar, social y laboral.
Sabrina cada mañana cuenta cuántos de sus compañeros asistieron y una foto en un cartel se ubica en el lugar de los que no vinieron. – ¿Cuántos somos hoy? – Cuatro- dice la Sabri. – Anotalo en tu cuaderno, yo lo anoto en el registro- responde la seño.
Hablar de “integración escolar” es referirse al derecho que tiene un niño o niña en situación de discapacidad, a realizar su trayecto educativo en el ámbito de la escuela común; mediante la implementación de un sistema de apoyo que asesora y acompaña, tanto a la docente como al alumno integrado, a fin de pensar, elaborar y aplicar en forma conjunta, las adecuaciones curriculares necesarias para ese alumno, en ese contexto escolar.
Hoy en la panadería es día de producción de alfajores de Maizena. En el pizarrón la receta, las cantidades resaltadas con colores, la jarra graduada lista para calcular el azúcar, la balanza marca una larga hilera de ceros. “Después armamos paquetes de media docena”, dice la profe. Ya cocinados los alfajores. Se borra el pizarrón y a calcular los costos. Florencia hace la lista de los insumos que son necesarios reponer. Mañana a primera hora Bere y Carlos salen a hacer las compras.
Desde hace 11 años, Paulina Dominguez lleva adelante un proyecto de apoyo a la integración escolar, a través del cual, estudiantes que han estado transitando la escolaridad especial, vuelven a la escuela común a continuar su trayectoria escolar. Son integrados en diferentes escuelas primarias y secundarias de nuestra ciudad, realizando un trabajo conjunto interinstitucional, a través del cual se acuerdan estrategias pedagógicas, se seleccionan objetivos y contenidos, y se evalúa el proceso de aprendizaje de cada alumno.
En sexto grado en la primera hora, están a toda máquina preparando el kiosco que abre en el primer recreo. Un cartelito indica quiénes son los encargados de la semana. En el pizarrón hay cálculos para practicar. “¿Cuánto billetes de dos pesos necesito para comprar el alfajor que sale diez pesos?”. Termina el recreo y Joaquín cuenta el dinero recaudado en la semana: cinco billetes de diez, cuatro de cinco y 12 de dos.
Son escenas de la vida escolar, en el marco de la escuela especial, inscripta como una de las ocho modalidades del Sistema Educativo Argentino según la Ley 26.206/06, que garantiza el derecho a la educación para todos los niños y jóvenes que presentan necesidades educativas derivadas de una discapacidad. En la escuela especial se emplean un conjunto integrado de métodos y códigos para ayudar a las personas que no pueden satisfacer sus necesidades comunicativas mediante el habla o la escritura.
Para muchos de nuestros estudiantes el uso de pictogramas, gestos, lenguaje oral, escritura, ayudan a construir representaciones del mundo en que viven y a expresar sus necesidades y deseos. Cada una de estas herramientas sirven como puentes para acercar el mundo de la cultura, el mundo del currículum, que es el mismo con el que se trabaja en todas las escuelas comunes y de este modo promover los aprendizajes con que cada niño y joven, según sus capacidades logra incluirse e inscribirse en la sociedad de la que todos formamos parte.
Nos atraviesa el paradigma de la inclusión: que respeta las diferencias individuales, que potencia y valora las capacidades, que promueve distintos modos de inscripciones personales, que promueve la construcción de sujetos activos, ciudadanos participativos y protagonistas, apuntando siempre a una formación integral de la persona.