Por Marcelo Riol. Profesora de lenguas clásicas, actriz vocacional y directora teatral, Yolanda es una maestra que dejó su huella en Alta Gracia.
La función está por comenzar. Como todos los domingos, el Cineclub Casero ofrece su programa. El atardecer es apacible, no hay brisa, ni nubes, y casi no pasan autos por la puerta de la sala.
Nicolás conversa con la única persona presente. Estira los minutos con la esperanza de que llegue alguien más. Se conocen desde hace tiempo, como siempre la charla discurre sobre cine, a ella le apasiona. Él escucha con atención, mientras cierra las cortinas con lentitud. De a poco todo se silencia, se oscurece la sala. Yolanda Beguier, única espectadora, sentada en el centro de la segunda fila, sintetiza la entrega y el amor por el arte.
Desde su llegada a Alta Gracia, ya jubilada de una larga carrera como docente, Yolanda Beguier intervino intensamente en la vida cultural de la ciudad. Sin tener amistades, ni conocidos, de a poco fue acercándose a espacios y personas que le permitieron seguir ligada al teatro. Las pasiones no se domestican y afloran, aun cuando parecen destinadas al ocaso.
Foto: Ludmila Rossetti
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