«Conexión Originaria»: Un viaje en clave rap por las culturas profundas de Abya Yala

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Por Pablo Rodríguez. Desde el 19 de abril, en YouTube se puede ver el primer capítulo del rapcumental “Conexión Originaria”, un proyecto que continuará en sucesivas entregas con registros de raperas y raperos del continente americano (Abya Yala), que fueron grabados a lo largo de sucesivos viajes realizados por el joven cientista social entrerriano Emiliano Ríos. Se trata de una iniciativa que expone un proceso de recuperación cultural que miles de jóvenes están viviendo simultáneamente, conectados a través de las rimas. En esta entrevista, Ríos comparte detalles de esta polifónica propuesta.

La primera entrega está protagonizada por raperas y raperos mapuche del centro y sur de Chile. Los productores de este proyecto estiman que contará finalmente con seis a siete capítulos. Lo que inicialmente fueron grabaciones de entrevistas e improvisaciones, devino en esta iniciativa que conjuga el trabajo de numerosos jóvenes que sostienen sus lenguas originarias como una manera de revitalizar sus culturas, desde un sincrético cruce con el rap. Trabaja en el proyecto, además de Emiliano Ríos, el productor mexicano Nicolás Hernández, aka Mente Negra.

DIARIOTORTUGA (DT): ¿Cómo nació el proyecto? ¿Tenía como objetivo inicial el material audiovisual que se empezó a difundir o se fue dando a través del viaje?

EMILIANO RÍOS (ER): Surgió a partir de un viaje de dos o tres meses que realicé hace un año por el Centro y Sur de Chile. Venía con la idea de generar algo desde lo musical y también desde lo audiovisual desde viajes anteriores, pero recién en éste, el más largo, pude irme con los recursos como para generar algo: una computadora, una placa de sonido, un micrófono condenser y una cámara GoPro. El objetivo en principio no era realizar algo de la dimensión y características que tomó el proyecto que luego se llamó «Conexión Originaria»; si no, una canción con algunos raperos que fuera encontrándome en el camino. Pero debido a la repercusión que fue tomando el proyecto, la intención original se fue ampliando.

«Como parte del trabajo de campo para una tesis doctoral en Ciencias Sociales, estuve unos años atrás en Centroamérica. Después hice un viaje de alrededor de un mes por el Noreste argentino, Paraguay y Sur de Brasil; entre otros viajes más cortos», menciona Emiliano como antecedentes posibles del proyecto que está viendo la luz en estos días.

El nombre surgió en Chile, conforme se sumó más gente a la propuesta, en un trashumar entre Santiago y el Centro Sur del país, cuando Emiliano acabó grabando once propuestas de rap mapuche en sólo un mes. Virtualmente, venía observando que en todo el continente, jóvenes de diversos pueblos originarios recurrían al rap como herramienta para expresarse. “La intención era apostar a generar una conexión, que entre ellos se pudieran conocer o producir algo en conjunto y que la gente vea que es un movimiento que en los últimos años se viene consolidando”, repasa en su memoria. Que “se presenten sin necesidad de hacerlo explícitamente y que, cada uno en su parte, dijera lo que considerara importante sin ningún lineamiento excluyente”. Que es lo que se empieza a vislumbrar en la primera entrega, como un hilo conductor que atravesará las siguientes.

Las lenguas originarias resisten en el rap

DT: En las diferentes experiencias raperas que conociste, ¿Qué hallaste en común y qué particularidades te sorprendieron?

ER: Muchos de los raperos se encuentran transitando su vida desde la urbanidad, como consecuencia del proceso de migración forzada a la cual fueron sometidos sus pueblos, a través de generaciones y generaciones. Al ser despojados de sus tierras, no les quedó otra que asentarse en las periferias de las ciudades. Pero también me encontré con otros raperos que se han criado y muchos de ellos siguen viviendo en comunidades rurales más tradicionales.

Amén de esa distinción inicial, destaca Emiliano Ríos que “todas y todos están atravesando un proceso de fortalecimiento, quizás de resignificación y recuperación de lo cultural y lo lingüístico; de lo identitario”. Enumera, a modo de dar cuenta de la diversidad de expresiones con las que se fue cruzando, que hizo contacto con “raperos totonaco, cuicateco, mazateco, zapoteca, maya en México; guna en Panamá; guaraní en argentina y Brasil; y también mapuche, emberá, nasa, quechua y aymara”.

En lo que a recuperación lingüística refiere, Ríos recuerda a John Jota, un rapero del pueblo nasa, que vive en un pueblito en la región del Cauca, en Colombia: “Él vive en el contexto de una comunidad tradicional, sin embargo ha perdido su lengua y de a poco la está recuperando. En su participación en la ‘Conexión Originaria’, que va a estar en el capítulo 3, rapeó íntegramente en su lengua, en nasa yuwe, a partir de la ayuda de un profesor. Él escribió en castellano y este profesor le tradujo todo lo que había escrito. En esa traducción se pierde la rima, que es algo característico del rap. Sin embargo, muy ingeniosamente, lo que hizo fue jugar con la rítmica, con la repetición de algunas palabras y con obviar algunas otras. Y lo escuchás y suena a rap. Ese ejemplo habla del despojo de la lengua originaria a la que han sido sometidas muchas comunidades, pese a mantener su vida tradicional. En otros casos, en comunidades maya en México o en comunidades guaraní, que viven en aldeas, ellos se criaron con su lengua madre originaria y su segunda lengua es el español”.

La diversidad se rima en entregas

Al hablar de “rapcumental”, Emiliano Ríos refiere a un formato de narración en el que predomina la estética de videoclip y en el que, a través de las diferentes entregas, se puede acceder a un compendio de expresiones culturales diversas, conjugadas en “canciones”; sin que haya una narración que las vaya presentando. “Más allá de que está planteado en un formato que tiene más que ver con el vídeo clip, consiste en un registro etnográfico y documental que plasma la actualidad de muchos jóvenes indígenas del continente a través de la música”, define. “En función de eso, la forma que va tomando el proyecto va variando, sobre todo a partir del diálogo que vamos teniendo con Nicolás Hernández, Mente Negra, que es el otro gestor del proyecto. Él produce raperos indígenas de allá y es antropólogo social. Al principio queríamos mostrar el todo completo y de manera musical, pero después decidimos ir por partes. Nos parece que debido a los hábitos de consumo actuales, tiene más repercusión ir mostrando fragmentos de a poco. Tomará la forma de rapcumental cuando terminemos todos los capítulos”, explica.

El trabajo tiene una primera parte con cuatro capítulos que, según se anticipa en la primera entrega (“Rap Mapuche”), irá desplegando regionalmente el material para dar cuenta de las conexiones que se generan entre raperas y raperos de territorios próximos.

La segunda parte, en tanto, cuenta con el capítulo 5, elaborado íntegramente por Mente Negra en México, con raperas y raperos con los que trabaja habitualmente; y el 6, que contendrá registros de artistas con quienes los realizadores tienen contacto virtual y que generan contenidos comunes con el concepto general del rapcumental.

Sobre la base de lo que se viene produciendo, podría haber también una séptima entrega y se piensa incorporar algunos clips en el inicio, en el cierre y entre la primera y la segunda parte, que permitan poner en contexto la idea general del proyecto.

Una trama de conexiones

Emiliano Ríos es cientista social, educador, también músico punk y anarquista. “Supongo que por todas esas particularidades que vos mencionás sobre mi persona, se fue gestando el proyecto. Siempre desde las Ciencias Sociales me interesó analizar lo que tiene que ver con la música. Así me fui acercando hacia estas experiencias. Mi tesis de licenciatura que presenté en 2012 y defendí en 2013, tenía que ver con el uso y la apropiación de ciertos géneros musicales, que podríamos llamar occidentales: el rap, el punk y el heavy metal”, apunta. Asimismo, sin querer cruzar directamente al anarquismo (una ideología occidental) con las tradiciones originarias, traza un puente con su acercamiento personal y su identificación con “el pueblo mapuche, su demanda histórica y su posicionamiento político”. En este marco, destaca que “la escuela del rap mapuche”, a diferencia de lo que ocurre con otras ligazones de este género con culturas originarias del continente, tiene un desarrollo más consolidado.

Reconoce en este rapcumental un cruce interdisciplinario desde las Ciencias Sociales, que conjuga lo antropológico con la historia social, el análisis del discurso y la semiótica; y una experiencia vivencial que habilitó estos cruces. “Por una cuestión práctica, pensaba trabajar desde lo que hoy se llama etnografía virtual o digital, pero la primera experiencia de viaje me cambió muchísimo. El primer mes y medio por Centroamérica en el que estuve compartiendo con algunos raperos y haciendo algunas entrevistas, me llegó a seguir viajando. La experiencia del viaje se fue haciendo más importante y hay cosas a las que no podría haber accedido a través de una pantalla. Convivir y compartir genera otro tipo de percepción”, concluye.

DT: ¿Qué proyectos te inspiraron para esta producción?

ER: Pienso en los videos promocionales del “Newen Hip Hop”, que es un evento que tiene una trayectoria de diez años y que se realiza una vez al año en Curarrehue, en la región de la Araucanía chilena y reúne a la movida del rap mapuche. En una canción van apareciendo los exponentes que se presentan. Es bastante característico del rap, la producción en conjunto y colaborativa. La idea era hacer algo así, pero por la repercusión y las ganas, se terminó desarrollando algo así pero más largo y con más material. Pienso también en el documental “El camino del trompe”, que es musical y está atravesado por el rap. Quizás son las influencias principales.
Emiliano quiere que este rapcumental llegue como material de divulgación, “para que la gente vea que hay algo muy interesante que se está gestando y que están protagonizando jóvenes de pueblos originarios de todo el continente”. Y también como una manera de acompañar a las raperas y los raperos en la visibilidad de sus producciones. Destaca que muchas buenas producciones académicas acaban siendo leídas en reductos cerrados y limitados, y que el formato audiovisual y la difusión a través de las redes virtuales, puede generar una repercusión importante de este material.

Cultura que trasciende

DT: El rap surgió como expresión urbana en las barriadas afroamericanas de Estados Unidos. ¿Por qué sentís que perdura como género y se resignifica, incluso combinando el castellano con lenguas originarias?

ER: Al principio vi que había rap mapuche, rap aymara, rap quechua, hasta que empecé a descubrir que había más. Una treintena de pueblos haciendo rap podemos encontrar en las redes. De alguna manera, el rap ha prendido más que otros géneros musicales por varias cuestiones. Primero, si bien es un género bastante ambivalente, nace en una coyuntura de lucha por los derechos civiles de las poblaciones afroamericanas y hay un fuerte carácter de resistencia (igual, no es algo homogéneo porque la industria cultural se ha metido en el asunto y ha construido ciertos estereotipos). Desde esa mirada, sigue siendo utilizada como una herramienta para la resistencia. Otra de las razones por las que viene siendo adoptado por ciertos jóvenes de pueblos originarios de nuestro continente, es que se articula muy bien con la tradición oral de esos pueblos. Me acuerdo cuando estuve por Oaxaca (México), en Juchitán Zaragoza, unos raperos zapotecas me comentaban que no les resultaba algo tan ajeno el rap porque en su cultura tenían una cierta manera de saludarse de manera improvisada a través de la rima. En tercer lugar, no hacen falta demasiadas herramientas técnicas para empezar a producir rap. Con un cierto sentido del ritmo y fluir de las palabras, con un micrófono y con beats e instrumentales de uso libre, se puede empezar.

Desde lo cultural, Emiliano explica que “el uso de la lengua originaria da cuenta del proceso interno de cada rapero en torno a la recuperación lingüística” y repasa que “la propuesta inicial era que pudieran utilizar su lengua en la mayor medida posible” para las grabaciones, pero que “en muchos casos eso es complicado porque hay un proceso histórico de estigmatización que han sufrido los pueblos originarios y siguen sufriendo, que generacionalmente ha llevado a que las familias han dejado de transmitir su cultura y su lengua”. En ese marco, subraya que “de alguna manera, estos jóvenes están tratando de romper con eso” y que “muchos recurren a la articulación del español con la lengua originaria, con palabras y frases”, para tratar de llegar con el mensaje a públicos mayores.

Finalmente, en cuanto a las temáticas abordadas por las diferentes expresiones del rap originario con las que logró contactarse en sus viajes, Emiliano refiere a “una conexión muy clara y evidente”, vinculada a la cosmovisión de los pueblos originarios que, más allá de la diversidad, encuentra un punto común en la “percepción y representación del mundo natural”, en la que “se entiende al ser humano en ese mundo como algo más y no desde la racionalidad instrumental occidental, que nos construye como opuestos a esa naturaleza”. Señala que eso es evidente en “cómo se fue gestando la conexión”, ya que no hubo una imposición temática y, sin embargo, se fue generando un hilo en torno de esa manera de concebir la realidad. “Hay una temática común de reclamo por atropellos históricos y actuales, tanto de los Estados como de las empresas multinacionales. La denuncia del extractivismo y la defensa del territorio y la naturaleza está presente en todos, con mayor o menor fuerza, con posicionamientos políticos más o menos claro”: un resultado que no fue planificado, que se fue dando con el correr de los registros como un hilo común y que se percibe desde la primera escucha.

FOTO: FACEBOOK EMILIANO RÍOS

CANAL DE YOUTUBE PARA SEGUIR LAS ENTREGAS DE «CONEXIÓN ORIGINARIA: https://www.youtube.com/channel/UCTcfIvCi06zp-KZP_0McWVw

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