A 50 años de la desarticulación del EGP: Un vecino en la guerrilla del “Che”

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foto Tapa web egparmasEn abril de 1964, Gendarmería Nacional llevó adelante lo que denominó “Operación Santa Rosa” a través de la cual persiguió y puso punto final en Orán, Salta, al Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), un proyecto ideado por Ernesto Guevara para trasladar la revolución socialista a nuestro país. Jorge Guille, vecino de Alta Gracia, fue parte de esa guerrilla y dejó su vida en Salta. El Museo del Che no lo rememora de ninguna manera. 

La historia del Ejército Guerrillero del Pueblo es una historia poco mediatizada aunque ha sido abordada por un buen número de historiadores, en muchos casos, como apartados o capítulos inscriptos en la frondosa literatura sobre la vida de Ernesto “Che” Guevara.

Fue una vecina de Alta Gracia, Malena Castro, la que alertó a la redacción de PAPEL TORTUGA acerca del 50º aniversario del operativo que desarticuló al EGP y en el que perdió la vida Jorge Guille, altagraciense estudiante de medicina (como el Che) que se enroló en las filas de la guerrilla en la segunda mitad del año 1963.

Malena, amiga de la adolescencia de Jorge, lo recuerda “bajando por el Tajamar con su pulovercito marrón y un libro abajo del brazo”.

COMANDANTE SEGUNDO

“Compañero aspirante: si aceptas los sacrificios de la lucha que el pueblo te demanda, jura con nosotros: revolución o muerte”. Tal fue el juramento que Guille debió hacer para sellar su pertenencia al grupo que se proponía ser la avanzada que el propio Che Guevara había organizado y al que, según diversas fuentes, pensaba unirse apenas hubieran logrado instalarse.

La guerrilla comenzó sus actividades de planificación y reclutamiento a fines de 1962, luego del derrocamiento del presidente Frondizi por parte de las Fuerzas Armadas.

Fue comandada por Jorge Masetti, quien cuatro años antes había sido el único periodista argentino en realizar cobertura desde Sierra Maestra del proceso revolucionario en Cuba para Radio El Mundo. Rodolfo Walsh catalogó las entrevistas realizadas a Fidel Castro y a Guevara como “la hazaña individual más grande del periodismo argentino”, que sin embargo no fueron publicadas en el país. Masetti se enamoró del proceso cubano y entabló amistad con el Che.

Cuando la revolución tomó el poder, el Che propuso a Masetti la creación de la agencia de noticias Prensa Latina, que bajo su dirección contó con periodistas e intelectuales de la talla del recientemente fallecido Gabriel García Márquez  y Jean Paul Sartre.

Masetti y Guevara pensaron que luego del derrocamiento de Frondizi, en Argentina estaban dadas las condiciones para iniciar una insurrección armada y fue Jorge Masetti quien comandó bajo el seudónimo “Comandante Segundo”, las actividades preparativas en nuestro país aguardando la llegada del Che que se sumaría una vez instalada la guerrilla.

RECLUTANDO

La planificación del EGP tuvo bases en las provincias de Córdoba y Buenos Aires. La organización nunca tuvo más de 30 aspirantes y combatientes de los cuales por lo menos 11 fueron cordobeses: dos bancarios, un mecánico, cuatro estudiantes de medicina, un militante del Partido Comunista y tres personas ligadas al sindicalismo, todos ellos con edades que oscilaban entre los 19 y los 30 años. El altagraciense cumplió 22 años en Orán, Salta, un par de meses antes de encontrar la muerte.

JORGE GUILLE

“Vivía en Eduardo Madero y Deán Funes”, rememora Malena Castro, apelando a una carpeta donde tiene recortes y anotaciones sobre Guille.  Su mamá era modista y tenía un hermano, Eugenio y una hermana.

Jugador de softball y bailarín de rock en el Cañito o Rosmarie, muchos de los vecinos que hayan nacido entre el 60 y el 61 probablemente lleven su firma en la libreta de familia ya que por esos años trabajó en el Registro Civil de la ciudad. Más tarde, al comenzar sus estudios universitarios, se mudó a una pensión de Barrio Alberdi en la Ciudad de Córdoba y un día antes de su partida, pasó por Alta Gracia donde se contacta con su amigo Tito Nicolli a quien le cuenta que se va a Cuba a terminar la carrera.

CONTEXTO

El 21 de junio de 1963 Massetti junto a otros tres argentinos y el cubano Hermes Peña, un campesino de íntima confianza de Guevara, se aprestaban a ingresar a Orán, Salta, desde el sur Boliviano. El “Comandante Segundo” no esperaba que a los pocos días (7 de Julio)  se efectivizarían los comicios nacionales, con el peronismo proscripto, que llevarían a Arturo Illía a la presidencia.

El pensamiento de Guevara era claro al respecto: “Donde un gobierno haya subido al poder por alguna forma de consulta popular, fraudulenta o no, y mantenga al menos una apariencia de legalidad constitucional, el brote guerrillero es imposible de producir por no haberse agotado las posibilidades de lucha cívica”.

Pese a las dudas, la decisión final de Segundo fue seguir adelante con el plan, enviándole una carta abierta al presidente Illia de nula repercusión pública y que sólo fue publicada por un semanario peronista que, sin embargo, sirvió para poner en marcha la reacción del Ejército.

INFILTRADOS, EMBOSCADOS, DERROTADOS

A través de diversas fuentes es posible reconstruir de manera bastante aproximada la desintegración del EGP. Una de las situaciones claves fue el ingreso a las filas de la guerrilla de dos agentes infiltrados que protagonizaron un incidente con disparos que alertaron a una patrulla que el 4 de marzo del 64 detendría a seis miembros.

Las compras de provisiones por parte de la guerrilla en grandes cantidades, despertaron la sospecha y terminaron en detenciones que fueron no sólo desarticulando la red informativa, sino también dejando sin contacto ni alimento a todos los grupos dispersos en la selva de Orán.

Arrinconados, las fuerzas de Segundo intentaron reorganizarse, sin embargo la escasez de alimentos comienza a hacer mella en los guerrilleros. Aislados, mal alimentados, incomunicados y bajo el asedio del Ejército que comenzó a cercarlos, el 18 de abril de 1964, el altagraciense Jorge Guille y el experimentado cubano Hermes Peña llegan a una finca con el propósito de adquirir alimentos. Allí, acuerdan un intercambio nocturno que terminará siendo una trampa tendida por la Gendarmería y donde encontrarán muerte los dos guerrilleros y el gendarme Juan Adolfo Rosas.

Fue el último encuentro entre guerrilleros y gendarmes. Días después se encontraron restos de otros campamentos y los cuerpos sin vida de algunos miembros del EGP fallecidos por inanición.

Internado en la selva salteña, el cuerpo de Javier Massetti, nunca fue hallado.

“No creo en los horóscopos, para nada. Conozco en este pueblo tres personas nacidas el mismo día, mes y año: Miguel Becerra, poderoso empresario, Jorge Guille un amigo al que mataron en la guerrilla y yo, docente jubilada”, cuenta Malena que sin saberlo, eligió precisa una cita de Julio Cortázar que oficiará de cierre para esta nota: “Tuve un hermano que caminaba en el monte mientras yo dormía”.

Por Sebastián Gualda

 

EDITORIAL: Memoria

Nuestra comunidad demoró muchísimo tiempo en animarse a decir en voz alta que Ernesto Guevara había habitado nuestra ciudad. Discutió muchísimo antes de animarse a crear un museo en la casa de su infancia. Hubo intentos de minimizar el peso ideológico del guerrillero nominando al espacio “La casa de Ernestito”… Sin embargo, como reza la canción de Gieco, “la memoria pincha”.

El Museo Casa del Che Guevara se convirtió rápidamente en una parada ineludible para el turismo, y pasó poco tiempo antes de que los gobernantes de turno se percataran del “potencial económico” del nuevo “atractivo turístico”. Si hasta los presidentes de Cuba y Venezuela, Fidel Castro y Hugo Chávez, vinieron juntos a visitarlo, en un evento que puso el nombre de la ciudad en la prensa mundial.

Sin embargo, parece ser política de estado que el espíritu de Guevara no vaya más allá de lo que pueda transmitir un mural con su fotografía o la réplica de “la Poderosa” (la motocicleta en la que realizó los famosos viajes). En una ciudad tan llena de injusticias como cualquiera en nuestro país, el Museo de Guevara no tiene mayor inserción social en su comunidad que la que supone cualquier atractivo meramente turístico. No se promueve el debate político ni siquiera durante las cada vez más tímidas Semanas del Che que organiza la Municipalidad, en las que el eje gira más en torno a recuerdos sobre la “inofensiva” niñez de Guevara y los mojitos cubanos.

Hace nueve años el periodista Daniel Brian, vecino de la ciudad, publicó en un periódico local por primera vez la historia de otro vecino, Jorge Guille, cuyo destino fue profundamente influido por los idearios de Guevara. Pasada la primera década del siglo 21, Alta Gracia sigue temerosa de recordarse. El Museo del Che todavía no menciona al vecino Jorge Guille. Pero la memoria pincha.

 

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