En un presente que lo encuentra con la edición física de su disco «Semillas de Barrio» en la mano, explorando el lenguaje audiovisual y activando la producción en Cañito Cultural, el cantautor Ezequiel López, ex Inti Huayra, pasó por la Radio Tortuga 92.9 para repasar su historia artística en una entrevista con «Tarde para Tirar la Toalla».
“Estamos administrando un poquito de la cultura del pueblo. Es hermoso. Siempre es muy lindo recibir a las familias y hacer cosas con la comunidad artística de Alta Gracia”, celebra Ezequiel López, en la introducción de la charla, haciendo referencia al trabajo que se viene desplegando en «Cañito Cultural» desde hace cuatro años.
Destaca en particular un ciclo que coordina los terceros sábados de cada mes, desde hace cinco ediciones, y que conjuga a tres cantautores de la zona por noche, de géneros y generaciones diversas, que comparten escenario y público. “En este Valle hay una cantidad de gente que expresa sus sensaciones con canciones, que es increíble. En Alta Gracia hay tremendos compositores. Este encuentro quería reunir gente que viniera a cantar sus canciones y dar sus opiniones y que todos escuchemos. Sin importar el género. Una noche estuvo Raspu, el Nano Asúa y la Mumi Tubert. Estaban todos los públicos y fue hermoso. Las canciones traspasan generaciones y paisajes”, despliega en un relato que contagia entusiasmo.
ENTRE DOS TIERRAS
Ezequiel López se crió en barrio San Pedrito, al sur de San Salvador de Jujuy: “Me considero un ciudadano de barrio; en San Pedrito he aprendido los códigos y las formas para manejarme en este mundo. Esta vida me ha llevado por un montón de lugares, pero ahí, en ese barrio, me dieron las llaves para abrir las puertas que tenía que abrir”. Asevera que cada vuelta a Jujuy lo llena de energía. “Es mi tierra”, afirma. Sin embargo, destaca que en Córdoba tiene su “otra tierra”, y bromea que si Jujuy es su madre, Córdoba es la “tía piola”: “Acá me terminé de criar, me han hecho estudiar, tengo casa y tengo un espacio en una comunidad. Hasta me fían en Alta Gracia”.
RADIO TORTUGA (RT): ¿Cómo llegaste a la música o cómo llegó la música a vos?
EZEQUIEL LÓPEZ (EL): De chiquito… Siempre la música está muy presente en Jujuy, en las familias. La cumbia. También las músicas de la gente de Jujuy es muy consumida. Hay bandas de cumbia que llenan clubes, como acá el cuarteto. Y hay bandas de folklore que llenan también. Los fines de semana se consume mucha música y se canta. Mi mamá era una cantante de asados. Yo escuché mucho cantar de chico. En un momento, en la escuela me encontré cantando en coros. Siempre. En las reuniones familiares. Después cantaba con mis amigos cuando era adolescente. Me llevé música a marzo, porque me hacían tocar la quena y solfear. Era un embole, no iba. Entonces mi vieja me mandó a estudiar con Máximo Puma, “El Bandoneón Mayor de la Puna”. Un viejito. Me estaba dando clases y se quedaba dormido. Ahí comencé a tocar el bombo y a rasguear la viola.
Ezequiel López vivió un tiempo en Alemania. Allí también hizo mucha música; incluso se recuerda en algún recital rockero, interpretando una canción de los “Héroes del Silencio”. Asume a la música como “un regalo”, mas reconoce que algunas veces se cansa también. “He pegado afiches y he podido producir teatros en Buenos Aires y el Comedor Universitario en Córdoba. Al oficio lo conozco muy bien. He trabajado de mánager, de sonidista, de iluminador, de productor. A veces me canso, pero la música me ha llevado a lugares que no hubiera llegado nunca de otra manera”, repasa.
UNA INTENSA GIRA DE 15 AÑOS
Entre 1999 y 2014, Ezequiel López formó parte del grupo Inti Huayra que, con un sonido de folklore jujeño tradicional y una impronta potente y renovadora, giró por todo el país y editó cuatro discos: “Pa la vuelta (2001)”, “Almas (2006)”, ”Savia (2010)” y “4 cuerdos (2013)”. Compartieron el grupo con él, otros músicos jujeños: “Viti” Alba, “Pachi” Herrera, “Bacha” Fiad y “Capi” Nieva (este último, en los comienzos del grupo).
RT: ¿Inti Huayra nació en Jujuy o en Córdoba?
EL: En Córdoba. En realidad, los pibes se conocían de Jujuy. Yo soy más grande, de una generación más. Ellos iban a una escuela y estudiaban música. Cuando llegaron a Córdoba, yo ya estaba tocando; nos conocimos y arrancamos. Fue un viaje de 15 años. Fue como ir al pre jardín y terminar en la universidad el doctorado. Produjimos todos nuestros discos, nuestros shows, nuestras giras. Tocamos en festivales. Estuvimos en la Plaza de Mayo. Nos cagábamos de risa. En el Festival de la Salamanca había 40 mil personas y nosotros tocando nuestros temas. Bombo, guitarra, vientos y percusión. Fue mágico. Recorrimos el país, grabamos, conocimos gente.
Respecto a los cuatro discos que editó la banda, recuerda que pasaban varios años entre cada uno. “Nos costaba horrores, pero decidíamos dónde, cuándo y cómo lo hacíamos. Nos re preparábamos, como unos ninjas. Grabábamos unos discazos en tres días. No errábamos nada. Grabábamos temas de una sola toma. Pero habíamos ensayado seis meses antes. Era mucho trabajo. Las producciones eran también hacer miles de afiches y pegarlos nosotros con tachos de 20 litros de engrudo con soda cáustica. Ahí andábamos y se nos hacía de día y seguíamos pegando afiches. Nos levantábamos, cada uno hacía algo para juntar una moneda y después ensayábamos cuatro horas. Era el momento”, rememora en un vertiginoso relato que emula esos años intensos.
Asegura que aquel trajín los curtió para aprender el oficio. “Ahora, algunos más, otros menos, seguimos haciendo música”, apunta con sobria alegría. E introduce como anécdota que el 24 de marzo pasado, en el marco del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, se encontraron en el acto y festival de San Salvador de Jujuy. “Yo voy a tocar al acto y es como encontrarme con mi parte artística jujeña”, comenta, refiriendo que desde hace más de una década y media arriba por su ciudad para esta fecha tan sensible. “Voy y están todos los músicos y las músicas de las distintas generaciones y es un momento bello”, completa. Y retoma la anécdota: “Este año me encontré con los Inti (Huayra) y ‘Pachi’ me dijo que estamos cosechando lo que hemos construido”.
Y en torno de esto, destaca: “Yo voy a tocar a muchos lugares del país a los que fui antes con Inti Huayra y tengo lugares en los que sé que voy a ser bien recibido por eso. Lo que generaba Inti Huayra abría tantas puertas y con buena energía éramos bien recibidos, super agasajados. Fue una época hermosa”.
LA REINVENCIÓN
RT: ¿Cómo empezás a componer en un proyecto personal después de esos 15 años tan intensos de Inti Huayra?
EL: Lo tuve que re procesar. De hecho, había tomado la decisión de no tocar más, al menos de la manera en que lo hago ahora. Estaba aprendiendo el oficio de la agricultura, la huerta, la tierra. Tenía ganas de vivir de otra manera. Con los Inti (Huayra) fueron 15 años de re guerrearla; entonces comencé a laburar primero en una huerta en mi casa y a estudiar y aprender; ir a encuentros y hacer feria. Pero siempre estaba escribiendo… Siempre estoy componiendo, a veces se corta dos semanas o un mes, pero siempre algo estoy tirando o grabando en el celular. Ya había hecho como 15 canciones y un día estaba con un amigo, que es el sonidista de “Las Pastillas del Abuelo”; estábamos en casa, era de madrugada, se estaba haciendo de día y yo le estaba cantando… Y el loco me decía, “ponemos un micro acá, a esto le podemos grabar un sampler o le ponemos una viola”; y me entró a hacer la cabeza mal. Apenas me levanté, le pregunté cómo tendría que hacer para hacer eso. Y me dijo que me tenía que ir para Buenos Aires y se armaba. Eso fue en enero y en marzo fui y fui durante todo un año seguí yendo. Me juntaba con él y con otro chabón, que fue productor y sonidista de “Tonolec”, cuando la electrónica no estaba tan metida. Ese chabón tuvo que hacer miles de estudios para hacer sonido con esa forma de hacer música. Son unos locos apasionados que me ayudaron mucho. Se daban unos debates y era positivo lo que me decían. Después aprendí de mezcla y de mastering.
Al volver de Buenos Aires, dejó pasar un año y en La Bolsa, otro amigo, el “Mono” Creado, cantautor de y trabajador de escenario con artistas de la talla de Ricardo Arjona y Chayanne, también se entusiasmó con el proyecto de Ezequiel López y montó un estudio casero con alta tecnología. En tres días de grabación, con jornadas que arrancaban temprano a la mañana y terminaban entrada la madrugada, numerosos músicos sumaron su granito de arena para la producción que llevaría por título “Api con Buñuelo”. El trabajo fue masterizado también en Buenos Aires.
Ezequiel López ganó un apoyo del Instituto Nacional de la Música para editar físicamente el trabajo completo. Para ello, tras un año de pandemia en el que todo se dilató, acudió al estudio de Edgar Barrionuevo para poder cerrar el círculo, con la grabación de “Esencial”, el último tramo de “Semillas de Barrio”. “Ensayamos por whatsapp los arreglos y apenas se abrió un poco y autorizaron que nos metiéramos en un estudio; fuimos con Rubén Cejas, el ‘Mono’ Creado, ‘Marquitos’ Castillo, ‘Facu’ Irazábal y yo. Grabamos las bases y después cantamos todos juntos. Tiene una polenta y fue tan lindo”, recordó. Las canciones fueron mezcladas por Edgar Barrionuevo en mañanas consecutivas que compartió con Ezequiel López. “Mandé esas mezclas a Buenos Aires a masterizar con mi amigo de ‘Las Pastillas del Abuelo’; y ahí sentí que entre los dos cerramos esa etapa”, repasa vertiginosamente para concluir con satisfacción que con este disco terminado, deja “una obra al mundo”.
Se trata de canciones que nacieron en barrio Parque San Juan y se terminaron en el Cañito Cultural. “Fue una etapa que me abrió la puerta a canciones que estoy componiendo”, esgrimió Ezequiel López, anticipando su presente ecléctico, en el que también ha escrito obras de teatro, está aprendiendo a bailar tanto e investigándose en el universo del rap.
EL FUTURO
“Ahora estoy alimentando lo que va a venir. No sé si voy a volver a hacer discos físicos. Hacer discos es un fetiche. Yo escucho discos. La mayoría de las veces escucho música en el teléfono o en la compu. Cuando viajo, escucho discos, pero creo que ya fue. Ahora la música no sólo se escucha, se ve”, analiza Ezequiel, como introduciendo a lo que se viene: “Voy a ir a Falda del Carmen a un estudio muy lindo a cantar las canciones de este disco, pero solito con la viola, y voy a hacer un audiovisual con eso”. Anticipa que va a indagar ese lenguaje a partir de ahora, pero no descarta del todo volver al “fetiche”: “Si alguna vez tengo que volver a sacar un disco, lo veré. Pero ahora no me interesa”.
Ezequiel López en vivo en «Tarde para Tirar la Toalla»: https://www.instagram.com/p/CO8W9ciDfat/