El viernes pasado unos doscientos vecinos se acercaron al festival Arroyarte, convocado por el colectivo Todos por Nuestros Arroyos a renovar su apoyo al reclamo de liberar el espacio público, hoy ocupado por el emprendimiento privado Potrerillo de Larreta.
El discurso del colectivo ha sido claro desde un principio: «El arroyo no se vende ni se negocia». En relación al espacio público, los argumentos han sido siempre las leyes vigentes. De esta manera, rechazaron formar parte de cualquier junta investigadora, señalando que no iban a investigar lo evidente, además de denunciar la extracción indiscriminada de agua para el riego de la cancha de golf.
El barrio privado, por su parte, mantiene un enfrentamiento judicial con la provincia y en cierto modo ha fijado, a través de sus acciones en la justicia y de sus voceros, un discurso en línea con lo que se puede esperar de un emprendimiento inmobiliario que se apropia de un recurso público para uso exclusivo. “No negamos que esto sea un espacio público, pero no para todos los públicos”, supo señalar uno de sus letrados.
Una tercera posición juega a dos puntas. Provincia y Municipio accionan en la justicia contra el barrio privado y al mismo tiempo “prometen acompañar siempre este tipo de desarrollos” que “enorgullecen a los altagracienses”, “más aún cuando se trata de una familia distinguida”. Tales declaraciones fueron realizadas en la coqueta presentación de la flamante sociedad entre Edisur y Potrerillo de Larreta por el Ministro de Infraestructura de la Provincia y el Intendente de la ciudad.
Luego de los durísimos argumentos utilizados por el Municipio en la Justicia contra el barrio privado, calcados de los informes presentados por el grupo Todos por Nuestros Arroyos, cabe preguntarse: ¿Qué promete la Municipalidad de Alta Gracia cuando dice estar dispuesta a dar “todas las manos posibles” a la alianza Potrerillo-Edisur?, ¿Qué convierte a una familia en más distinguida que otras?, ¿Cuál es el “tipo de proyectos” que el Ministro promete acompañar?, y por último ¿por qué deberíamos los altagracienses sentirnos orgullosos de un proyecto que usurpa para su propio lucro un espacio que es de todos y todas?