«Tres poetas como el fuego» por Germán Masgoret

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Cuando descubrí el poder de la poesía, descubrí un mundo poderoso. Acá va algo de su poder. Un poder contra lo helado del invierno. Contra las manos frías e inmóviles. Un poder para derretir la nieve alojada en algunos corazones.

                                                                                                         

Sin título (Ioshua)


Con unas pocas ilusiones
le hice un par de alas a mi corazón
por si acaso todavía
asoma en tu boca mi nombre.
Así,
por si acaso todavía me llamas,
Mi corazón
volando a tu boca
con unas pocas ilusiones
va.

El jardín más bello (letra/poesía de Gabo Ferro)

De niño era el jardín más bello
Reventaba en pétalos plenos de perfume y color
Una exuberancia fresca de matices insolentes
Violento de tan suave
de tan fragante
El pasatiempo de mamá resultó en podar mis flores
Con su tijera de jardinera cortaba las mejores
Desgarraba las frutas como un ave de presa
Talaba árboles tiernos
endurecía la tierra…
Con sus manitos de madre removía la tierra
arrancaba las raíces de las plantas más bellas
Los hombres no debíamos ser jardines
sino campos de Marte o rústicos baldíos
El jardín quedó desierto y pasé desolado
de vergel imponente a campo abandonado
Soñaba en primavera con tanto color ahogado
de un oasis sumiso de un edén arrancado
De niño era el jardín más bello
Estallaba en pétalos plenos de perfume y color
Una exuberancia fresca de matices insolentes
Violento de tan suave de tan fragante.

Sin título  – Camila sosa Villada.

Este es el elogio a mi fealdad

a su forma de extraviada

a su mano callosa y su oscura axila.

Este es el elogio a mi cuerpo impreciso,

deambulando entre las sombras misericordiosas

de la noche.

Este es un canto a mi nariz rota, a mis manos de enano,

a la sombra nigromante de mi barba.

Este es un sacrificio a mis tetas de quinceañera hambrienta,

a mis pómulos de india mansa,

a mis labios secos por el mareo del viento.

A mis colmillos, a mis uñas rotas, a mis células,

a la vena hinchada de mi frente como la marca de Caín.

Estas son las últimas palabras de una amante desahuciada,

una conversación con algún dios al que le sobra el tiempo.

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