Panorama electoral: de la ola amarilla a “los hice venir al pedo”

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Por Guillermo Morilla. La derrota de Rodrigo De Loredo con Juntos Por El Cambio esta vez unido, apaciguó el ímpetu de fiebre amarillista que los candidatos -incluidos los de proyección nacional- auguraban para Córdoba. Por otro lado, el peronismo cordobés tuvo su noche de gala y dió comienzo a la nueva era “Llaryorista”. 

Cerca de las 21:15 hs, el candidato de Juntos Por El Cambio (JxC), Rodrigo de Loredo, reconoció la derrota sin tener aún los datos oficiales. No eran necesarios. Las planillas de los fiscales certificaron lo inevitable, una distancia de más de 5 puntos. 

Las encuestas no solo se equivocaron, el termómetro electoral estaba totalmente invertido. Sobre el escenario de Juntos por el Cambio se pudieron ver las caras de disconformidad ante la segunda derrota consecutiva en la provincia, y donde Patricia Bullrich sumó otra foto para la colección de asistencias derrotistas en una provincia en la que pensó que podía ser profeta. 

Ningún profeta es aceptado en su tierra, si es que en estas tierras habita realmente un electorado mayoritario pro Patricia; ahora con el diario del lunes se podría discutir esa idea. Lo cierto es que no fue la única dirigente con proyección nacional sobre el escenario; acompañando a De Loredo estaban presentes también el candidato presidente Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales, Gustavo Valdés, e incluso el candidato a jefe de gobierno porteño Martín Lousteau

“Los hice venir al pedo” expresó De Loredo, y la broma no podría ser más literal. Los referentes nacionales de JxC esperaban volver con la foto de una victoría como la de la primaria santafesina que les permitiese seguir presagiando una tendencia amarillista, pero sucedió todo lo contrario. Lo que inició con el preparado de un fernet entre Juez y De Loredo, dejó como resultado un sabor amargo. 

El escenario para JxC a nivel provincial no podría ser más desolador. La falta de militancia y compromiso táctico de Rodrigo De Loredo, sumada a la especulación triunfalista de distintos sectores, pusieron en juego la elección. Mientras Llaryora diagramaba los movimientos de las tropas, De Loredo hacía gira por los medios de comunicación de Buenos Aires. 

El haber ganado la elección legislativa en Córdoba, arremolinó en un mar de egos que incluso tuvieron su repercusión en Alta Gracia. El esperado triunfo de De Loredo tenía los ojos puestos de la Unión Cívica Radical (UCR) a nivel local, luego de que las demoras y las especulaciones en la negociación llevaran a la ruptura del armado coalicional. El horizonte por estas horas para la UCR, tiene la apariencia de una foto en negativo. 

En otro punto de la ciudad capital, Daniel Passerini subió correteando con energía al escenario consolidando una imagen que no podía ser más triunfalista. Los datos oficiales, con casi el 30% de las mesas escrutadas, lo anunciaban ganador con el 47,40% de los votos sobre un 40,70%, tendencia que con el correr de las horas se volvería irremontable. 

Sin embargo, el gran protagonista de la noche fue el reciente gobernador electo Martín Llaryora que con un discurso encendido, tuvo la noche prometida que, por irregulariades y escaso margen de votos, no pudo ser la del 25 de junio.

Para el futuro gobernador ocurrieron dos cosas: si en su discurso, cuando fue electo gobernador, jubiló a Schiaretti, la noche del 23 de julio lo arropó, le dió un beso en la frente y lo mandó a dormir. Fue la noche donde se comenzó a escribir la página de un nuevo peronismo cordobés, reconfigurado y, por lo visto, muy vigoroso. 

En segundo lugar, se proyectó a nivel nacional. La alocución acalorada rivalizó en principio con los dirigentes nacionales, en especial los candidatos presidenciales que esperaban festejar la derrota capitalina del peronismo, a los cuales se refirió como “los pituquitos de Recoleta”

El gobernador electo apuntó directamente al corazón del centralismo porteño, con un tono en base a la defensa de los intereses de los cordobeses que incluso lo llevó a reclamar que “devuelvan la guita de las retenciones”. El motivo de la euforia tiene su leitmotiv, el triunfo del peronismo cordobés tiene la firma de Llaryora por todos lados.

Cuando se anunció el desdoblamiento, se pensó que la ciudad capital podía darse por perdida y más con una victoria provincial que tuvo gusto a poco. Sin embargo, en el plazo de dos semanas el gobernador electo se puso la campaña al hombro. 

Un peronismo cordobés reconfigurado en un nuevo sistema de alianzas y con traje renovado en la conducción, la generación de una épica militante, más jugadas configuradas en un pizarrón de “vale todo”, permitieron al futuro gobernador sembrar y luego cosechar la victoría. 

Por otro lado, cabe destacar que no todo es valedero. La decisión de no hacer obligatoria la elección fue funcional al peronismo ya que el movimiento del aparato coordinado les permitió posicionarse y sacar ventaja. Sin embargo, la participación electoral cayó hasta el 59,7%, trece puntos por debajo de la de 2019. Desalentar la participación democrática en un electorado de por sí ya desalentado, es una práctica peligrosa. 

Lo que queda por fuera de ese 40% es un aviso, un eco que algunos todavía se resisten a escuchar, que demuestra que no todo es “el candidato”, la calidad de la gestión también importa.

Juan Schiaretti también tuvo su palmada en la espalda en la noche de los galardones. Llaryora hizo referencia en su discurso al proyecto que encabeza el “gringo” como candidato a presidente, y definió la voluntad de Hacemos Unidos Por Córdoba (HUPC) de trabajar en la campaña nacional. La idea del actual gobernador sería poder trasladar la victoria de la provincia al escenario de las primarias y de esta manera asegurar de cara a octubre algunos diputados.

En ese sentido, el discurso de Llaryora tuvo sus contradicciones, ya que al apuntar a los “pitucos de Recoleta”, apuntó contra el principal espacio aliado de Schiaretti. Hace algunos días el gobernador manifestó la idea de una alianza antikirchnerista post paso, en un posible acercamiento con Horacio Rodríguez Larreta

Sin embargo, la candidatura del cordobés no podría ser más beneficiosa para el espacio que encabeza Sergio Massa en alianza con el Kirchnerismo dentro de Unión Por La Patria. En principio a Massa le sirve la derrota de JxC, sobre todo en el bastión de Córdoba; esto sumado a que gran parte de un sector progresista peronista, como el kirchnerismo cordobés, parece haber entendido en términos electorales que el adversario a derrotar es JxC. En ese sentido el kirchnerismo en retirada trasladó votos al espacio de HUPC que jugaron a favor en esta elección.

Al reverso, Schiaretti jugando a nivel nacional le restaría votos a JxC en las PASO e incluso en las generales, algo que alienta a las proyecciones del actual Ministro de Economía en la provincia. Por otro lado, Massa al parecer mantine un acercamiento y contacto con un sector del peronismo cordobés, mucho más amplio del que se tenga noción.  

Demostración de ello fue su entrevista en el programa “Duro de Domar”, donde Massa hizo referencia a la transformación del peronismo cordobés y mencionó a Llaryora y Passerini, e incluso, inesperadamente, hizo mención del Intendente Marcos Torres.

“Creo que en Córdoba está pasando una cosa muy interesante que es que hay una generación muy interesante: Llaryora, Passerini, te podría nombrar al Intendente de Alta Gracia o de varias ciudades del interior de Córdoba”, expresó Sergio Massa, que no mencionó varias ciudades, sino una: Alta Gracia.

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