Todo, en todas partes, al mismo tiempo: el auge del Multiverso en la era del capitalismo tardío

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Por Guillermo Morilla. La película ganadora de los Oscars se convierte en un peldaño desde el cuál pensar la idea de lo multiversal en la cultura, y su utilización por parte del capitalismo para reproducir un modo de producción que apuesta por la intensificación de lo múltiple.

Atención: esta nota contiene algunos “spoilers” sobre la película «Everything Everywhere All at Once», pero no es su objeto central analizarla (de eso ya se han encargado varios portales de noticias y espectáculos), aquí resulta un mero disparador para profundizar sobre la idea de lo multiversal en la cultura. Ahora sí, bienvenides al multiverso.

“Nada importa”. Esta es una de las premisas principales que trabajan los Daniels (Daniel Scheinert y Daniel Kwan, directores de la película) en  «Everything Everywhere All at Once»  (Todo, en todas partes, al mismo tiempo), que en la última edición de los premios Oscars se llevó 7 de las tan anheladas estatuillas, incluyendo la de mejor película del año.

La película nos introduce de lleno en la vida de Evelyn Wang, una mujer china de mediana edad que abandonó su país junto a su esposo para vivir el gran sueño americano. Los primeros cinco minutos bastan para mostrarnos que nada en la vida de nuestra protagonista es como lo hubiese deseado.

Evelyn, sobre una gran mesa repleta de recibos y libros contables, prepara su presentación ante la hacienda que amenaza con embargarles la lavandería que tiene junto a su esposo Waymond. Al mismo tiempo, cocina, define los arreglos del cielo raso, atiende a los clientes, reniega de las actitudes de su esposo que se comporta como un niño, mientras organiza la  fiesta de reinauguración de la lavandería que se llevará a cabo esa misma noche. Además, mientras se mueve sin cesar por el espacio, lidia con los complejos de su hija Joy que demanda su atención, e insiste en presentar oficialmente frente a su abuelo a su novia Becky. Su padre enfermo, que siempre la presionó en todo, y con el que intenta reencontrarse luego de su pelea. 

Todo eso, en una misma escena, en los primeros 5 minutos. ¿Muchísimo no?. Es solo el comienzo de todo lo que vendrá después en esta película que reúne drama, comedia, acción y ciencia ficción en un mismo metraje. Todo, en todas partes, y al mismo tiempo.

El desenlace comienza cuando Evelyn es visitada por la realidad alternativa de su esposo Waymond, que le revela la existencia del “Multiverso” y solicita su ayuda para detener un terrible mal que destruye las realidades alternativas. No es la intención analizar aquí la película, pero si hay un concepto que merece la atención y la película sirve como disparador: la idea, instalada hace ya un tiempo en la cultura, de lo multiversal.

Capitalismo múltiple

Si bien la idea de realidades múltiples es objeto de la ficción y la literatura desde hace ya muchos años, en el último tiempo se ha visto un auge exponencial en el capitalismo de tomar la forma estética y conceptual de lo universal y multiversal para definir nuevas formas de producción y consumo.

El consumo de experiencias propio de la época, se ha nucleado ahora dentro de universos que se expanden y se diversifican a un ritmo exponencial. Quizás el Universo Cinematográfico de Marvel sirva de reflejo a esta premisa. Luego de que Marvel estrenara en 2008 la película de Iron Man, comenzó a digitarse la idea de introducir en la industria cinematográfica la estantería de una tienda de cómics.

Llevar a la pantalla grande diversas historias de la compañía que pertenecieran a un mismo universo con la posibilidad de generar un entrecruzamiento. Lo que se vio como un revival de la industria del cómic, sería la semilla de un proceso de películas que lleva más de diez años produciendo material a un ritmo cada vez más acelerado. Marvel llamó a su producto “Universo Cinematográfico de Marvel” (UCM), pero pronto este les quedó chico,  recientemente han dado otro salto aún mayor: El Multiverso.

Disney, hoy en día, produce anualmente entre tres y cuatro películas de superhéroes. Al mismo tiempo, sumó ahora las series para su plataforma de streaming, generando un mínimo de seis producciones de Marvel por año. Pero el consumo también es exponencial, la carteleras de los cines pueden verse abarrotadas con estas propuestas, a la vez que pueden ser consumidas a través de diferentes plataformas, en nuestro smart tv, en nuestro ordenador, o incluso en los teléfonos. En cine, en casa, en el bondi, los Avengers luchan contra los villanos. Todo, en todas partes, al mismo tiempo.

Démosle un giro local. Sobre la mesa descansa un cuaderno, su tapa es de un color violeta que tiene como motivo el espacio, y en su portada reza: “El Universo de Telecom”. Claro, tiene lógica, Telecom es un universo de servicios comunicacionales. Ellos poseen el servicio de internet de Fibertel, a su vez brindan el servicio de cable y streaming de Flow, y además son la compañía de telefonía Personal. Distintas opciones y variaciones dentro de lo mismo, el amigable universo de Telecom, que pertenece, a su vez, al Multiverso llamado Grupo Clarín.

Lollamultiversal

Mientras escribo este artículo, se desarrolla el festival Lollapalooza, la pantalla del televisor se convierte en un gran multiverso en el cual puedo entrar y explorar a mi antojo. Gracias a Flow tengo la posibilidad de presenciar digitalmente el festival en tiempo real, e incluso recorrer sus distintos escenarios. Todo, en todas partes, al mismo tiempo.

Hubo un cambio en el diseño de las experiencias en cuanto a festivales en los últimos años. Si bien siempre se trató de reunir en un mismo lugar a diversos artistas, nunca se necesitó de más de un escenario para lograrlo. El diseño contemporáneo de festivales se enmarca dentro de este giro de lo exponencial, la apuesta por el todo y al mismo tiempo. Así, el diseño de este tipo de espectáculos incorporó la idea de múltiples escenarios y propuestas en un mismo espacio.

Como aquella canción de Silvio Rodríguez, nace la necesidad de partirse en dos, o incluso más partes, para recorrer los distintos escenarios y experimentarlo todo. Este nuevo diseño multiversal de los festivales, probablemente tiene que ver también con la multiplicidad en los cambios de consumo propuestos por las tech y la industria discográfica. La pérdida del disco físico por lo digital, e incluso el álbum por el single, son dinámicas de este capitalismo de lo múltiple que contagia su hambre voraz a los prosumidores. El punto es: Consume tanto como puedas, deglútelo todo, en todas partes, al mismo tiempo, y si te cansas, seguí deglutiendo.

No cosas

¿Cuándo fue la última vez que esperaste la salida de un disco, y te agolpaste en las puertas de la disquería para conseguirlo antes de que se agote? Esa sensación de victoria por ser uno de los afortunados en tenerlo, en sacarlo de su caja, y explorar su arte conceptual de tapa mientras lo escuchabas una y otra vez. ¿Cuándo fue la última vez que, ante la posibilidad de la compra, esperaste a reunirte con amigos para escucharlo? ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste un disco completo siquiera?

El diseño de la música digital nos da la ventajosa posibilidad de acceder a todo el material discográfico, en todas partes y al mismo tiempo. Pero el melómano nunca se caracterizó por deglutirlo todo, sino en poseer un conocimiento amplio pero todavía parcial de la música. Aquello que llaman democratización resulta en aturdimiento, un gran sin sentido donde, ante la posibilidad del todo, la particularidad de la parte se vuelve banal, y por lo tanto, como la premisa de la película, ya “nada importa”.

En su libro “No Cosas”, el filósofo Byung-Chul Han propone que con mayor rapidez el mundo se vacía de cosas y se llena de información que determina el mundo en que vivimos. Pero la información no es tan fácil de poseer como las cosas. El mundo de la información no está hecho para la posesión, puesto que rige el acceso, de esta manera “los vínculos con cosas o lugares son reemplazados por el acceso temporal a redes y plataformas”.

“La posesión se funda en la permanencia. La continua necesidad de movilidad dificulta la identificación con las cosas y los lugares. Estos ejercen cada vez menos influencia en la formación de nuestra identidad. Hoy la identidad la determina principalmente la información”, reflexiona Han.

Para el autor hemos pasado de poseer una relación con las cosas, a una necesidad por la multiplicidad de experiencias. Del consumo de cosas esperamos experiencias (El contenido informativo de las cosas, por ejemplo la imagen de la marca, es más importante que el valor de uso). Para la creación de valor es crucial la producción de información distintiva que prometa a los consumidores experiencias especiales o la experiencia de lo especial. Así la información resulta más importante que el aspecto de la mercancía, su contenido estético-cultural es el verdadero producto. Los bienes de consumo actuales vienen ya sobrecargados de ideas preconcebidas y de emociones que se imponen al consumidor. “Apenas entra nada de la vida personal”, señala.

El reinado de la información digital produce una desvinculación con el mundo de lo corpóreo. Actúa como una fuerza deformante que acelera la desintegración de la esfera pública y nos hace permanecer aturdidos.

En todas partes

El gran mal que debe enfrentar Evelyn en la película, es una fuerza que se ha corrompido por experimentarlo todo. Ha visitado tantos universos y realidades posibles que ha perdido toda vinculación con la verdad y el sentido de lo moral, su mente se ha fracturado y ahora vive todo, en todas partes y al mismo tiempo.

Así es el universo de la información al que nos han sometido las redes sociales. Un multiverso al cual accedemos para huir hacia diferentes realidades. Ingresando en Instagram tenemos la posibilidad de estar en una realidad distinta donde somos otra variante de nosotros mismos: felices, paisajísticos, zen, profundamente estéticos. Un ratito en Facebook  y somos otra variante. Luego nos vamos a Twitter a debatir y opinar en todas partes y a todas horas. Pasamos por TikTok y nos volcamos en los desafíos y la actuación.

En su último libro, Dysphoria Mundi, Paul Preciado sugiere que el cuerpo analógico muta y se transforma en lo que denomina un “telecuerpo”. Esta es la forma de existencia carnal-virtual en la era de la producción y de la comunicación digital. El telecuerpo es el cuerpo transformado en un espectáculo público digital, en una interfaz producida para ser difundida via Facebook e Instagram: “Es el cuerpo escaneado, tuneado, hackeado, copiado, distribuido a través de la telepresencia por Snapchat o TikTok”.

“Las ciencias que trabajan con el telecuerpo ya no son la biología o la medicina, sino la informática y el marketing, entendidos como estrategias de mercado y técnicas de mando y control cibernético. El telecuerpo es una ficción cibernética construida y viva, al mismo tiempo carne e inmaterial, de naturaleza ni completamente biológica, ni solo electrónica. El telecuerpo es un dato económico. Es la riqueza digital. El telecuerpo es al mismo tiempo el consumidor y el productor, el cliente y el proveedor, la mercancía y el comprador”, señala el autor. De nuevo, todo, en todas partes, y al mismo tiempo.

Al igual que Evelyn, vivimos experimentando diferentes realidades, variaciones de nosotros mismos, todo sin parar, sin poder anclarnos. Suena la notificación, “mirá qué estabas haciendo hace un año, hace dos años, hace cinco años, hace ocho años”, otra notificación, “alguien respondió a tu historia con la foto del paisaje que subiste”, otra notificación, “Movimiento Extractivista le dió like a tu tuit sobre qué debe hacer el gobierno con los recursos naturales”, otra notificación, “le gustas a alguien”, otra notificación “el juguete sexual que encargaste llega el lunes”.

Para la protagonista de nuestra película experimentarlo todo, tenía como consecuencia no poder establecer el sentido, estar en todas partes al mismo tiempo confundía su percepción de las cosas. En su libro La Sociedad de la Transparencia, Byung-Chul Han señala que la crisis de la época actual no es la aceleración, sino la dispersión y la disociación temporal. Lo cual hace que el tiempo transcurra silbante sin dirección y se descomponga en una mera sucesión de presentes temporales, atomizados. El tiempo se hace aditivo y queda vació de toda narratividad. Se pierde el sentido.

Finalmente Evelyn asume su imposibilidad de darle sentido a las cosas, se rinde a vivir una vida en piloto automático en la que nunca podrá estar 100% del todo en algún lado. Ella y Jobu Tupaki (el mal que acecha el Multiverso), se rinden ante la información, se agotan, y, por lo tanto, ven como opción viable su destrucción.

Depresión en el enjambre

La masa no filtrada de informaciones hace que se embote por completo la percepción, lo cual ocasiona algunas de las perturbaciones psíquicas de la época como la ansiedad y la depresión. Para el filósofo coreano, el cansancio de la información es la enfermedad psíquica que se produce por el exceso de información. Los afectados se quejan de una creciente parálisis de la capacidad analítica, perturbación de la atención, inquietud general o incapacidad de asumir responsabilidades.

“Cuanta más información se pone a disposición, más impenetrable se hace el mundo, más aspecto de fantasma adquiere. La información ya no es informativa, sino deformativa; la comunicación ya no es comunicativa, sino acumulativa”, expresa Han.

¿Acaso no padecemos alguno de estos síntomas? Como Evelyn, muchos perciben que algo falla, que la ropa ya no queda tan bien al día siguiente, e incluso que el café sabe mal, y sienten, al igual que nuestra protagonista, la imperiosa necesidad de regresar.

Realismo Multiversal Capitalista

Mark Fisher escribió en su libro “Realismo Capitalista”, que luego de la Perestroika y de la caída del muro de Berlín, el capitalismo dejó de presentarse como un sistema de gobierno, o una ideología política, y se volvió una realidad frente a la cual ya no había alternativa. La creencia de que el capitalismo es el último sistema político viable, es uno de los sentidos de ese realismo, la idea de que todo lo demás sería poco realista.

Lo que más le preocupaba señalar a Fisher, es que la aceptación del realismo capitalista, trabaja ejerciendo una clausura en la imaginación, es decir, en la oportunidad de pensar un horizonte de posibilidad por fuera del capitalismo. Algo que además redefine la relación con lo temporal, algo común de nuestros tiempos es la sensación de la falta de un horizonte de futuro

«The Capitalist Multiverse», de Alex Williams y Nick Srnicek, es un ensayo que explora cómo la idea del multiverso puede ser utilizada para justificar el capitalismo como el único sistema posible en todas las dimensiones. Señalan que la idea del multiverso se ha utilizado en la ciencia ficción para representar una diversidad de sistemas políticos y económicos, desde el socialismo hasta el feudalismo. Sin embargo, argumentan que el capitalismo ha cooptado la idea del multiverso para presentarse como una forma inevitable de organización social.

Los autores también examinan cómo la idea del multiverso se ha utilizado en la física teórica para justificar la idea de que nuestro universo es simplemente uno de muchos, y que la existencia de otros universos implica que todo es posible. En este sentido, la idea del multiverso se presenta como una justificación para la idea de que cualquier cosa es posible en términos de éxito y riqueza en el mundo empresarial.

Esto se ve sumamente reflejado en la película de los Daniels. En cada uno de los mundos que Evelyn ingresa, hay capitalismo. El único lugar en el que las relaciones de producción no están dadas por el capital, es un mundo donde la humanidad no prosperó y lo único que hay son piedras. Casualmente es el lugar al que Evelyn y Jobu Tupaki, escapan para encontrar algo de tranquilidad y protagonizar uno de los momentos más reflexivos de la película.

Es innegable que el auge de lo multiversal, por parte del sistema capitalista, propone una intensificación total en la diversificación constante de las relaciones de producción y circulación del capital, además de proponer nuevas formas estéticas y culturales en relación a lo múltiple.

Como consumidores nos han impuesto ser viajantes multiversales, pero como productores también nos han propuesto una idea de lo múltiple. La argentina actual es testigo de ello, la gran mayoría de personas hoy está sujeta a tener múltiples trabajos, con uno ya no alcanza. Todo el tiempo, en todas partes, e incluso al mismo tiempo, debemos desenvolvernos productivamente sin parar. Ya no somos trabajadores con anclaje territorial, sino que algunos trabajan universalmente desde el living de casa para Londres, China, o Nueva York.

El multiverso del capital se abre como un escape, como una abstracción en la cual podemos constantemente transformarnos y tener todo al alcance de la mano.  Pero cuando observamos con atención los múltiples universos, vemos como lo multiversal tiene un solo dueño, no múltiples, ni distintos.

Quizás sea un buen momento para repensar lo multiversal y desde allí reivindicar lo múltiple como horizonte de posibilidad para imaginar alternativas a este sistema que intensifica y profundiza la desigualdad. Si nada importa, imaginemos mundos que aboguen por el silencio, un elogió de la improductividad como forma de resistencia, tal vez, no sea tan malo, pensarse como una simple piedra.

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