Recordando a «Bebe Martínez»

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En el año 2013 y por motivo de aniversario de la mítica calesita local «Bebelandia», Papel Tortuga, en su edición impresa, le realizaba una entrevista al profe y dueño de dicha calesita: «Bebe Martinez». En el día de su fallecimiento, compartimos con nuestrxs lectores este recuerdo.

A continuación, nota original, 6 de enero del año 2013. Papel Tortuga edición impresa. Entrevista: Diego Heredia.

Cumpleaños Para Dos Históricos

El domingo 6 de enero, la calesita Bebelandia cumplió 28 años. Carlos “Bebe” Martínez habló sobre sus inicios, sobre la importancia que tuvo para los niños de Alta Gracia y de cómo las calesitas fueron desplazadas por los video juegos.
“Las calesitas están en peligro de extinción”. Así lo asegura Carlos “Bebe” Martínez, quien cumplió sus 73 años de vida el 3 de enero y quien celebró tres días después el cumpleaños número 28 de su calesita que se está emplazada en Avenida Libertador 555.

Abre a las 19, horario de verano, e inicia un nuevo día. La música de fondo no desconcentra y los detalles funcionan como un todo bien ensamblado. Están desenfundadas las naves, el tren está presto a salir y el caballo espera impaciente a que alguien lo monte. Pero atrás está el caracol que funciona como boletero. Allí, está el reconocido “Bebe”.

¿Cómo llegó a abrir la calesita?
Bebe Martínez: Bueno, lo primero era encontrar un lugar. Le preguntamos al intendente (Audino Vagni) si estaba interesado en que lo hiciéramos, a él le gustó la idea, el director de Turismo nos contactó con el Ferrocarril que nos prestó la tierra y acá estamos. Esto era una selva enmarañada, porque esta parte del ferrocarril estaba sin uso hacía tiempo. Nos pusimos en la tarea de desmalezar, rellenar con ripio de la cantera y después llamamos a quien nos vendió la calesita que era de Bell Ville porque no entendíamos bien cómo armarla. El techo está hecho de gajos de chapa y se tenían que
ajustar correctamente. Y no era fácil. Además, era ver qué pasaba, porque también había otra calesita en el centro que ya tenía 25 años.


¿Cómo se les ocurrió la construcción del caracol?
BM: A esta calesita la inauguramos en 1985. Tres años después, “Noni” (Antonio) López tuvo la idea de ayudarnos y se le ocurrió hacer las naves. Consiguió la posibilidad de hacerlo en su casa, o sea que es totalmente tradicional. Con la indemnización de Renault, pude pagar las naves. Íbamos mejorando de a poco todo. Tres años más tarde, el intendente me pidió que mejoremos el kiosco de venta de boletos. Hablé con una arquitecta amiga y me dijo que iba a ver qué se podía hacer. Vimos motivos y surgió la idea del famoso caracol y con la forma del techo. Ahí llamamos a Oscar Pico, una persona que hacía letreros luminosos y había hecho un letrero saliente de Los Pitufos en la Avenida Belgrano y por eso le pregunté si se iba a animar. Le gustó mucho la idea.


LA CALESITA EN ALTA GRACIA
A mediados de la década del 90, las calesitas comenzaron a perder el interés de los chicos. Sin embargo, durante años tuvieron un espacio importante en Alta Gracia, ya que junto al Parque Infantil, fueron la única atracción al aire libre para los niños.


¿Qué significado le dieron ustedes a esta calesita?
BM: Para nosotros ha sido una empresa familiar, que nos ha gustado siempre y hemos tratado que los chicos se sintieran bien, transmitiéndoles buena onda y simpatía y nos ha ayudado mucho. Es una etapa de nuestra vida. Acá pasamos momentos sumamente críticos, unos diez años en que los chicos no le dieron tanta atención, ya que la tecnología comenzó a atraparlos. Por ejemplo, cuando cumplimos los 25, vino más gente grande que chica. Lo bueno es que algunos entendían que estaba bien una distracción al aire libre. Pero pasó de ser una necesidad total y absoluta a ser un hobby porque tengo otro respaldo. Lo hacemos porque
nos gusta.

¿Y qué significado cree que tiene para la ciudad?
BM: Apreciaba a través de los comentarios de la gente que era la calesita del bajo, la más humilde y ayudó muchísimo para que hubiera más para los chicos. Colaboramos a que más chicos pudieran divertirse acá en Alta Gracia. Eso me hace sentir muy bien.

¿Por qué los invitaría a que vuelvan a la calesita?
BM: Porque es un juego, que está en peligro de extinción. Los juegos bajo techo no son lo mismo que los que se hacen al aire libre, porque se atrapa a los chicos en un sólo sector. Acá tenés para ver, elegir, que la gente hable con vos, te saque fotos, te salude. El cartel en la puerta dice: “Dejad que
los niños vengan a mi… calesita”.
Les diría que no se olviden que después de los cuatro o cinco años los chicos no vienen a la calesita y después se les pasa el tiempo.

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