Arrancó el 16° juicio por crímenes de lesa humanidad de Córdoba, que tiene al “Nabo” Barreiro como único imputado

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Por Katy García (*). Este lunes comenzó el juicio n° 16, que tramita el Tribunal Federal Oral 3 (TOF3). Tiene como único imputado a Ernesto Guillermo Barreiro (77), exjefe de la sección primera del Destacamento de Inteligencia 141 del Ejército. Está imputado como autor mediato de privación ilegal de la libertad y torturas. Declaró Carlos Alberto Civile. Junto a su hermano, fueron víctimas del terrorismo de estado en 1978.

En la sala de audiencias del Tribunal Oral Federal n° 3, comenzó este lunes el juicio n° 16 por delitos de lesa humanidad en Córdoba. Se trata de un proceso corto que tiene como víctimas a los hermanos Carlos Alberto Civile y Luis Roberto Civile. El Tribunal está conformado por Facundo Zapiola (presidente), Cristina Giordano y María Noel Costa (vocales). Tras la lectura de la acusación, que da cuenta de los hechos ocurridos en el marco del plan sistemático implementado por las Fuerzas Armadas para combatir la llamada subversión, los últimos días de agosto, a las 11, integrantes del Tercer Cuerpo de Ejército que no pudieron ser identificados habrían procedido a privar de la libertad a los nombrados que viajaron desde Tucumán para acompañar a su hermano Jaime Darío Civile que cumplía con el servicio militar obligatorio y realizaba el salto de bautismo.

La hipótesis de la acusación indica que ambos fueron reducidos y trasladados con los ojos vendados y maniatados hasta el campo de concentración la Ribera ubicado en barrio San Vicente, de la ciudad de Córdoba, donde permanecieron hasta los primeros días de septiembre. Durante ese lapso, fueron sometidos a torturas físicas y psíquicas obligándolos a permanecer quietos, con los ojos vendados, acostados en colchonetas en el piso, sin recibir alimentos, elementos de higiene, ni atención médica.

El acusado

El único imputado Guillermo Ernesto Barreiro (77) compareció en modo virtual asistido por el defensor público Jorge Aliaga. Cuenta en su haber con varias perpetuas algunas confirmadas y una apelada. (1) Fue jefe de interrogadores junto a Héctor Pedro Vergez. Ambos, siguiendo el plan sistemático de exterminio, utilizaban la tortura para sacar información y seguir persiguiendo a miles de personas.

Está acusado como autor mediato de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados contra los hermanos Carlos Alberto Civili y Luis Roberto Civili. Ambos secuestrados por personal del III Cuerpo del Ejército y trasladados a centros clandestinos de detención donde fueron torturados e interrogados.

Barreiro, carga con varias perpetuas. Niega tener apodos pero las víctimas lo identificaron a lo largo de los juicios como “Nabo”, “Rubio”, “Gringo” y”Hernández”. Captura de pantalla.
Goza del beneficio de prisión domiciliaria, otorgado por el poder judicial, como la mayoría de los condenados y procesados por delitos de lesa humanidad.

Tras la lectura de la acusación, el presidente del Tribunal indagó al acusado y abrió el debate.

El periplo contado en primera persona

Por videoconferencia declaró Carlos Alberto Civili. Contó que en agosto de 1978, fueron invitados formalmente por el Ejército Argentino a presenciar el llamado salto de bautismo de su hermano Jaime Darío Civili que cumplía con el servicio militar obligatorio. Viajó con su hermano Luis Roberto Civili por la noche para volver al otro día después de almorzar para no faltar a los trabajos. Pero el plan se alteró.

Llegaron a Córdoba, se alojaron en un hotel y partieron rumbo a La Calera, donde se encontraba predio militar en el cual se realizaría la actividad. Hablaron con el hermano quien les informó que se pospuso para el día siguiente. Entonces, decidieron volver caminando. Mientras avanzaban, a su hermano se le ocurre tomar fotos desde la ruta al “bombi”, un simulador tipo monoplano de ala baja al que accedían los soldados y saltaban, enfrentando el miedo y la altura. De inmediato fueron rodeados, no escucharon ninguna explicación. Los suben al camión y los bajan en un lugar que no identifica donde había militares.

A la noche “Nos pusieron algodones en los ojos, nos vendaron y ataron con trapos y nos amarraron hacia atrás. Nos llevaron en un camión y nos golpeaban”. El viaje era largo y “supongo que nos llevaron al campo de la Ribera y nos entregaron como si fuéramos una mercadería”.

Luego los interrogaron. “A cada pregunta, una trompada”, recuerda que en ese momento, pensaba en su hermano que tenía dificultades por las secuelas de poliomielitis, que contrajo a los 9 meses, en su brazo derecho y pierna izquierda y usaba un dispositivo ortopédico. Luego los bailaron como se decía en la jerga con flexiones y salto rana hasta que quedó tirado en el piso. “Quede extenuado. Un detalle: nunca me pegaron en la cara, siempre en el piso. Me arrastraron de las axilas y depositaron sobre una losa y vi a mi hermano que estaba llorando”, recuerda, y revive ese triste episodio, mientras toma agua para poder seguir hablando.

En el lugar se encontraban “siete muchachos detenidos” uno tenía barba y también estaba su esposa. “Todos los días nos pegaban, pedían nombres y domicilios pero no teníamos nada”, rememora. Agregó que pudo ver por un orificio que ese domingo sacaban a las mujeres a tomar sol y que un guardia caminaba con un arma en un lugar que tenía árboles.

Personas honorables

Carlos Alberto y Luis Roberto, viajaron desde Tucumán para ver a su hermano “colimba” y terminaron en el Campo de la Ribera.

“Después de 9 días nos sacan y nos paran delante de alguien que nos dice que habian recibido el informe y que éramos personas honorables”. Les pidieron disculpas y les informaron que iban a quedar en libertad. No sin antes advertirles que no se acuerden de lo que les pasó. “Esas palabras eran para meternos más miedo y lo logró”, remató el testigo.

Esa noche los subieron a un camión que se detuvo en un lugar oscuro y les ordenaron que no se sacaran las vendas hasta que no escuchen el ruido del vehículo. “No se veía nada estábamos en la nada. Dimos gracias a Dios y no sabíamos hacia donde ir”, dice, y experimenta aquel momento crucial.

“Caminamos lento, nos abrazamos con mi hermano hasta que llegamos a ver una casa donde había una luz”. Golpearon reiteradas veces hasta que se entreabrió la ventana y preguntaron por dónde debían ir. “Sigan por la derecha”, les dijeron. Tomaron un ómnibus hasta el hotel, retiraron sus pertenencias, pagaron 10 días de hotel, y se fueron a la terminal para luego viajar a Tucumán donde lo esperaban su esposa y sus pequeños de tres y un año. “Mi esposa me cuenta que no se apartaba de la ventana porque en esos tiempos desaparecían gente. Dos conocidos míos estaban desaparecidos”. A ello se sumaban los comentarios que se había prohibido el buceo y que se arrojaban cuerpos en el dique El Cadillal.

Cobardía

Antes de partir se despidieron de los compañeros que quedaban y les prometieron que visitarían a sus familiares para que sepan dónde estaban. Memorizaron los nombres y domicilios, pero no lo hicieron. Tampoco lo anotaron. “Lo dejamos para después”, dice. Aquí se vuelve a quebrar. “Esa es una gran deuda que nunca olvidé. Después para calmar nuestra conciencia pensamos que seguramente habrían quedado en libertad. Pero, la cobardía mía no la justifico”, dijo entre lágrimas. Era tal el miedo que esta experiencia traumática solo la compartieron con tres personas. Su esposa y dos hermanos, bajo promesa de silencio.

“Nunca más volví a tocar el tema, nunca le conté a nadie y 36 años después, en 2014, volví sobre este tema y fui a hacer la denuncia. (…) Pasó el tiempo y en 2023, me llaman desde Córdoba para decirme que me habían adjudicaban una pensión por haber sido privado de la libertad”.

Pero la noticia que lo había alegrado “al removerse todo ( lo que me había pasado) me produzco un efecto contrario en mi cuerpo” y empezó a perder peso, a cubrirse de ronchas, en la espalda y pecho, sin lograr alivio. Le realizaron numerosos estudios diagnósticos hasta que finalmente lo atendió un homeópata que le dijo: “tal vez sean cosas que tenemos adentro y sean problemas no resueltos”. Frase que relacionó con lo que le había pasado 48 años atrás. “Me vuelven a llamar ahora y vuelve a removerse todo. Lo que tenía no estaba resuelto, no lo tenía en la conciencia, lo tenía bien oculto”, dice, más tranquilo.

Finalizó su relato con una cita de la tragedia del Fausto de Goethe: “El demonio (Mefistófeles) le dice a Dios que esa luz divina que le diste al hombre que llaman razón, los hombres la usan para ser más bestias que las bestias”.

A continuación respondió preguntas formuladas por el fiscal Facundo Trotta y el defensor Aliaga.

Acerca de los interrogadores, dijo que no pudo ver nada y que los ubicaba por la voz. “Uno estaba acompañado, con dos o tres personas más. Me consideraban un guerrillero y me pedían nombres de otros”. En la celda ambos estuvieron juntos, podían hablar, y hasta jugar al naipe, pero su hermano fue muy golpeado.

Contó que la comida era escasa y que “El hombre de barba repartía, también limpiaba y llamaba a los demás si hacía falta” y que había alrededor de 10 mujeres encerradas.

En relación a Jaime -el soldado- explicó que “sucedió algo milagroso porque el salto era un miércoles y ese fin de semana le dan salida”. Lo habitual era que haga dedo para Tucumán y ese viernes salió de franco y “cuando saltó no nos vio y pensó que nos habíamos vuelto. El fin de semana no consiguió que alguien lo llevara. Entonces, se enteró de todo la semana próxima”.

La defensa de Barreiro preguntó algunas dudas como la profesión. Ratificó que además de ser radiólogo era escritor y editor. También afirmó que recibió la invitación por carta del ejército, entre otras. Antes de retirarse, les agradeció a Facundo Trotta, Gerardo Battiston, Pablo fernández y a la psicóloga María Molas y Molas.

Cronograma: el 22 de mayo, se darán a conocer las conclusiones finales de las partes. El 2 de junio, últimas palabras y fallo. El juicio es oral y público. Dirección: Faustino Allende 866, Barrio Cofico. Inicio; 9:30hs. También se puede seguir por el sitio La Retaguardia o bien solicitar el enlace en el TOF 3. Tel. 0351 422-0902.

(*) Periodista de la Agencia Prensared. Vía Cispren.

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