Margarita Zeniquel: «Los 30 mil desaparecidos nos faltan a todos»

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Ex detenida durante el «Proceso de Reorganización Nacional», dialogó con Radio Tortuga 102.7. «El 24 de marzo vinieron a mi casa, lo buscaban a mi esposo que no estaba, pero me llevaron con mi hijo de 40 días», relató.

La oscura sombra que acechó al país durante la década del ’70, nos dejó heridas que no dejan de sangrar. Pero también nos lego lucha, resistencia, madres, abuelas e hijos que hasta el día de hoy buscan a los 30.000 desaparecidos. En este marco, próximos a celebrar un nuevo «Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia», dialogamos con Margarita Zeniquel, una sobreviviente de la última dictadura cívico militar eclesiástica. «El golpe de Estado me golpeo desde su inicio. El 24 de marzo vinieron a mi casa, lo buscaban a mi esposo que no estaba, pero me llevaron con mi hijo de 40 días», precisó.

«Fue el ejército», asegura y continúa: «Me llevaron a la comisaría donde permanecí una noche, luego a La Quintana, ahí estuvimos dos días y nos trasladaron. Había compañeros de Alta Gracia. Nos trasladaron al Tercer Cuerpo, y fuimos a parar con mi hijo al Buen Pastor donde estuvimos dos meses». Poco tiempo después, estuvo con prisión domiciliaria, en tanto que hacia 1977 «ya vivía con mi madre política Sara Polo, Miguel Uranga y mis dos hijos», señaló Zeniquel.

Seguidamente a mediados de 1977, Margarita sufre un segundo secuestro: «El 27 de junio del 77 a las dos de la mañana vino un comando de civiles con armas largas. Irrumpieron y nos llevaron, nos taparon la cabeza y nos llevaron por separado. Nos llevaron con paradero desconocido, pero después nos enteramos que estábamos en Campo de la Rivera. Estuvimos tres meses, torturadas en el caso mío. Y a los tres meses nos trasladaron a la UP1. Nos reconocían como detenidos, pero las condiciones de la detención no variaron. Seguíamos incomunicados, no teníamos contactos ni noticias. Sabían que estábamos ahí, pero no podíamos ni teníamos ningún contacto», detalló.

«Había libertades o traslados. A mí me toco ir a la cárcel de Devoto. Después de un año y medio, Sara que la tenia clara les dijo a los chicos (por sus hijos) la situación real. Después de un año y medio pude verlos por primera vez. Los chicos estaban grandes y esa visita se dio, pero no pude ni besarlos ni abrazarlos. Cuando salí, me presente al trabajo y el reintegro me duro un mes, después fui despedida. En el 85, con gestiones de mis compañeros logre la reincorporación», finalizó.

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